Beñat ZALDUA
LEIOA
Elkarrizketa
JORDI SOLÉ
SECRETARIO DE ASUNTOS EXTERIORES DE CATALUNYA

«Esto va de urna a urna, el proceso se podrá ratificar dentro de 18 meses»

Diputado de ERC desde hace algunos años, Jordi Solé (Caldes de Montbui, 1976) ha cambiado recientemente la Alcaldía de su pueblo por la Secretaría de Asuntos Exteriores en el Govern de Carles Puigdemont. Un puesto que lleva implícita la presidencia del Comité Ejecutivo del Diplocat, entidad catalana dedicada a la diplomacia pública de la que cabe tomar nota.

Jordi Solé forma parte de la nueva hornada de miembros de ERC con responsabilidades de gobierno en el Ejecutivo de Carles Puigdemont, donde ocupa la Secretaría de Acción Exterior, dentro del departamento homónimo, recurrido por Rajoy al TC.

Apenas lleva unas semanas en el cargo. ¿Qué ha encontrado en los cajones?

En los últimos años se ha hecho un trabajo importante. Mi predecesor, Roger Albinyana, hizo un trabajo de profundización de la acción exterior del Govern que coincidió además con trabajos legislativos como la Ley de Acción Exterior del Parlament.

¿Pueden decir lo mismo en otras consellerias del Govern?

Este es un Govern de Junts pel Sí con miembros de Esquerra, de Convergència e independientes, por lo que yo prefiero hablar de mi área, que es la que conozco. Y he de reconocer que en muchos aspectos se ha hecho un buen trabajo. Nos toca profundizarlo y mejorarlo si es necesario.

Brevemente, dado que no conocemos en Euskal Herria algo similar, ¿qué es Diplocat?

Es una entidad público-privada en la que están representadas más de 40 entidades muy representativas del país. Además de la Generalitat, hay patronales, sindicatos y entidades tan importantes para Catalunya como el Barça. Es una entidad de composición plural que lo que pretende es dar a conocer Catalunya al mundo y aumentar su prestigio en el exterior. Algo que se hace a través de lo que se conoce como diplomacia pública, que no es hacer diplomacia en el sentido tradicional, sino utilizando otros canales e influyendo sobre la opinión pública.

Ha habido varios episodios en los que el Ministerio de Exteriores ha intentado obstaculizar actos del Diplocat. ¿Qué relación mantienen con el Ministerio de Margallo?

El Estado y sus representantes cumplen con su papel, derivado de su concepción unitaria, centralista y de control. Y nosotros intentamos hacer el nuestro, que es explicar nuestro país al exterior, sobre todo ahora que hay un interés creciente. Estamos obligados a hacerlo, por mucho que cause incomodidad en el Gobierno español.

El Parlament aprobó la declaración de desconexión y la hoja de ruta de 18 meses hacia la independencia está en vigor. Todo con un 48% de los votos conseguidos el 27S. ¿Es fácil explicarlo en el exterior?

De entrada hay que explicar las cosas tal y como son. Las elecciones del 27S no fueron un referéndum con la papeleta del Sí y del No. Fueron unas elecciones para constituir un Parlament, pero con carácter plebiscitario. El resultado fue la primera mayoría parlamentaria independentista de la historia, derivada de ese 48% de los votos. A partir de ahí, pensar que el restante 52% se pueden agrupar en el No es erróneo, porque las fuerzas explícitamente en contra de la independencia no llegaron al 40%. Por tanto, lo primero es explicar las cosas como son y entender que estamos viviendo un proceso tan intenso como complejo, que además no tiene precedentes. Es normal que desde el exterior a veces cueste entender todo lo que está pasando.

La mesa redonda que organizaron ayer en Bilbo versó sobre el derecho a decidir, un debate que algunos dan por superado en Catalunya. ¿Es así? ¿Se ha pasado de pantalla?

Los acontecimientos y la práctica han sobrepasado en buena medida el debate sobre el derecho a decidir. Queríamos un referéndum pero no ha sido posible, así que estamos aplicando el derecho a decidir de una manera diferente, a través de unas elecciones plebiscitarias. Pero hay que dejar claro que este proceso siempre irá de urna en urna, no saldrá nunca del marco democrático. Tuvimos una cita con las urnas el 27S, a partir del cual estamos avalados para aplicar la hoja de ruta, y volveremos a tener nuevas citas, seguramente más de una, para ratificar este proceso.

¿El referéndum de independencia queda entonces descartado?

Lo que no podemos hacer es esperar a que un día haya una mayoría en el Estado que permita llevar a cabo este referéndum.

¿Y el referéndum unilateral no es una opción? ¿Cómo se ratificará si no la independencia?

El proceso se podrá ratificar en las próximas elecciones, que serán de aquí a 18 meses, según el plazo que nos hemos dado. Si en esas elecciones hay de nuevo una mayoría de fuerzas a favor de culminar el proceso, hacer la Constitución y ponerla en práctica, quedará ratificado.

El cumplimiento de la hoja de ruta dependerá también de la actitud del Estado español. ¿Qué harán si el TC anula la creación de la Conselleria de Exteriores? ¿La mantendrán?

Nosotros hacemos política de acción exterior y continuaremos haciéndola. En cualquier caso, la suspensión de la Conselleria es ahora solo una hipótesis, por lo que no entraremos a especular sobre ella.

¿Pero la desobediencia al TC está encima de la mesa?

Está escrito en la Declaración de desconexión de noviembre.

La batalla última del proceso, la que validará o no la independencia de Catalunya, es la del reconocimiento internacional. Aunque impera el silencio, ¿qué señales reciben?

Aventurar cuál será la reacción de los estados el día que proclamemos la República catalana es complicado. Lo que tenemos que hacer es informar de la situación política de nuestro país, siendo conscientes de que, para ser un Estado viable, el reconocimiento internacional debe llegar lo más pronto posible. Pero no dudamos en que este reconocimiento internacional, cuando toque, llegará.