M.I.
LA MINA

No se sabe si es terror, no se sabe si es Kentucky

T oda la puntual y abundante información que llega de “La mina” es muy autocomplaciente, pero a costa de resultar contradictoria. Normalmente, las películas de bajo prespuesto que se ruedan en el Estado español en inglés, con la intención de acceder al mercado internacional del género terrorífico, suelen pasar bastante desapercibidas en la cartelera comercial. Pero “La mina” está siendo publicitada en función de la presencia como figura estelar de Matt Horan, y eso lo cambia todo, porque el cantante del grupo Dead Bronco cuenta con una muy engrasada maquinaria promocional detrás, basada más en la imagen que en la música en sí.

Mientras tanto el director de la película no sabe o no puede explicar las razones por las que un proyecto que inicialmente transcurría en escenarios reales madrileños acaba trasladado a unas ficticias localizaciones de las montañas de Kentucky, porque en realidad la mina que aparece es asturiana. La verdad es que esta película, tal como ha salido, no encaja mucho dentro de la trayectoría de Miguel Ángel Jiménez, que hasta ahora se había destacado como un realizador viajero respetuoso con el cine de contenido antropológico. Por eso se fue al Caucaso para hacer sus anteriores “Ori” (2009) y “Chaika” (2012). No se puede hacer “Winter’s Bone” (2010) fuera de los EEUU.