Alberto PRADILLA
MADRID
PROCESO DE INVESTIDURA DEL PRESIDENTE ESPAÑOL

Rajoy y Sánchez escenifican falta de acuerdo salvo en «temas de Estado»

Pedro Sánchez, líder del PSOE y aspirante a presidente español, y Mariano Rajoy, todavía inquilino de la Moncloa, se reunieron ayer para mostrar que no están de acuerdo en nada salvo en los «asuntos de Estado». El encuentro de apenas media hora no despeja nada, aunque Sánchez asegura que quiere formar Gobierno para marzo.

La «cobra» con la que Mariano Rajoy, presidente en funciones, escenificó su distancia de Pedro Sánchez, aspirante del PSOE, quedó como la anécdota con la que el líder del PP quería dejar claro que se habían reunido para comprobar que no estaban de acuerdo en nada. Ambos restaron importancia al detalle, Rajoy ironizando y Sánchez quitando hierro al asunto, lo cual no evitó que la prensa se centrase, precisamente, en la falta de apretón de manos. Es evidente que existe una amplia distancia entre Génova y Ferraz. Aunque, en la práctica, esa distancia tampoco es tal: ambos coincidieron en que son aliados en los asuntos de Estado: el «terrorismo» y la defensa de la «unidad de España» frente al proceso independentista catalán. Era evidente que de la reunión se saldría con la misma sensación de la víspera. No es tiempo de decisiones sino de guardar la trinchera y avanzar lentamente.

«Yo le hablé de mi fórmula de Gobierno y él no me habló de nada, tampoco yo le pregunté», resumía Rajoy, el primero en presentarse ante los periodistas, lo cual implica que aceptaba su papel de «segundo» ante el aspirante. Como viene haciendo desde el 20 de diciembre, el todavía presidente insistió en su oferta de «gran coalición» liderada por él mismo por ser el más votado. Tiró de hemeroteca y recordó que en 1996, cuando José María Aznar venció en los comicios a Felipe González por un margen de 300.000 votos, «a nadie se le ocurrió formar un Gobierno en contra de la primera fuerza»

Con escaso margen de actuación, el presidente en funciones se limitó a hablar sobre el próximo Consejo Europeo y dar algunos apuntes sobre la propuesta lanzada hace dos días para realizar cinco «pactos de Estado», cuya principal estructura se basa en defender la «unidad de España». Sánchez no se molestó ni en dar su opinión. Su jugada está en pactar con Ciudadanos y hacer la envolvente a Podemos, presionándole para que apoye un Ejecutivo «progresista y reformista», que es como lo define el líder del PSOE. A Rajoy, por su parte, solo le queda esperar a que su rival fracase. No se niega a volver a reunirse, aunque ayer no se trató el asunto y tampoco estaría muy claro para qué. Mientras tanto, intenta meter presión y asegura que no descarta presentarse a la investidura. Al fin y al cabo, piensa, no se ha sometido al vapuleo del Congreso y si Sánchez no logra los apoyos alguien tendrá que intentarlo si no quieren adelantar las elecciones. Tampoco se arrepiente de haber declinado la oferta de Felipe de Borbón: «Hice lo que tenía que hacer, algo de lo que por supuesto no tengo que arrepentirme, no he engañado a la gente. Si hay otros que los tenga, me parece estupendamente, pero yo no tenía los votos. Si los tengo, puedo intentarlo, pero tampoco voy a tomar el pelo a la gente», aseguró.

Preocupación envenenada

A lo largo de toda la legislatura, cuando el PP disfrutaba de su holgada mayoría absoluta y un endeble PSOE no sacaba la cabeza del pozo, era habitual escuchar a líderes de Génova hacer el abrazo del oso a sus compañeros de turnismo y, desde la condescendencia, instarles a arreglar sus problemas por la necesidad de un «PSOE fuerte». Ayer esa dinámica dio la vuelta y fue Sánchez quien, aparentemente preocupado por la salud del PP, le instaba a pasar a la oposición para «regenerarse» y seguir siendo un pilar del sistema español.

