Pablo GONZÁLEZ

EL «CAMINO DE LA SEDA DE HIERRO» PRETENDE SER UN ALTERNATIVA MULTINACIONAL A RUSIA

Azerbaiyán, Georgia y Turquía lanzan una vía alternativa que transportará las mercancías provenientes de China hacia Europa evitando a Rusia. La nueva vía debe luchar además con las clásicas rutas marítimas a las que gana sustancialmente en rapidez. El proyecto es un elemento más en la complicada política regional del Cáucaso sur.

El 13 de diciembre llegó a Tbilisi, capital de Georgia, el primer tren procedente de China, vía Kazajistán y Azerbaiyán. Desde ahí continuó hasta la frontera con Turquía, y ya por territorio otomano hasta Europa. La apertura de esta ruta permitiría transportar mercancías desde China hasta Europa en 15 días, mientras que las rutas marítimas actuales tardan aproximadamente 40-45 días. Sin embargo, lo que más se destaca del nuevo proyecto, denominado por sus promotores «Nuevo camino de la seda de hierro», en referencia al ferrocarril, es la alternativa a los proyectos similares que pasan por territorio ruso. Es especialmente significativo ahora, cuando las tensiones ruso-turcas van en aumento con lo que ello puede suponer para el Cáucaso Sur.

Las autoridades de los países implicados en el proyecto ponen gran esperanza en este proyecto para impulsar la región del Caspio como un importante nudo de transporte que una China con la UE sin pasar por Rusia, en el norte, o Irán, en el sur. Además, junto a este proyecto de transporte de bienes se quiere acelerar el Tanap, proyecto de gasoducto transanatólico. Azerbaiyán y Turquía comenzaron su construcción en marzo de 2015 para traer el gas azerí de la región del Caspio por la misma ruta que el tren, vía Georgia hasta Turquía, y desde ahí distribuirlo hacia Grecia y el resto de Europa. En perspectiva, ese proyecto permitiría llevar el gas de Asia central a la UE evitando a Rusia.

Estos proyectos son bastante ambiciosos y requieren grandes inversiones. La parte del ferrocarril que atraviesa Georgia ha sido pagado por Azerbaiyán, y se espera una eventual inversión de China. Pekín ha creado un fondo denominado «Camino de la seda», con un capital equivalente a unos 36.000 millones de euros para el desarrollo de proyectos de infraestructuras en la región euroasiática y en la Asia-Pacífico, aunque hasta la fecha el capital chino no ha llegado de forma masiva al Cáucaso para financiar infraestructuras.

Otras alternativas

Por ahora, China tiene otra alternativa terrestre a los envíos marítimos y en la que tiene puesta más interés. Hace ahora un año se lanzó una vía de transporte con la salida de un tren desde Yiwu, en la costa Pacífica china, que llegó a Madrid tres semanas más tarde. Esa ruta sale de China, pasa por Kazajistán, Rusia y Bielorrusia, y desde allí entra en territorio de la Unión Europea, empleando parte de la ruta transiberiana rusa. Ese trayecto necesita 21 días, prácticamente lo mismo que la ruta del Caspio si se le añade el tiempo de llegada desde Turquía a Madrid. Su ventaja radica en que no atraviesa un mar como el Caspio, con el cuello de botella que eso puede suponer.

Por otro lado, Rusia y China también ultiman el proyecto de construir una autopista que una China occidental y la UE, con una extensión de 8.400 kilómetros, 2.300 de los cuales pasarían por territorio ruso. Esa gran autopista permitiría la circulación de camiones, por la que sería la mayor del mundo en extensión y en cantidad de bienes transportados por carretera.

En teoría, el aumento de las rutas de transporte y la competencia que se pueden hacer entre sí es positivo para el desarrollo de toda la región euroasiática. Otra cuestión es cómo se van a desarrollar en la práctica. Por un lado está Kazajistán, sin el cual ni la ruta norte por Rusia ni mucho menos la sur por el Caspio son posibles. Es uno de los aliados más cercanos de Moscú, tanto en lo económico como en lo militar. Aun así, no sería extraño que las autoridades de Astaná quisieran limitar su dependencia de Rusia y apostasen por proyectos que Moscú no vería con buenos ojos.

Aunque donde más complica la situación para este «camino de la seda» que evite a Rusia es en el Cáucaso. Azerbaiyán ha mantenido en los últimos tiempos una gran sintonía con Moscú, a quien necesita para intentar solucionar por la vía pacífica el conflicto que le enfrenta a Armenia por el territorio del Nagorno Karabaj. Asimismo, Moscú intenta atraer a Bakú al proyecto de unión aduanera que tiene junto a Armenia, Bielorrusia, Kazajistán y Kirguistán. Si Rusia consigue que Bakú se involucre, Georgia se quedaría en una situación muy difícil para seguir con su camino hacia el bloque euroatlántico.

Por otro lado, Azerbaiyán es una nación turcomana, con gran sintonía con Ankara desde su independencia de la URSS. Los azeríes se encuentran en una situación diplomática difícil debido a las actuales tensiones entre rusos y turcos tras el derribo de un bombardero ruso por cazas turcos supuestamente por violar su espacio aéreo, ya que apostar por alguna de las dos partes sería perjudicial para sus intereses.

Un proyecto, el del ferrocarril, que no se lanza ahora aprovechando la coyuntura, sino que es de largo recorrido. Veremos si a la larga es viable o si las presiones rusas lo convierten en marginal en caso de que chinos y kazajos se decanten por la vía norte. Los europeos solo pueden ganar con la apertura de nuevas rutas. El tiempo dirá en qué queda la reapertura de esta clásica vía de unión comercial entre Oriente y Occidente.