Jon ORMAZABAL
Pelota

Disfrutando de su camino

Mikel Urrutikoetxea repasa con GARA su primer año como campeón, para él no más que otra plácida etapa de una carrera en su cénit.

Lejos de ejemplos como los de Martínez de Irujo y el propio Irribarria, que servirían para justificar la teoría del Big Bang, también en lo pelotístico, con una explosión casi repentina, Mikel Urrutikoetxea es de esos que prefiere disfrutar del camino. Es más, a pesar de que todo gran viaje comience con un pequeño paso, el de Zaratamo reniega de que la lesión de Oinatz Bengoetxea supusiera ese punto de inflexión que desató todo aquello que venía apuntando. A pesar de las tres txapelas y cuatro finales consecutivas –algo que antes solo habían conseguido tres astros como Retegi II, Olaizola II y Martínez de Irujo–, el campeón vigente en todas las distancias sigue «sin darle demasiadas vueltas» y trata de seguir gozando de esta maravillosa aventura que arrancó cuando, de muy pequeño, comenzó a soltar pelotazos en el coqueto frontón cercano a su casa.

«Quizá los resultados han destacado mucho más en el último año pero en los últimos dos años y medio o tres estaba jugando muy a gusto a pelota. Estaba gozando, sin lesión de ningún tipo y eso, al final, en la vida de un deportista hace mucho. Además, en los últimos años he ido aprendiendo cosas poco a poco y, así, este último año los resultados me han acompañado», declaraba ayer a GARA, en el día en el que cumplió 27 años.

En este sentido, tampoco se siente obligado a pasar la reválida de su victoria del año pasado, mediatizada por la lesión de Bengoetxea y prefiere volver a gozar de un frontón lleno. «La cabeza también hace mucho, pero si te respetan las lesiones la cabeza también funciona de otra manera. Al final, te entrenas y juegas también con otra confianza. Creo que en los primeros años me faltaba un poco eso. Muchas veces sufría mucho de las manos y no le daba una continuidad a mi juego y cada vez que salía a la cancha sufría mucho», alarga su explicación el vizcaino. Trabajando con un dietista, también ha ganado más diez kilos en sus casi siete años como profesional «y eso lo noto. Sé que tengo posibilidad de mejorar, que debo mejorar, pero vamos poco a poco».

El histórico peso del gerriko rojo tampoco le ha causado demasiadas incomodidades. Un fortísimo pelotazo en la cara recibido en Zornotza al poco tiempo de estrenar condición de campeón no le permitió disfrutar del verano como hubiera querido pero, en líneas generales, ha sido un año plácido. Eso sí, «la repercusión mediática ha sido mayor, sales más por la tele y te paran más para animarte o pedirte un autógrafo», algo que para nada le molesta. «A decir verdad, cuando viene un chaval a pedir una foto o un autógrafo, es algo que hago encantado, sobre todo con los niños y niñas, porque yo también lo he sido y me hacía mucha ilusión conseguir alguna firma. Creo que a ellos les hace esa misma ilusión y lo hago encantado», añadió.

Compañeros de viaje

En toda trayectoria vital también reulta indispensable rodearse de buenas compañías y dos compañeros, Pablo Berasaluze y Aimar Olaizola le han marcado buena parte de su camino. En esta última etapa, el de Berriz ha sido mucho más que su botillero. «Le estoy muy agradecido. Fuera de la cancha también pasamos muchas horas juntos, somos muy amigos y, para cualquier cosa, tengo mucha con- fianza con él. Tener cerca una persona así es de agradecer. Tener un botillero así me transmite mucha tranquilidad, porque sé que yo juego en la cancha, pero tengo como botillero a otro pelotari que lleva 18 años como profesional, que ha jugado y visto muchísimos partidos y que sabe mucho de esto».

