Natxo MATXIN
CUARTOS

Gales hace historia tras dinamitar el talento belga

Henchidos de efectividad en ataque, los de Coleman remontaron al aprovechar la fragilidad defensiva rival.

GALES 3

BÉLGICA 1


Lo más lejos que había llegado Gales en un campeonato internacional fueron unos cuartos en el Mundial de 1958, donde quedaron apeados por un gol de Pelé. Ayer, la escuadra dirigida por Coleman hizo historia al clasificarse para semifinales en su primera participación en una Eurocopa. Los dragones achicharra- ron a una Bélgica, cuyo talento vuelve a quedarse a las puertas y a la que le penalizó sobremanera sus bajas en defensa.

No hubo lugar a la especulación. Las dos escuadras salieron a pecho descubierto, sin tapujos, buscando la meta contraria y usando las armas que, en un principio, se les atribuían a unos y otros. Bélgica, tocando, elaborando, trabajando la jugada hasta buscar el hueco necesario en la retaguardia rival. Gales, tirando de velocidad, con sus creativos Ramsey, Allen y, sobre todo, Bale.

Los centroeuropeos estuvieron más entonados en ese primer cuarto de hora. Hasta tres remates consecutivos en una misma jugada –todos ellos rozaron el gol– bien pudieron adelantar a los de Wilmots, mientras su adversario lo fiaba a las galopadas de la estrella madridista, quien de esa manera ya había estrellado la pelota en el exterior de la red.

Bélgica, en todo caso, estaba ofreciendo una mejor imagen y parecía más cercano a inaugurar el electrónico, como así ocurrió cuando Nainggolan se sacó un chutazo marca de la casa –ya se había estrenado de tal suerte frente a Suecia– que se coló por toda la escuadra pese a la estirada de Hennessey. Paradójicamente, lo que debía ser un bálsamo se convirtió en toda una penitencia. El 0-1 no solo frenó el ímpetu belga, sino que espoleó a Gales que, a partir de ahí, se hizo dueño y señor del encuentro hasta el descanso.

Gales explota el balón parado

De manera inesperada, los papeles variaron. Los pupilos de Coleman le escondieron la pelota a los talentosos, que no hicieron sino correr detrás de ella. La escuadra británica, además, pronto fue consciente de las carencias defensivas del adversario en su costado izquierdo, con las bajas de Vermaelen y Vertonghen. Denayer y Jordan Lukaku –hermano pequeño de Romelu– eran una auténtica vía de agua por donde el juego galés percutió hasta llevar música celta a las gradas de sus hinchas.

Bélgica también sufría, y mucho, a balón parado. Cada córner, cada falta cercana a su área era un auténtico suplicio en el juego aéreo. La sangría se convirtió en empate recién rebasada la primera media hora. El 1-1 conseguido de perfecto cabezazo de Williams a saque de esquina botado por Ramsey hacía justicia al sorprendente juego combinativo de los de Coleman, quienes ya habían avisado con antelación mediante un remate de Taylor al que respondió con un paradón Courtois. La discontinuidad belga tenía su castigo en una Gales mandona y creyendo seriamente en sus posibilidades de hacer historia.

Cambio táctico inerte

Wilmots decidió en vestuarios que había que dotarle de otra dinámica al envite y preparó un cambio con variación táctica incluida. Fellaini entró para reforzar la medular y, especialmente, robar el esférico lo más arriba posible. La fórmula generó nuevas expectativas en unos diablos rojos que funcionaban en plan montaña rusa. Encimaron el Lukaku ariete y De Bruyne, pero el partido iba a ir por otros derroteros bien diferentes.

El efecto duró lo que la gaseosa. Tanto como lo que le costó a Bale mandar un balón largo para que el cuero acabase en los pies de Robson-Kanu, cuya maniobra dentro del área tuvo su mérito, pero también dejó bien a las claras el desastroso balance defensivo belga. El 2-1 dejó muy tocados a los centroeuropeos, que fiaron su suerte a los testarazos del citado Fellaini.

Sin embargo, la efectividad estaba ayer del lado galés, cuyos incondicionales llegaron al éxtasis cuando disfrutaron del precioso y preciso remate de cabeza del recién entrado Vokes para poner el definitivo 3-1 y hacer historia en su primera participación en una Eurocopa.