Ingo NIEBEL
Periodista e historiador
Reunión DEL Club Bilderberg en Dresde

La élite política y financiera occidental se reúne en secreto

El 64° encuentro del Club Bilderberg tiene lugar estos días en Dresde entre su habitual opacidad y la protesta de la Nueva Derecha alemana. Políticos y aristócratas, industriales, banqueros y ex jefes de inteligencia hablan a puerta cerrada, en un lujoso hotel de la ciudad sajona, sobre el futuro de la Unión Europea y Estados Unidos.

Debido a su tradicional secretísmo, el Club Bilderberg invita a alimentar cualquier teoría de conspiración sobre la colaboración del capital occidental con políticos, industriales y ex directores de servicios secretos. También este encuentro anual da para especular sobre lo que se hablará en el hotel de lujo Taschenbergpalais –situado en el centro de Dresde y vigilado por 400 policías– a puerta cerrada porque no permite ninguna cobertura periodística. Los participantes pueden pasar la información pero sin identificar a nadie.

El comité directivo lo componen en su mayoría empresarios y banqueros. Los políticos como José Manuel Durão Barroso, el expresidente de la Comisión Europea, son minoría. Solo ofrece una lista de invitados y los temas a tratar. Los gastos del encuentro se desconocen, aunque medios alemanes señalan a la empresa europea Airbus como el principal patrocinador. En el pasado, los costes para la seguridad los cubría el erario público.

Por un lado, esta especial opacidad la que distingue al Club Bilderberg de la Conferencia de Seguridad de Munich y del Foro Económico Mundial de Davos. Por otro, es su carácter meramente transatlántico. En 1954, el primer encuentro se realizó en el neerlandés Hotel de Bilderberg, cuando las relaciones entre EEUU y sus aliados en Europa occidental pasaban por una crisis. Se sabe que los Tratados de Roma, fundamentos legales sobre los que se ha construido la actual UE, son resultado de aquellos primeros encuentros clandestinos. Durante décadas, el príncipe Bernardo de Holanda, con David Rockefeller en el fondo, dirigía el Club. Ahora, su hijo Willem Alexander acude a Dresde en calidad de rey de los Países Bajos aunque la voz cantante la lleva el director del consejo asesor, Henri de Castries, a la sazón presidente de la compañía de seguros AXA y amigo personal de Nicolas Sarkozy.

Además de proceder de estados de la OTAN, a los participantes les une su posición proestadounidense y neoliberal. El tradicional anticomunismo del Club se expresa, por una parte, en una posición reacia hacia China y Rusia, y, por otra, en el rechazo a personas y políticas que promueven algún tipo de “cambio” desde la izquierda. Por eso no extraña que los dos países formen parte de la agenda en Dresde y tampoco que se hable de la precariedad. Este último tema llama la atención porque la fundación Bertelsmann, el think tank de ese trust mediático alemán, acaba de publicar un estudio que constata que «el sur de Europa empobrece». Como consecuencia, muchos de los diez millones de afectados cuestionan el modelo económico de la UE. Ninguno de los invitados es conocido por defender los intereses de la mayoría social. Por lo tanto, se puede suponer que los Bilderberg buscarán una solución para controlar esa situación.

De ahí se explica, quizás, por qué han invitado a Ciudadanos, que está representado, no por Albert Rivera, sino por su asesor económico Luis Garicano. Le acompañan los directores de Telefónica y Banco Santander, César Alierta y Ana Botín, respectivamente. No en calidad de periodista de “El País”, sino como jefe de Prisa, está presente Juan Luis Cebrián, el único español en el comité directivo del Club Bilderberg.

No faltan voces que atribuyen al Club en general, y en especial al estadounidense Henry Kissinger, la iniciativa que llevó a Juan Carlos de Borbón a abdicar. Mientras tanto, la prensa amarilla española se pregunta si Letizia Ortiz toma el relieve de su suegra, Sofía de Grecia, representando a la Casa Real en el Club. No obstante, ninguna de las dos figura en la lista oficial de participantes.

Sin embargo, no es ningún secreto que sí acuden el ex jefe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) David Petraeus y su (ex)homólogo británico del MI6 John Sawers. Ambos trabajan en consultorías que hacen de bisagra entre política, economía e industria y servicios secretos. Los dos nombres bastan para alimentar cualquier teoría sobre conspiraciones reales o hipotéticas.

Estas últimas son la leña en el fuego propagandístico del neonazi Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD), de la Alternativa para Alemania (AfD) y del movimiento xenófobo Pegida. Estos tres, más el pseudoizquierdista “Rote Fahne” (Bandera Roja), ven en la conferencia de los integrantes del Club Bilderberg la conjura del capital, de Estados Unidos y de Israel contra la soberanía nacional alemana y, por eso, protestan estos días en las calles de Dresde.