Alberto PRADILLA

Los partidos españoles reducen Venezuela a una provincia electoral

Dos siglos después de que Venezuela se independizase, la derecha española utiliza el país latinoamericano como si fuese una provincia electoral. Su preocupación no es resolver la crisis política, sino reducirla a caricatura y tensionar en clave interna.

Venezuela dejó de ser colonia española hace más de dos siglos. Sin embargo, ante la cita con las urnas del 26 de junio, da la sensación de que partidos y medios del Estado la consideren como una provincia electoral. El país latinoamericano, que padece una grave crisis política y que ha sido permanentemente demonizado desde que el difunto Hugo Chávez ganó sus primeros comicios en 1999, es utilizado como fetiche no por preocupación sobre su situación, sino en clave interna. Quienes lideran esta estrategia son PP y Ciudadanos, que tratan de ligar a Podemos con la revolución bolivariana. Con la precampaña a pleno rendimiento, lo que ocurre en Venezuela se ha convertido en uno de los temas de discusión más recurrentes en el Estado español.

El primero que ha aprovechado el difícil contexto venezolano para sacar partido es Albert Rivera. El líder de Ciudadanos llegará hoy a Caracas invitado por la Asamblea Nacional, en manos de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) tras las elecciones del 6 de diciembre de 2015. «Más que mediar, tenemos que conseguir que haya un revocatorio o unas elecciones», argumentó Rivera al explicar el propósito de su viaje, en el que únicamente se entrevistará con miembros de la derecha venezolana. La reclamación del expresidente Diosdado Cabello, expresidente del legislativo, para que el político español sea expulsado en el momento en el que pise Caracas, ha servido para que Rivera intente presentarse como «adalid de la libertad». Su preocupación no es la grave crisis que sufre el país sudamericano, sino amarrar los votos de la derecha en el Estado.

Quizás para contrarrestar el intento de utilización de Venezuela por parte de Ciudadanos, el Gobierno español anunció el viernes que otorgaba la nacionalidad a seis opositores venezolanos. Todos ellos son familiares de Leopoldo López, líder del partido derechista Primero Justicia y encarcelado desde hace dos años. En concreto, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, anunció que entregarían el pasaporte a la hermana de López, Cristina y el marido de esta, Herman José Sifontes Tovar. Además, también se beneficiaron de la medida el presidente del diario “El Nacional”, Luis Carlos Serra Carmona; su espola, María Fernanda Sánchez; y sus dos hijos, Luis Carlos y Silvana Dolores.

Manifestación de la derecha

Tanto el PP como Ciudadanos coincidieron ayer en una manifestación celebrada en Madrid en la que se reclamó «la libertad, el respeto a los derechos humanos y la democracia» en Venezuela. Utilizar la imagen deformada del país latinoamericano es uno de los mecanismos que aplica la derecha española frente a Podemos. No se puede olvidar que en la última sesión de la legislatura, que tuvo lugar el 28 de abril, el partido liderado por Mariano Rajoy presentó una proposición no de ley para exhibir su apoyo a la oposición venezolana y dejar a la formación morada como aliada del presidente Nicolás Maduro. El debate se desarrolló entre falacias, medias verdades y tensionado por los gritos de algunos disidentes invitados por la derecha a presenciar la sesión. Se da la circunstancia de que uno de los expulsados de la Cámara Alta es Wilmer Baute, fundador de un fantasmagórico grupo autodenominado Meva (Movimiento Español Venezolano Antipodemos).

«Lamentablemente la izquierda radical no quiso apoyarla como tampoco está aquí», afirmaba ayer Fernando Martínez-Maíllo, secretario de Organización del PP, arropado por el padre de Leopoldo López, que recientemente también recibió la nacionalidad española. Era evidente cuáles eran sus objetivos. Tanto en Madrid como en Caracas, la intervención de la derecha española busca, por un lado, desgastar al Ejecutivo chavista, que afronta una difícil situación con la oposición exigiendo un referéndum revocatorio. Por otra, llevar la tensión al ámbito político español, caricaturizando al país sudamericano y convirtiéndolo en amenaza ante el avance de fuerzas transformadoras. Hay políticos españoles que parece no haber asumido que Venezuela se independizó hace más de dos siglos. Y más, en elecciones.