Raul Zelik
Analista político y escritor

Situación seria, siguiente intento

El politólogo Raul Zelik, firmante del manifiesto fundacional de DiEM25, analiza la importancia del movimiento lanzado por Varoufakis. Admite que «es poco probable» que consiga su principal objetivo, pero remarca la importancia de hacer frente a la victoria del autoritarismo neoliberal en Europa.

Para los críticos, la iniciativa de Yanis Varoufakis Democracy in Europe-Movement 2025 (DiEM25), presentada este martes en el teatro emblemático Volksbühne Berlin, es una presa fácil. El publicista liberal alemán Albrecht von Lucke se burló de que Varoufakis cobraba 12 euros de entrada para su revolución. Y columnistas culturales repudiaron la estética semi-comercial tanto como la retórica dulcificada de la “renovación democrática”, predominantes en la presentación.

Sin embargo, la iniciativa DiEM25 que busca la democratización radical de la UE, dio un impulso más claro de lo que se podía esperar. No sorprendió mucho que el exministro de Hacienda griego siguiera siendo un imán para los medios y que tanto la conferencia de prensa en la mañana como el acto de la noche dejaran pequeñas las instalaciones del teatro. Igualmente, las respuestas de Varoufakis y su aliado, el filósofo croata Srecko Horvat, en la rueda de prensa, se salieron de lo esperado. Evidentemente, su intento de fundar un movimiento transnacional podía fracasar, afirmaron. Y, claro que los movimientos normalmente no se fundaban en conferencias de prensa. Pero teniendo en cuenta la dimensión de la crisis y el avance del fascismo europeo, había que plantear proyectos alternativos.

Más destacable fue la conformación del grupo invitado por los organizadores de manera aparentemente caótica pero no sin criterio. Unas 150 personas discutieron durante todo el día, presentando intervenciones de tres minutos. En dichos debates, la identidad de la otra Europa plural y democrática sí tomó forma. El editor polaco Slawomir Sierakowski señaló los enormes obstáculos para cualquier intervención crítica en Europa del Este. La periodista franco-árabe Hind Meddeb habló del colonialismo como aspecto invisible de la identidad europea. El activista estadounidense de Wikileaks Jacob Appelbaum, que vive en condición de refugiado en Europa, destacó que los sin-Estado también tenían que ser parte de la nueva comunidad democrática a fundar. Y el filósofo italiano Sandro Mezzadra, por su parte, colocó la crisis de los refugiados en el centro de cualquier debate progresista. En vez de retóricas partidistas, predominaba una perspectiva difusa societal y radical-democrática.

Es cierto que también se evidenciaron los vacíos. La otra Europa de Varoufakis es blanca y mayoritariamente académica. Y claro, el discurso de DiEM25 es tan abierto que roza con las palabras huecas. Pero la idea de fondo está más fundamentada de lo que suponen sus críticos. Varoufakis parte del análisis de que presenciamos el triunfo del autoritarismo neoliberal y de la xenofobia en Europa. Frente a ello, es necesario construir un movimiento que aglutine tanto a liberales como a verdes, y a la izquierda.

El DiEM25 se plantea, por tanto, no solamente como un movimiento paneuropeo sino también “transversal”, tal y como el que se había configurado en las plazas de Atenas, Madrid y Barcelona en 2011. Y en este contexto, también es destacable ver quienes apoyan al DiEM25 desde el Estado español. No es la cúpula de Podemos que es celebrada y escenificada por los grandes medios de comunicación como “jóvenes estrategas de la nueva política”, sino las confluencias populares y ciudadanas. La red de las ciudades rebeldes representa emblemáticamente cómo podría arrancar un movimiento democratizador. Arraigadas en el 15M y en la PAH, estas candidaturas tratan de transformar las instituciones sin abandonar sus principios democráticos y participativos.

Es evidente que el DiEM25 quisiera iniciar un proceso similar vinculando la auto-organización y el trabajo político local con una propuesta paneuropea y transnacional. Es poco probable que lo vaya a lograr. De hecho, los movimientos nunca se fundan en conferencias de prensa. La iniciativa de Varoufakis, sin embargo, tiene un importante papel. Ayuda a sistematizar e internacionalizar la agenda de la izquierda alternativa en Europa. Durante la presentación por la noche, más allá de Julian Assange y del eterno Slavoj Zizek, se escucharon sobre todo a las y los representantes de las organizaciones políticas. Pero también allí predominaron aquellos provenientes de movimientos ciudadanos. Verdes críticos de Gran Bretaña, Francia y Portugal, independientes de Irlanda y una portavoz del movimiento social Blockupy.

Es fácil denunciar la noche fundadora del DiEM como un evento de teatro extenso y algo aburrido para el que había que comprar entradas (los celebrities, por cierto, también). Pero desde la periferia europea también hay otra lectura. En 2015, Grecia nos demostró que en la UE solo podremos defender las conquistas sociales básicas si logramos construir movilizaciones transfronterizas. A las gentes del sur les importará poco qué camisa vestía Varoufakis en Berlín. Lo que cuenta es que arranca una propuesta que no busca representar a los demás ni asumir cargos políticos.

El 19 de febrero la conferencia “Plan B para Europa” en Madrid dará seguimiento a la iniciativa. La situación es seria, y cualquier crítica que con ligereza destruye una propuesta antirracista como la del DiEM25, la agravará más.