Miguel FERNÁNDEZ IBÁÑEZ

BüLENT ARINÇ, LA PIEDRA EN EL ZAPATO DE ERDOGAN Y SU «NUEVA TURQUÍA»

Desde hace un año, el confundador del AKP se ha atrevido a contradecir a Erdogan y criticar la deriva autoritaria del Gobierno. Desplazado de la primera fila política, podría ser una de las figuras clave que complique los objetivos del presidente.

Cuando Bülent Arinç habla, las estructuras del Partido Justicia y Desarrollo (AKP) se tambalean. Recientemente, en una entrevista concedida al canal CNNTürk, explicó que el presidente turco, Recep Tayip Erdogan, conocía los pormenores de los acuerdos de Dolmabahçe, la hoja de ruta que establecía una decena de puntos para solucionar el conflicto entre el Estado turco y el PKK. El documento, presentado el 28 de febrero de 2015 por representantes del Gobierno y del partido prokurdo HDP, fue rechazado poco después por Erdogan, quien decía desconocer el contenido completo de lo que se presuponía el mayor avance para la paz.

Arinç abrazó en su juventud el movimiento islamista de Necmettin Erbakan y posteriormente fundó el AKP junto a Recep Tayyip Erdogan y Abdullah Gül. En la época dorada de los islamistas, cuando el trío encabezaba la revolución democrática en el Estado turco, era reconocido por sus buenas formas, lo que le ayudó a conquistar el puesto de portavoz gubernamental. Pero en el último año, al igual que otro altos cargos de los inicios del AKP, ha sido apartado de la primera fila política por la nueva hornada de leales al Erdoganismo.

Su relación con Erdogan empezó a mostrar las primeras fisuras públicas en 2013, cuando contradijo al entonces primer ministro al reconocer el uso desmedido de la fuerza policial en las protestas de Gezi. Después se desvinculó de la reacción del Estado contra Fethullah Gülen, el antiguo aliado del AKP en la purga del Ejército turco.

En 2014, Arinç presenció cómo el partido que ayudó a constituir se desprendía de figuras tan respetadas como Abdullah Gül –expresidente de la República– y Ali Babacan, uno de los estandartes de la gestión económica de los islamistas.

Esto lo debió intuir el propio Arinç, quien hace un año no se mordió la lengua al señalar que «amamos a nuestro presidente. Somos conscientes de su poder y de su buen servicio a nuestra nación. Pero hay un Gobierno en este país».

Era la primera vez que alguien desde el PKK recordaba que, según la Constitución, los poderes del president turco (Erdogan) son simplemente representativos.

En vísperas del los comicios del 1 de noviembre. Arinç denunció que «fuimos un partido colectivo(…) pero ahora nos hemos convertido en un partido unipersonal». En todas sus declaraciones ha evitado pronunciar el nombre de Erdogan, quien reconoció estar entristecido por la última intervención de quien fuera su compañero cuando se reprimía al islam político. En un síntoma anormal, Erdogan no le acusa de traición, algo que sí hicieron los medios del AKP.

El quinto partido

Al igual que Erdogan, Arinç es un musulmán conservador influido por las órdenes religiosas que coexisten en Anatolia. Pero siempre se ha mostrado como una de las figuras más dialogantes dentro del partido.

En los últimos días, Huseyin Çelik, otra importante figura del AKP, ha denunciado sentirse desplazado por la nueva hornada de leales al presidente. Aykan Erdemir, experto de la Foundation for Defense of Democracies, explica que «son pesos pesados en el AKP y en la escena conservadora. Sus críticas son escuchadas y muchos pueden simpatizar con ellos, pero los más probable es que no se posicionen por su miedo a Erdogan». El propio Gül se ha reunido recientemente con el presidente turco y ha señalado que «estamos en el mismo barco».

Constatada la imposibilidad de los partidos turcos (CHP y MHP) de arrebatar votos al AKP (los prokurdos del HDP son la excepción), solo una escisión islamista y un quinto partido podría frenar a Erdogan. Pero, ¿quién pone el cascabel al gato?