Jaime IGLESIAS
madrid
Elkarrizketa
JIAN ZHANG-KE
DIRECTOR DE «MÁS ALLÁ DE LAS MONTAÑAS»

«En China se han vivido cambios muy drásticos en muy poco tiempo»

Nacido en 1970 en la provincia de Shanxi, Jian Zhang-Ke es uno de los miembros más destacados de la llamada Sexta Generación de cineastas chinos. En sus películas analiza la situación de vulnerabilidad del individuo ante el impacto de los grandes cambios sociales que están aconteciendo en su país. Tras su paso por el último Zinemaldia ahora llega a las salas «Más allá de las montañas», su último trabajo.

La película propone, bajo la égida del melodrama, una mirada sobre las derivas emocionales de la generación que protagonizó el tránsito del comunismo al capitalismo a través de la historia de una mujer y de sus dos pretendientes de juventud en tres momentos de sus respectivas vidas: finales de los años 90, la época actual y 2025. Esa proyección futura le sirve a Jian Zhank-Ke para especular sobre los efectos de un fenómeno ligado estrechamente a la globalización, como es el de la pérdida de la memoria colectiva.

 

Atendiendo a la estructura tan particular que tiene esta película y a la cantidad de temas que convergen en ella, ¿en qué términos la definiría?

Creo que, en el fondo, lo que propongo en “Más allá de las montañas” es un viaje a través del tiempo que me hace confrontarme conmigo mismo no solo en la evocación de una época pasada, sino confiriendo a ese ejercicio de memoria una proyección futura. Lo que hago es apelar a mis propios recuerdos pero mezclándolos con mi imaginación a fin de especular sobre el devenir de las relaciones que se dan entre los tres personajes principales en lo que tienen de representantes de mi propia generación. En este sentido, la protagonista de mi película acaba la historia en el mismo punto donde la empezó porque creo que el transcurrir de los años lejos de cambiarnos lo que hace es afianzar nuestra esencia, que se mantiene en el tiempo. De un modo u otro, estamos condenados a la soledad, pero eso es algo que cuando somos jóvenes no asumimos.

 

Puestos a mostrar esa inalterabilidad de nuestra esencia ¿por qué ambientó la tercera parte del relato en el año 2025?

Mi idea inicial era la de construir un relato que reflejase la manera que tenemos de vivir los sentimientos en diferentes épocas de nuestra vida, por eso quise que la historia narrada transcurriera en un período largo de tiempo, un período que, en la primera versión del guion, comenzaba a finales de los años 90 y concluía en nuestros días. Pero según iba terminando de escribirlo me empecé a preguntar qué les deparará el futuro a estos personajes. Me interesaba, sobre todo el futuro de Tao, la protagonista, y de su hijo, Dólar, en la medida en que este era un personaje que en la versión inicial del relato carecía de autonomía, ya que todas sus decisiones, como niño que era, estaban condicionadas por sus progenitores. Entonces comencé a elucubrar sobre en qué medida el divorcio de sus padres y su condición de joven exiliado podrían llegar a forjar el carácter de este joven, es por eso que decidí prolongar la narración.

 

El personaje de Dólar le sirve a usted además para profundizar en el desarraigo hasta convertirlo en una suerte de paradigma de la sociedad futura.

En el caso de Dólar ese desarraigo responde no solo a su condición de emigrante sino de emigrante forzado. Su padre es uno de esos ‘nuevos ricos’ que surgieron en China al calor de las primeras medidas de inspiración capitalista que se adoptaron, pero como muchos de los de su especie, con el paso del tiempo estas figuras han tenido que enfrentarse a problemas con la justicia por delitos fiscales y su manera de afrontar esa realidad ha sido la de huir del país. Eso refuerza el extravío de este adolescente que nunca ha gozado de la libertad de decisión y que, por si fuera poco, ha aprendido a pensar y a expresarse en otro idioma, lo que le aleja aún más de sus raíces.

 

De todas maneras, ese es un argumento que usted ha explorado reiteradamente a lo largo de su filmografía ligando la pérdida de identidad a la propia evolución de China como país.

