Nos reunimos el sábado. Hacía cincuenta años que acabamos el bachiller y salimos catapultados, a buscarnos la vida.. Hablamos de los viejos tiempos, de la misa y el rosario obligatorios, del himno español en la consagración, de las tardes de mayo con flores a María y de las palizas que nos daban.

A cualquiera que se le cuente no puede creerlo, es delictivo, pero en aquellos tiempos la letra con sangre entraba, y había para todos, incluso para los de buenas notas. En ese aspecto, la violencia no era discriminatoria.

Lo pasamos bien comimos y bebimos, tomamos cada uno nuestras pastillas y nos juramentamos para otra. Una cosa me sorprendió: lo mayores que están mis ex compañeros.

Y así, la vida va pasando y ya estamos en mayo, con su Primero de Mayo, sus flores a porfía y su campaña electoral.. Pensaba que no se iba a llegar a esta situación, porque nadie quería atribuirse el «mérito» de una nueva contienda y porque la ocasión para echar al PP la pintaban calva, pero la ineptitud de los demás para desbancarle permite ahora a Rajoy presentar como un triunfo su estrategia de echarse a dormir desde el día de Santo Tomas hasta la fecha.

Todas las encuestas auguran que los resultados serán muy parecidos, así que es posible que sigan dando vueltas a la noria hasta batir ampliamente el récord belga de vida sin gobierno.

El Primero de Mayo llega una vez más con la reivindicación abertzale del marco propio frente a los sindicatos de obediencia estatal, que tratan de hacer ver que la clave para la vigencia de los convenios provinciales está en los de ámbito estatal, algo que es un oximorón y contrario a la reivindicación de derogación de las reformas laborales.

En lontananza las autonómicas, que ahora dicen que serán en otoño. Urkullu está muy mosca porque a Otegi le hacen la campaña los corifeos del PP protestando por su presencia en el Europarlamento. Pura envidia.