Jon ORMAZABAL
Pelota

Como una bola de demolición de nueva generación

A sus 19 años, Iker Irribarria se mete por vez primera en las semifinales delManomanista tras una exhibición de potencia, pero también de recursos.

OLAIZOLA II 14

IRRIBARRIA 22


Hoy en día es muy complicado ver demoler un edificio con una bola de demolición, la herramienta de destrucción más de moda en los años 50 y 60. La potencia era el secreto de estas bolas de acero –de hasta 4.500 kilos– que convertían en escombros las construcciones más robustas. Por momentos, Aimar Olaizola se sintió ayer en el Labrit como esa pared que ve cómo se le acerca, a gran velocidad, esa mole de acero sin otra opción que apretar los dientes y tratar de recibir el golpe de un Irribarria desbocado.

«Creo que me ha sacado de la cancha. No sabía ni dónde ponerme, me quedaba en el cinco o el seis y aún así me pasaba por encima. Le da un montón y defender así es imposible». Fue el propio delantero de Goizueta, con esta declaración de impotencia, el que probablemente con más exactitud describió lo que el joven de Arama, a sus 19 años, desarrolló en la Bombonera. Porque, desde aquel recordado 1-22 de Irujo en el Ogeta en 2004, nunca se había visto al de Asegarce tan superado.

El sotamano que el de Arama puso en el rebote en el 6-1 quedará para el recuerdo de la exhibición del goierritarra ayer en el Labrit, pero de la misma manera que las bolas de demolición quedaron anticuadas para la retirada de materiales más delicados como pudiera ser el amianto, para superar a todo un Olaizola II hacen falta más recursos, e Irribarria los tiene.

La baza de Aimar

Tras probar con saques bombeados y al ancho, el de Goizueta buscó en los remates hacia la contracancha la vía por la que meterle mano, pero aunque aún debe progresar en esa defensa desde las tablas, la nueva sensación de la pelota tampoco es manco con su derecha –con la que arrimó pelotas con criterio además de por golpe–, domina todas las posturas –con su altura y su volea resulta muy complicado superarlo por alto– y además está en racha.

Con el material y el estilo de juego de hoy en día, el potencial del de Arama es brutal, como ayer quedó demostrado, pero los grandes proyectos nunca se construyeron en un día.