Sí, porque la pérdida de identidad es finalmente producto de toda una serie de circunstancias que se están dando en la China actual como la despoblación de pequeñas aldeas y regiones producto de los cambios económicos que vive el país. Un fenómeno que a su vez conlleva la pérdida de muchas lenguas y dialectos y, por qué no decirlo, de la memoria colectiva. Estamos avanzando hacia una homologación de la población.

 

Esa homologación de las expectativas, de los deseos de cada quien, es algo que también contribuye a restringir la expresión de nuestros sentimientos. ¿En qué medida el cambio de paradigma económico y cultural que se ha dado en China en los últimos años tiene que ver con ello?

La construcción de una identidad global basada en una cultura consumista crea una sociedad uniforme desvinculada de la conservación del propio legado y ese es un fenómeno que en la China actual se ha visto acentuado. Las nuevas tecnologías nos han facilitado el acceso a la información y podemos comunicarnos de una manera mucho más libre y rápida pero también nos han alejado de nuestra propia cultura al punto de desdeñar cualquier manifestación artística local frente a lo que nos llega de fuera. El cine de Hollywood, por ejemplo, tiene hoy en China uno de sus principales mercados. Todo esto redunda en la pérdida de la propia identidad y contribuye, indirectamente al desarraigo que experimentan muchos ciudadanos. A algunos les podrá parecer exagerada la proyección futura que de este fenómeno hago en “Más allá de las montañas”, pero habida cuenta también de que entre los jóvenes chinos el hábito de lectura ha descendido, veo bastante plausible un futuro donde el desconocimiento del propio idioma esté a la orden del día.

 

¿Ese cambio en las demandas del público chino no condiciona su trabajo?

A nivel creativo no, aunque es verdad que muchos colegas han sucumbido a esa influencia del cine norteamericano en la sociedad china actual y cuando articulan sus narraciones lo hacen copiando el canon de representación hollywoodiense. Mi preocupación pasa, sobre todo, por el poco espacio que nos deja el cine de Hollywood a nivel de exhibición, han copado nuestro mercado al punto de que no haya apenas pantallas para proyectar cine chino. A mí el cine de Hollywood me parece que tiene cosas buenas y no seré yo quien participe de ese discurso tan manido acerca de la colonización cultural, pero sí que me inquieta que no haya espacio para otro tipo de propuestas.

 

Junto con la pérdida de la identidad el otro gran tema que está presente en la mayoría de sus películas, es el de la incidencia del azar sobre nuestro destino. ¿Es algo que le fascina particularmente?

Me interesa sobre todo el modo en que los destinos individuales pueden llegar a quedar condicionados por aspectos que escapan a la propia capacidad de decisión y eso es algo cada vez más frecuente en una sociedad globalizada como la nuestra, que se encuentra en pleno proceso de cambio y donde el poder político y financiero cada vez tiene un mayor peso a la hora de incidir, con sus decisiones, sobre el proyecto de vida de los ciudadanos, sobre todo de aquellos pertenecientes a las clases sociales más bajas y que, como tal, son más vulnerables.

 

Pero eso que comenta no es una particularidad de China…

No, es cierto, afecta a todas las sociedades pero en China se han vivido cambios muy drásticos en muy poco tiempo. Por ejemplo en mi película “24 City” (2008) quise reflejar los efectos que conlleva el paso de una economía planificada a una economía liberal pero centrándome en las consecuencias que eso tiene sobre la clase obrera puesto que en China son millones y millones de obreros los que se han visto despojados de sus empleos como consecuencia de decisiones que son completamente ajenas a ellos. También en “Naturaleza muerta” (2006) quise mostrar las consecuencias que la construcción de una presa, decretada por el gobierno, tenía sobre los habitantes de un territorio concreto que, de la noche a la mañana, se veían obligados a dejar sus casas. En definitiva, me interesa mostrar esas agresiones constantes que sufren los más humildes por parte de los poderosos y cómo, en la medida de sus posibilidades y apelando a su orgullo, resuelven defenderse, frente a las mismas.