Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Madame Bovary»

La eterna insurgente ante los cánones sociales

El clásico literario de Gustave Flaubert no es ajeno al reclamo inspirador que sigue provocando entre cineastas actuales que, siguiendo la estela de Vincente Minelli, Jean Renoir, Claude Chabrol o el mismísimo Arturo Ripstein, apuestan por seguir indagando en las entrañas de un texto siempre abierto a nuevas lecturas y, sobre todo, a la indagación de esos elementos tan característicos del drama folletinesco. La universalidad de este texto se concentra en el rol totémico de la protagonista, la cual siempre ha sido considerado como un «caramelo interpretativo» para varias generaciones de actrices que, cada cual y a su manera, han reinventado personaje de la joven que antes de que se cruzara en su vida el doctor Charles Bovary, primero se llamó Emma Rovault. En esta nueva versión filmada por Sophie Barthes no encontramos altisonancia alguna que trastoque el consabido tempo narrativo de la trama original porque todo transcurre por los parámetros del respeto escrupuloso hacia una historia ya de por sí suculenta y que nos coloca ante la doble moral de una sociedad siempre abierta a la suspicacia. El puntillismo adoptado por la autora de películas como “Cold Souls” adquiere su mayor evidencia en una ambientación exquisita y una escenografía muy acorde con lo narrado. Esta fidelidad a Flaubert también queda manifiesta en la interpretación de una Mia Wasikowska que acierta a plasmar el perfil de una mujer cuya declaración de intenciones ante la vida, la sociedad y las emociones, siempre ha sido puesta como ejemplo de rebeldía ante los cánones patriarcales de la sociedad. En la insurgente “Madame Bovary” planteada por Barthes prevalece ese legado tan primitivo y a la par tan imperecedero que acapara todo el protagonismo de una película que si bien no chirría se limita a no profundizar un poco más en las entrañas de una obra que continúa seduciendo.