Joseba VIVANCO
Athletic

Un grupo competitivo detrás de un curso sobresaliente

La Europa League se ha convertido en el campeonato fetiche para los leones.

Lo decía Ernesto Valverde antes del último partido liguero ante el Sevilla, repetiría con los ojos cerrados firmar la próxima, una temporada como la actual. El Athletic termina quinto, con nada menos que 62 puntos, la tercera Liga con mayor botín para los rojiblancos tras las de 2013-14 (70), 97-98 (65) y 96-97 (64). Y lo hace después de haber alcanzado los cuartos de final de una competición que empieza a ser fetiche en Bilbo como es la Europa League y en cuartos de la Copa ante el favorito Barcelona.

Campaña sobresaliente en la que los leones han disputado 62 partidos y, como enfatizaba el ténico estos días, más allá de la exigencia del calendario, lo realmente destacable es haberlo hecho casi siempre a un nivel competitivo aceptable. «El calificativo es muy alto, pero sobre todo por cómo se ha comportado el equipo, los resultados son peores o mejores, pero el equipo siempre ha dado la cara, ha ido a por los partidos y a por las tres competiciones, y eso es de lo que más orgullosos podemos estar», lo resumía Aritz Aduriz, el abanderado de este año.

Tercera campaña consecutiva alcanzado el premio de jugar en Europa, el Athletic parece encaminado a asentarse en puestos que hasta no hace mucho eran poco menos que bilbainadas a principios de curso y ahora se han tornado en objetivos alcanzables. Tres ligas de este siglo han terminado con el Athletic entre los cinco primeros, la primera en 2003-04 pero las dos últimas en 2013-14 y en la actual 2015-16, y, llamativamente, todas ellas con Ernesto Valverde como entrenador. El de Viandar de la Vera es el artífice de esta ‘normalidad’ con la que el conjunto bilbaino se ha aupado a la pelea con esos equipos que habitualmente pugnan por situarse detrás de los ‘grandes’.

Este curso lo ha hecho y de qué manera. Solo hay que ver la ventaja sobre algunos de esos históricos rivales llamados a situarse en la parte noble de la tabla, caso de Valencia, incluso por delante del Sevilla, sin olvidar los 14 puntos sacados a su vecino la Real, cosa que no sucedía desde 1983. Buena culpa de estos logros radica en la salsa del fútbol, los goles. Con 58 dianas ha sido el cuarto más realizado, tras Barça, Madrid y Atlético. En el cómputo total de todas las competiciones, 105 tantos, el segundo mejor registro de su historia, tras los 108 de 1950-51.

Adiós de Gurpegi

Esta faceta ha tenido un nombre propio. El de Aritz Aduriz. El donostiarra, a sus 35 años, parece sumido en una eterna juventud, caído en la caldera del druida Panoramix. Nada menos que 36 goles de julio a mayo, de ellos 20 en Liga: un jugador vasco no marcaba 19 goles en Primera desde que Julio Salinas llegara a 20 con el Barça en 1988-89; un jugador del Athletic no marcaba 19 goles en una Liga desde que Dani llegara a 21 en la 1979-80; y un jugador guipuzcoano no hacía 20 goles en la máxima división desde que Silvestre Igoa llegara a 20 con la Real en 1952-53.

Los números elevan al olimpo rojiblanco al ‘zorro’ del Antiguo, cuyo premio ahora puede ser su convocatoria para la Eurocopa de Francia. Puntería arriba, liderada por el donostiarra, y candado atrás, con la llave en poder de otro veterano que no se lo va a poner fácil a los porteros jóvenes que vienen por abajo. Ante el Sevilla completó su partido 200 en primera sin salir derrotado, de ellos 187 con el Athletic. Un equipo que esta temporada ha firmado 13 partidos sin encajar un gol, una cifra que no se alcanzaba desde que Imanol Etxeberria llegara a los 19 en el curso 1997-98.

Aduriz e Iraizoz han sido dos de los pilares de un equipo apuntalado en las actuaciones individuales de jugadores como San José, Beñat, Balenziaga, De Marcos o Laporte, la aportación incalculable de Raúl García o el crecimiento de Williams. Las lesiones de algunos puntales han supuesto otro examen más para el grupo, superado con nota. Un curso que dice adiós, como lo ha hecho el capitán Carlos Gurpegi, y un nuevo reto en unos meses veremos con qué caras nuevas. Crecer supone apuntalar y eso pasa por mejorar lo presente. Al final, se trata también de ilusionar. Y este Athletic ilusiona.