Pablo GONZÁLEZ
Periodista

Las sanciones, un peligroso precedente en el que se mezcla deporte y política

Hay dos maneras de analizar las sanciones contra Rusia en el ámbito deportivo. Por un lado, existen datos preocupantes sobre el uso del dopaje en ese país, especialmente en el atletismo. Sin embargo, por otro, se aplican unas sanciones sin precedente ni base real demostrada para ello, obviando a otras naciones con prácticas parecidas. Todo ello viene acompañado de una importante campaña mediática que pone en tela de juicio a todo el país y su sistema político.

Buena parte de la campaña mediática, incluido el reciente informe de McLaren, se basa en las declaraciones de Grigori Rodchenkov un ex funcionario de la agencia antidopaje rusa que ahora vive en EEUU, y según el cual el estado ruso utilizó incluso a los servicios secretos para tapar los positivos de sus atletas en los juegos de invierno de Sochi, donde Rusia era anfitriona y se impuso en el medallero, en el que ganó gracias a dos nacionalizados, un coreano y un estadounidense, que aportaron 5 de sus 13 medallas de oro. Además, la mayoría de deportistas rusos compiten a menudo en pruebas fuera de su país, donde los servicios de seguridad rusos poco pueden hacer por encubrirlos.

Por todo ello, desde la propia Rusia, la prohibición de competir a sus atletas y la posible sanción a todo el equipo olímpico se ve como parte de una agresiva campaña en contra del país. Sí, existen problemas con el dopaje en el deporte ruso, herencia en parte de la URSS, en parte de las ganas de ganar a toda costa, algo presente en la mayoría de potencias. Sin embargo, suspender a toda una nación sin pruebas sólidas para ello, cuando muchos de sus deportistas compiten fuera sin problemas será un duro golpe para el movimiento olímpico.

Además, deja la seria duda de la separación de deporte y política. La campaña mediática sobre el dopaje ruso abre una nueva puerta de esa incipiente guerra fría entre Moscú y Washington. Son muchos los expertos y analistas que interpretan el escándalo del dopaje y la suspensión como una supuesta muestra de la falta de legitimidad del gobierno de Vladimir Putin. No cabe duda que eso se utiliza desde Rusia como un ejemplo más de la agresividad de Occidente hacia el país, lo que encaja con la retórica del Kremlin de los últimos tiempos.

Si, finalmente, los deportistas rusos no pueden competir en los Juegos Olímpicos de Río, las consecuencias a la larga serán difíciles de prever, pero serán desde luego negativas. Manda el mensaje claro que cualquier régimen no afín a los intereses de EEUU se puede ver fuera del deporte mundial.