La influencia de Berasaluze va incluso más allá. Sobre todo porque le ha hecho creerse lo bueno que es. «En eso siempre me mantiene en el partido y se nota mucho. Muchas veces recuerdo lo a gusto que andaba en el Cuatro y Medio en los primeros años y que después perdí esa confianza en mí mismo. En el primer entrenamiento le decía que esto no era para mí, que dentro del Cuatro y Medio me encontraba atado y el me respondía que sí, que sí y que sí, y terminé ganando la txapela».

Tampoco repara en elogios con Aimar Olaizola, su ídolo de infancia, protagonista en dos de sus tres txapelas, por mucho que la más épica pudiera parecer la obtenida ante Irujo. «Las tres fueron muy especiales. Ganar una final siempre es muy especial, y no te sabría decir cuál me hizo más ilusión. La primera final la jugué ante Aimar, que era el ídolo de siempre, y ganarle fue muy grande, pero sobre todo destacaría la del Parejas. Ganar haciendo pareja con él fue muy especial». Y eso que no pudo disfrutarla, porque terminó con la lesión de Martínez de Irujo. «Fue una pena por Irujo, que se lesionó y no se lo deseas a nadie pero, sobre todo, por Rezusta, que estaba en su primera final y no tuvo opción de gozar hasta el 22. Probablemente tendrá mas oportunidades porque es un gran pelotari».

Ahora es él el que debe acostumbrarse a estar a tope todo el año. Eso es algo bueno, aunque el cuerpo lo nota, comienzas los entrenamientos más cansado y recuperar tras los partidos cuesta más». Este domingo se cogerá 10 días de vacaciones «para desconectar. Pero nunca me cansaré de la pelota». Y es que la pelota es «su camino».

«Irribarria le da mucho, pero otros pelotaris también»

Iker Irribarria representa, posiblemente el camino antagónico a la elite del dibujado por Mikel Urrutikoetxea, por calificarlo de alguna manera, de maceración mucho más pausada. El de Arama ha tenido un impacto brutal e inmediato en su primera participación en un Manomanista de Primera, acaparando adjetivos superlativos de todos los colores. No podía ser de otra forma y el de Zaratamo relativizó todos los titulares y comentarios que han utilizado pelotazales de toda índole tras ver el campeonato del de Aspe. «Yo creo que tiene muchas cualidades para jugar a pelota, se le ve. Quizá es sorpresa por haber llegado a una final tan rápido, pero estará en muchas finales», apunta el campeón.

De principio, no entró a valorar si es el rival más pegador de los últimos tiempos. «No sé, no te puedo decir porque soy joven, no sé lo que pegaban antes y no soy el más adecuado para opinar. Está claro que ha sorprendido, pero también que hay otros pelotaris que le dan muchísimo, el propio Rezusta, Zabaleta... Irujo también le da mucho. Hay muchos que le dan mucho a la pelota», insiste Urrutikoetxea.

En ese sentido, no se siente para nada atemorizado por las exhibiciones realizadas por el de Aspe ante dos estrellas del calibre de Olaizola II y Bengoetxea VI. «Miedo no se le debe tener a ningún pelotari y respeto a todos, porque el que llega a profesionales es por algo y todos juegan mucho porque no es nada fácil entrar y hacerlo bien», agregó en un tono que puede parecer buscar lo políticamente correcto pero que, conociendo al de Zaratamo, poco o nada tiene de pose.

Ayer realizó, junto al aficionado Laso, sparring que ha empleado con asiduidad este último año, su último entrenamiento previo a la final. Enfrentarse ahora a un pegador de tal calibre no le ha llevado a variar su rutina. «No hemos hecho nada especial, hemos entrenado normal, como siempre y no hemos preparado nada raro. Yo debo hacer lo mío bien, saltar a la cancha y gozar del momento, si lo consigo creo que, como él, tendré mis opciones».

Además, la evolución que experimentado en el Campeonato tras el complicado debut ante Joseba Ezkurdia, «en el que pudo ganar cualquiera», le hace ser optimista. J.O.