Con su «hoja de ruta» en marcha, Sánchez se preocupó de proyectar imagen de presidenciable. A pesar de la tensión se mostró tranquilo, casi risueño, como si tuviese claro que ocupará los aposentos de Rajoy en La Moncloa. Sin concretar las fechas, aseguró que espera poder llegar a un pacto para finales de mes y que confía en ser presidente a primeros de marzo. Aunque sigue sin tener los votos. Como única novedad, el aspirante del PSOE anunció que estaría dispuesto a incluir a «independientes» en su próximo Gobierno. Independientes, que no independentistas, como se esforzó en aclarar. No se olvide que en los asuntos «de Estado», y Catalunya lo es, Sánchez y Rajoy siguen pensando lo mismo.

 

Los casos de corrupción se acumulan en Génova, pero el PP intenta eludir la presión

Nadie sabía nada, pero el fango alcanza a todo el partido. En un solo día se conocían algunos detalles sobre la irrupción de la Policía española en Génova para investigar la financiación del PP de Madrid, un representante del partido se negaba a declarar sobre la destrucción de los ordenadores de Luis Bárcenas y Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre trataban de surfear la presión asegurando no sentirse acorralados por la corrupción o negando conocer lo que hacían sus más directos subordinados. Y eso, todavía con la resaca de la operación policial en Valencia, en la que cayeron todos los jefes del PP salvo Rita Barberá.

«¿Se siente usted acorralado por la corrupción?», le preguntó al todavía presidente una periodista, a lo que Rajoy respondió: «No, no, no mientras yo sea capaz de tomar las decisiones que tenga que tomar y presentando leyes para ser más eficaces en esta materia». Insistió en que con su Gobierno «no ha habido impunidad para nadie» en lo relativo a la corrupción, y la Justicia, la Fiscalía y las fuerzas de seguridad y la agencia tributaria han actuado con «total y absoluta independencia».

Así respondió cuando se le interrogó por las últimas pesquisas en el «caso Púnica». En relación a si la presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, debe dejar el cargo, dijo: «Lo que no se puede es condenar a gente sin saber de qué se le acusa».

Realmente es sorprendente que Rajoy adoptase esa posición teniendo en cuenta que la víspera la Policía había irrumpido en la sede del PP buscando papeles que prueben la financiación ilegal de la formación en Madrid. Según señalaba Europa Press, el exsecretario general del PP en Madrid, Francisco Granados habría registrado en su agenda múltiples pagos de 300.000 y 400.000 euros efectuados por el empresario Javier López Madrid, yerno del presidente de OHL, Juan Miguel Villar Mir, al exgerente regional del PP Beltrán Gutiérrez. Los abonos se encuentran anotados en el manuscrito en el que, bajo las iniciales «B.G», el encargado de las finanzas en la formación en Madrid figura como el principal beneficiario. Las anotaciones fueron incautadas por la UCO de la Guardia Civil al presunto cabecilla de la «Operación Púnica» y las pesquisas desarrolladas a raíz de su hallazgo han propiciado nuevas actuaciones, en este caso para esclarecer una presunta financiación irregular del partido.

A pesar de todas las evidencias, Esperanza Aguirre se presentó ante la Asamblea de Madrid para asegurar que no sabía nada de lo que ocurría a su alrededor. «No ha habido ninguna financiación ilegal, que a mí me conste, en el PP de Madrid», llegó a afirmar, asegurando que se siente «respaldada» por la dirección estatal. Aunque es evidente que los escándalos llegan en un momento crítico para un PP sin muchas opciones.GARA

 

Podemos prepara un plan de gobierno

Pese a asegurar que no se sentaría a negociar con el PSOE si no excluye antes a Ciudadanos, Podemos va a formular una nueva oferta de Gobierno. Así lo señalaban ayer agencias españolas, citando fuentes de la formación de Pablo Iglesias. Esta propuesta estaría centrada en la corrupción, con la creación de una Secretaría de Estado para luchar contra ella. En el documento, en el que todavía trabajan una veintena de expertos y parlamentarios, se incluyen las bases para un Ejecutivo de coalición tanto políticas como de estructura. En este sentido, Podemos tiene previsto detallar cómo organizaría la administración y qué áreas aspira a gestionar.GARA