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Grecia inicia el desalojo de Idomeni, símbolo del fracaso de la UE

El Gobierno griego empezó ayer a desalojar el campamento de refugiados de Idomeni, símbolo del fracaso de la política migratoria de Europa, que tras el cierre de las fronteras llegó a albergar a más de 12.000 solicitantes de asilo. La Policía había obligado a abandonar el lugar a voluntarios y periodistas.

La Policía griega evacuó ayer a más de 2.000 refugiados del campamento de Idomeni, en la frontera con Macedonia, donde desde hace meses se hacinan miles de personas que huyen las guerras y la miseria, y que llegó a albergar a más de 12.000 personas. Por la noche, los agentes obligaron a abandonar el lugar a periodistas y voluntarios que prestaban asistencia allí.

La operación empezó al amanecer y proseguía anoche. En total, 2.031 refugiados fueron llevados a centros de acogida oficiales en el norte del país en 42 autobuses, una actuación que durará una semana. En los últimos días ya habían sido trasladadas unas 2.500 personas.

La evacuación se llevó a cabo de forma pacífica, según la Policía. «Estaban cansados, probablemente se dieron cuenta de que la frontera no se abriría y las últimas lluvias colmaron la medida», señaló una fuente policial. «Parece que la gente está aliviada con la evacuación», apuntó a Efe la portavoz de Médicos Sin Fronteras en Idomeni, Vicky Marolefa.

Sin embargo, Oihana Goikoetxea, enfermera de Ondarroa que junto a su hermana médica, Enara, asiste a los refugiados de Idomeni como voluntaria desde el 11 de mayo, dijo a GARA que el 60% de sus ocupantes son niños y familias que lógicamente no iban a poner resistencia.

El superpoblado y caótico campamento de Idomeni se había convertido en símbolo de los padecimientos de centenares de miles de personas que huyen de países de Medio Oriente, Asia y África y confrontan a Europa a su peor crisis migratoria desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Fue abierto el año pasado por grupos humanitarios para acoger a un máximo de 2.500 personas.

A las seis de la mañana, con apoyo de unos 400 policías, empezaron a salir los primeros autocares con refugiados, que fueron separados por nacionalida- des y por etnias para ser llevados a campos diferentes.

Sin testigos

La Policía había obligado ya por la noche a los medios y a los voluntarios que se encontraban en el lugar a abandonar el campamento, y tan solo permitieron a la cadena de televisión pública ERT y a la agencia de noticias griega AMNA permanecer allí para informar sobre el curso del desalojo.

Goikoetxea relató a GARA cómo la noche del lunes fueron despertadas por varios policías que les conminaron a abandonar Idomeni y les escoltaron hasta que se alejaron lugar en coche. Los voluntarios habían decidido permanecer en el lugar tras el anuncio de desalojo.

«No querían testigos ni eco mediático. Querían dejar a los refugiados vendidos, porque el campamento se ha mantenido con ayuda de los voluntarios, que distribuían alimentos y daban otros servicios, y al perder esto es más fácil que se presten a ser trasladados», aseguró Goikoetxea, que denunció la actitud de la Unión Europea.

También Médicos Sin Fronteras también mostró su preocupación por la posibilidad de que las autoridades griegas interrumpan esa asistencia.

Conscientes de que las fronteras no volverán a abrirse y de que su sueño de llegar a Europa se ha visto truncado, los refugiados de Idomeni aceptaron su traslado a otros centros. Sirios e iraquíes podrán tramitar su solicitud de asilo, pero el resto puede ser deportado.

Los traslados se hicieron a instalaciones en Sindos y Derveni, ambos en las cercanías de Salónica, en el norte del país.

Se trata de dos de los siete nuevos centros de acogida que ha preparado o está ultimando el Gobierno con vistas a dar cabida a todos los refugiados de Idomeni, que a primeras horas de la mañana todavía acogía a cerca de 8.500 personas.

La capacidad total de acogida de estos centros, recintos cerrados controlados por el Ejército y sin libertad de movimientos, es de unas 8.000 personas.

Organizaciones humanitarias han denunciado varias veces las deplorables condiciones sanitarias y de seguridad del lugar. Unos 100 migrantes decidieron no ir a los centros de acogida y se dirigieron a pie a Salónica.

Acnur anunció el envío de personal suplementario para ayudar en el proceso de evacuación, mientras la ONG Save the Children advertía de que nos 4.000 niños refugiados podrían quedar desprotegidos tras la evacuación de Idomeni.

El desalojo coincidió con a celebración, en Estambul, de la Cumbre Mundial Humanitaria, en la que, con ausencia de los líderes de las grandes potencias, se registraron unas 1.500 propuestas y promesas para hacer más eficiente la asistencia de emergencia, proteger mejor a los trabajadores humanitarios y combinar la ayuda en momentos de crisis con la que se ofrece para un desarrollo a largo plazo.

55.000 civiles permanecen atrapados en el fuego cruzado en la ciudad iraquí de Falujah

Siete millones de personas viven en regiones controladas por el Estado Islámico (ISIS) y «no hay manera de acceder a unos 55.000 civiles en Falujah», denunció Norwegian Refugees Council. Su secretario general, Jan Egeland, recordó en Estambul que la situación de los refugiados es dramática, pero estimó aún más preocupante el destino de aquellos a los que las organizaciones internacionales ni siquiera tienen acceso. «Ahora hay 55.000 civiles atrapados en el fuego cruzado en Falujah, dominada por el ISIS, que combate contra las fuerzas iraquíes, y no hay manera de acceder a ellos», denunció el responsable de una de las mayores ONG dedicada a los refugiados.

En total, siete millones de personas viven en zonas bajo control del ISIS y es «muy difícil» negociar con los yihadistas para que abran vías humanitarias, dijo.

Varias organizaciones han denunciado en Estambul las frecuentes violaciones de la ley humanitaria, como los bombardeos de hospitales o la ocupación de colegios por grupos armados, en flagrante violación de la Convención de Ginebra.

«Se ha difundido una idea de que ‘el médico de mi enemigo es mi enemigo’. ¡No! El médico de mi enemigo está haciendo su trabajo», subrayó Egeland.

También Cruz Roja instó a respetar la Convención de Ginebra y cerrar «la peligrosa brecha entre discurso y práctica y poner fin al derrumbe del consenso respecto a la ley», opinó su presidente, Peter Maurer. Aparte de dejar de matar civiles, secuestrar trabajadores humanitarios o bombardear hospitales, «hay que intervenir con toda la fuerza y autoridad cuando se observa que otros cometen este tipo de actos», exigió.GARA