Mikel ZUBIMENDI

Tim Kaine, senador por Virginia, número dos de Clinton

Finalmente, Hillary Clinton ha optado por el senador de Virginia, Tim Kaine, como candidato a vicepresidente de EEUU. Esta elección cabe interpretarse como resultado de un puro cálculo político, por la conexión de Kaine con los hispanohablantes, las minorías y la clase obrera blanca. Pero también ha contado el hecho de que sea considerado como una persona amable, de consenso, capaz de hacer equipo y fácil de tratar en el ámbito de la química personal.

Como apuntaban las quinielas, Hillary Clinton ha seleccionado a Tim Kaine como candidato a vicepresidente. Sin duda, esta elección puede entenderse como consecuencia de un puro cálculo político. Pero, además, cuando se elige a alguien con el que se debe trabajar mano a mano durante cuatro u ocho años, la química personal y el carácter importan, y mucho. Al optar por hacer tándem con Kaine, Clinton apuesta por una figura del stablishment demócrata bastante popular y bien vista, con fama de amable, con una reputación de persona de consenso y con capacidad de hacer equipo.

Los analistas coinciden en que, a sus 58 años, Kaine tiene cualidades, trayectoria y dotes comunicativas que pueden ayudar a Clinton a conseguir la presidencia de EEUU. Proveniente de una familia de clase obrera, hispanohablante, abogado por los derechos civiles, licenciado en unas prestigiosas universidades privadas del noreste estadounidense, este exalcalde de Richmond –donde más de la mitad de la población es negra– tiene estrechos vínculos con la comunidad afroamericana.

«Progresista moderado»

El hecho de haber sido uno de los primeros apoyos que tuvo Obama dentro del aparato del Partido Demócrata y de ser representante de un estado-bisagra (swing state), que suelen ser la llave para llegar a la Casa Blanca, como el de Michigan, ha jugado también en esta elección. Con capacidad de entender las preocupaciones de la menguante clase obrera blanca de EEUU y comprometido con los derechos sociales, Kaine habla también el lenguaje de la responsabilidad fiscal, la libertad de empresa y, algo que le ha valido no pocas críticas, del apoyo a los tratados intercontinentales de libre comercio.

Esta ambivalencia calculada ha sido útil para construir su figura en torno a una posición progresista y moderada. A la izquierda del Partido Demócrata, muchos le critican por ser demasiado centrista, pero sus numerosas iniciativas en defensa de las mujeres, por el control de armas, en defensa del trabajo o de las minorías, también le hacen ser objeto de duras críticas de los lobbies conservadores más extremistas.

Sopesando todos estos elementos de la balanza, finalmente Hillary Clinton se ha decantado por un político con el que se siente cómoda y cree que hace más fuerte el factor suma en torno a su candidatura.