María SUÁREZ
EL FUTURO DE LA UNIÓN EUROPEA

Varoufakis: «Europa apesta, aunque no existe alternativa»

El exministro de Finanzas griego cree que la salida de Gran Bretaña de la UE implicaría dejar a Europa «a merced de los partidos de extrema derecha». En una charla en Londres ante cientos de personas, Yanis Varoufakis no descartó convertirse algún día en primer ministro de Grecia «si fuera necesario».

Sin tecnicismos ni palabras complejas, en vaqueros y americana, sentado en una cómoda pose y mirando frente a frente a los cientos de personas que se dieron cita en la antigua iglesia Union Chapel de Londres, Yanis Varoufakis ofreció un soplo de aire fresco y un empujón de optimismo de cara a conseguir otro modelo europeo. Optimismo que, asegura, se refleja en su nuevo libro “And The Weak Suffer What They Must?” (“¿Y los débiles sufren lo que deben?”).

A su lado, Owen Jones, escritor y columnista de “The Guardian” que llevaba la batuta de la charla, tanteó la opinión de la sala: «A mano alzada, ¿quién va a favor del ‘Brexit’ y quién en contra?». Ganó la permanencia en la UE, pero con muchos indecisos, que posiblemente habían asistido al evento para encontrar respuestas en la «estrella del rock» de la economía actual, quien advertía de que si Gran Bretaña abandona la Unión Europea «será el principio de su desintegración y el continente acabará a merced de los partidos xenófobos e intolerantes».

Y por si fuera poco, el país tendría que lidiar «con Boris Johnson como primer ministro», apostilló Varoufakis entre las risas de los presentes. Pero eso no significa que el ministro de Finanzas más radical se haya convertido en un enamorado de la Europa actual: «Europa apesta, pero no hay alternativa, tenemos que arreglarla. Es como una familia desestructurada, no la traicionamos, la llevamos a terapia». La medicina consiste en tres pastillas. La transparencia es una de ellas. Varoufakis ponía un ejemplo: «Si alguno de vosotros pudierais escuchar todo lo que se dice en las reuniones del Eurogrupo... os percataríais de las barbaridades que se comentan».

El catedrático de Economía recordaba el momento en que el Gobierno griego sometió a referéndum las condiciones que había impuesto la Troika para el rescate y «en una reunión hubo alguien que me preguntó alarmado que cómo podía preguntar a la gente sobre temas tan complicados de los que no tienen ni idea. Ahí está el problema, la poca transparencia».

Las otras dos claves pasan por una mayor democracia y el refuerzo de la identidad europea, algo posible «con la creación de una Constitución europea que refuerce las identidades, dejando claro que Europa la constituyen estados soberanos», afirmó Varoufakis, que hace poco fichó como asesor del Partido Laborista. «La austeridad no es una opción», sentenció.

Varoufakis también reveló detalles de su etapa en el Ejecutivo griego y de su lucha contra las «humillantes condiciones» de la Troika. «Nos enviaban las pautas en emails traducidos al griego con Google Translator, lo cual era imposible de entender». Al final, su rango de ministro le permitió utilizar algunos contactos para hacerse con los textos originales y recordaba, aún sorprendido, que cuando pudo leer los documentos se percató de que «querían que Grecia se comprometiera a estar de acuerdo con todo lo que la Troika dictara, aun sin saber en qué iba a consistir. Es casi como convertirse en un esclavo, como entregar las llaves de tu país y dejar que te gobiernen a golpe de emails». Para él, la renegociación de las condiciones fue tan dura porque «temían un efecto dominó, si se relajaban los términos para Grecia, otros países como Irlanda, España o Italia podrían ejercer presión para que se cambiaran las exigencias de Europa para con ellos».

Sin embargo, a pesar de todo, Varoufakis tiene una visión optimista. Y se remontaba a la victoria de Syriza en Grecia para ilustrar su esperanza, asegurando que «aquello fue prácticamente un milagro. David contra Goliat. De ser un partido que representaba al 4% de la población pasó a representar al 40%».

Y la clave estuvo en «plantarse y decir que no aceptábamos las reglas del juego. Con ello se logró unir a los trabajadores de izquierdas y de derechas».

Owen Jones le preguntó si hoy en día la llama se ha apagado, y el exministro fue tajante: «Hoy todavía me sigue parando la gente por la calle para decirme que no nos han derrotado».

El espíritu de lucha de Varoufakis le viene de familia. Su padre estuvo preso en un campo de concentración por sus ideas de izquierdas, y él fue detenido hasta una decena de veces mientras estudiaba en Inglaterra –de ahí su impecable inglés– por participar en manifestaciones, entre ellas una por la liberación de Nelson Mandela.

En la hora que duró la amena conversación entre Varoufakis y Jones no faltó la pregunta del millón: «¿Le gustaría ser primer ministro de Grecia?». El exministro no lo descartó, pero previno al público de que «todo aquel que tenga la aspiración inicial de convertirse en primer ministro debería de ser descalificado». Confesó que no disfrutó siendo ministro de Finanzas, nunca esperó serlo, pero llegó un momento en el que se percató de que «era necesario hacer algo» y aceptó el ofrecimiento.

«Soy un académico, nunca he querido ser jefe de departamento, pero hay veces que te das cuenta de que no hay más remedio», concluyó.