Beñat ZALDUA
COLOQUIO DE 7K

CUANDO PERSEVERAR ES VENCER Y CLAUDICAR NUNCA ES UNA OPCIÓN

DESDE LA LUCHA POR LOS DERECHOS CIVILES A LA ABOLICIÓN DE LAS CÁRCELES, PASANDO POR EL FEMINISMO, LOS ASISTENTES AYER AL COLOQUIO ORGANIZADO POR ‘ZAZPIKA’ CON ANGELA DAVIS DISFRUTARON CON EL TESTIMONIO VITAL DE UNA MILITANTE CON UNA MOCHILA DE MEDIO SIGLO A LAS ESPALDAS.

72 años, una presencia imponente, una sonrisa imborrable y una perseverencia vital a prueba de bombas: «No sé claudicar, siempre me empuja la esperanza». Así resumió ayer la activista y pensadora Angela Davis una actitud vital que, tras más de medio siglo de compromiso, la ha traído esta semana a Euskal Herria a solidarizarse con Arnaldo Otegi, a quien ayer trató de visitar en la cárcel de Logroño. Tras denegar la entrevista las autoridades españolas, desde la capital riojana a mediodía la cita se trasladó al museo Guggenheim de Bilbo, donde ‘Zazpika’ organizó un coloquio con Davis.

Con la nueva directora de la revista dominical, Maider Eizmendi, la escritora Laura Mintegi y el periodista David Fernández haciendo la función de entrevistadores, y con la presentación previa del director del GARA, Iñaki Soto, los presentes en el Guggenheim y los que siguieron el coloquio a través de Naiz.eus pudieron escuchar el testimonio vital de uno de los iconos revolucionarios del último tercio del siglo XX, que repasó los principales hitos que han marcado su carrera tanto militante como académica. De la lucha por la liberación de la comunidad afroamericana hasta la actual batalla por la abolición de las prisiones, pasando por el feminismo y los retos planteados por una desigualdad global que no deja de crecer. Pocas cosas quedaron en el tintero.

Todo ello destiló, como resumen, un mensaje cargado de vitalidad y cierta esperanza siempre realista. «Nada asegura que las campañas cambien nada, pero si no lo intentamos, seguro que no cambian. Si no creemos en ello, seguiremos en un mundo que el capitalismo destrozará», dijo, preguntada por la viabilidad de la abolición de las prisiones que lleva dos décadas defendiendo. «Si no insistimos en la idea de otro mundo, alternativo al capitalismo, estamos claudicando ante él, y yo no sé claudicar», apuntó ante una pregunta sobre el papel del comunismo en pleno siglo XXI.

Cinco minutos para el yoga

Fue Laura Mintegi la que le preguntó por el resorte que le ha permitido volver a alzarse cada vez que la rendición se ha presentado como tentación. Sin fórmulas mágicas, Davis explicó que no sabría qué hacer entonces con su vida. «Claro que todo el mundo se cansa, pero descansas un poco y te vuelves a levantar», resumió, antes de echar mano de una mochila vital de más de medio siglo y recordar que cuando estaba en la cárcel comenzó a practicar yoga y que, al salir, le daba vergüenza pedir a sus compañeros cinco minutos para practicarlo. «Antes todo eran sacrificios y renuncias, hoy en día los jóvenes incluyen el cuidarse dentro de su lucha», explicó ayer.

Y es que pese a las incontables derrotas y fracasos acumulados por la izquierda en las últimas décadas (la propia Davis insistió en que los diez puntos programáticos lanzados en 1967 por los Black Panthers siguen siendo perfectamente vigentes), se niega a asumir que nada ha cambiado. «Hay señales negativas, pero también buenas, hoy en día los movimientos tienen una conciencia más compleja», reivindicó. Ahora cuesta verlo todo negro o todo blanco y las luchas tienen más aristas, son más ricas y al mismo tiempo más complejas. Eso a Davis le gusta. Y el ejemplo canónico es el feminismo. «Yo antes no me consideraba feminista, me parecía una cosa burguesa y de blancas», explicó la activista, que insistió en la idea de no definirse exclusivamente como feminista sino como «revolucionaria», un carácter global en el que inserta el feminismo junto al antirracismo o el antiimperialismo, entre otros. Una visión integral que consideró imprescindible saber «articular con acierto».

Privilegios en pie

Aunque Davis consideró que en la actualidad los movimientos de izquierda «son mucho más conscientes de la construcción del género y del patriarcado», destacó que queda todavía mucho por hacer. Y es que «al que tiene un privilegio le cuesta renunciar a dicho privilegio», apuntó, recordando que esta es una lucha contra siglos de construcción. «Aquello que damos por natural es aquello ideológicamente más solidamente construido», advirtió.

Sobre el tema, también hubo tiempo para hablar de la autodefensa feminista. Davis recordó que tomó sus primeras clases ya en 1967 y consideró importante desarrollarla y generalizarla. Pero sin fiarlo todo a dicha autodefensa: «No quiero basar en ello la seguridad de las mujeres, tenemos que aspirar a una sociedad sin violencia de género, igual necesitamos muchas décadas más, pero tenemos que pensar que conseguiremos construir esos otros mundos».

«Cada generación tiene que ir un poco más allá», añadió Davis, una idea que repitió en más de una ocasión y a la que dejó claro que otorga especial valor: «Mi fuente de inspiración es que veo que las nuevas generaciones tienen interiorizado mucho de aquello que nosotros tratábamos entonces de explicar».

También hubo espacio para hablar de la islamofobia, que Davis consideró que «en el Norte global, ha tomado el lugar del comunismo». «Es imposible entender cómo funciona hoy en día el racismo si no se ve cómo funciona la islamofobia», consideró, apuntando que el fenómeno «se utiliza para justificar medidas antidemocráticas como la Patriot Act» de George Bush. «El reto de levantarse y clamar contra la islamofobia es importantísimo y la izquierda no ha estado a la altura», zanjó.

Antes de pasar el micrófono al público –que preguntó a Davis, por ejemplo, sobre la candidatura de Bernie Sanders en el Partido Demócrata (lo consideró interesante y «confesó» haber votado a Obama en 2008)–, la veterana militante se refirió brevemente a un internacionalismo que ve de capa caída: «Tenemos los instrumentos para comunicar y crear un internacionalismo más fuerte que hace 40 años, pero parece que hoy en día, por influencia del neoliberalismo, no existe esa voluntad». Un internacionalismo que consideró imprescindible tanto para «responder a la crisis migratoria actual» como para presionar a favor de la libertad de los presos políticos vascos.