Mikel ZUBIMENDI
Elkarrizketa
ANAT BEN NUN
DIRECTORA DE EXTERIORES DE LA ONG SHALOM AKHSHAV-PEACE NOW

«La ocupación no es sostenible, tiene que terminar y terminará»

Esta activista contra la colonización de Palestina es, a sus 31 años, una de las figuras de la izquierda israelí más conocidas en la defensa de una paz basada en dos estados para dos pueblos. Es punzante contra la deriva antidemocrática y ultraderechista del Gobierno de Israel.

Anat Ben Nun ha visitado recientemente Euskal Herria, invitada por el Festival de Documentales de Baigorri. Participó en un coloquio que, bajo el título de “Mujeres frente a la violencia”, reunió entre otras a la representante del colectivo de Familias de Desaparecidas de Argelia, Nassera Dutour; a la histórica militante abertzale Kristiane Etxaluz; y a la miembro de la Clínica Jurídica de la Fundación Panzi de la República del Congo, Yvette Kabuo.

Colaboradora del diario “Haaretz”, activista de izquierdas e investigadora universitaria, Ben Nun atendió a GARA para compartir el sentido de su compromiso, de su militancia en el movimiento Peace Now en favor de una paz que «respete el derecho a la autodeterminación», basada en dos estados.

Preguntada sobre el trabajo de Peace Now, por si perciben una atmósfera social favorable u hostil, comienza haciendo historia: «Peace Now fue fundada en 1978 en un acto conocido como la ‘Carta de los Oficiales’. Tras la visita del presidente de Egipto, Anwar el-Sadat, un grupo de 348 oficiales reservistas y soldados del Ejército dirigió una carta abierta al primer ministro llamando a no desperdiciar aquella oportunidad. Decenas de miles de israelíes la secundaron, la gente se dio cuenta de que la presión social en defensa de la paz podría dictar el curso de la historia. Desde entonces, Peace Now es un actor de primer orden, organizó la mayor manifestación, de 400.000 personas, jamás habida en Israel. Ahora trabajamos para promocionar la solución de dos estados. Los asentamientos de colonos son el mayor obstáculo para la paz, trabajamos para parar su expansión».

No obstante, reconoce que «una ola antidemocrática sacude Israel. Se manifesta mediante las campañas de deslegitimación por parte de movimientos de extrema derecha y legislación contra quienes critican al Gobierno. Una de estas leyes, la Ley sobre ONG, fue aprobada hace semanas. Bajo pretexto de la transparencia, es una violación evidente de la libertad de expresión. Diseñada para atacar a las organizaciones de izquierda, su verdadero objetivo es desviar el discurso israelí de lo que supone la ocupación y silenciar la oposición. Los movimientos de colonos, que reciben millones de dólares de donaciones externas sin ninguna trasparencia, seguirán sin verse afectados. Por desgracia, no es la única ley que está deteriorando severamente la democracia en Israel».

Diferenciar Gobierno y pueblo

Le planteamos si cree que la ocupación aísla más a su país, si alimenta falsos estereotipos sobre los israelíes en la opinión pública global. Asiente segura: «La colonización está dañando seriamente las relaciones de Israel con el mundo. Cuando más acentúa la ocupación el Gobierno, más aísla a Israel. Es importante recordar que los colonos en Cisjordania solo abarcan el 4,5% de la población y que el Gobierno no representa a toda la gente de Israel. Hay que diferenciar claramente lo que es el Gobierno y la gente».

Bloques de asentamientos, puestos avanzados, carreteras de circunvalación, turismo ideológico, apropiación de tierras y de casas palestinas en Jerusalén Este… son conceptos que rodean una colonización impulsada por gobiernos de izquierda y derecha. Ben Nun detalla que hay «aproximadamente 370.000 colonos en Cisjordania y otros 200.000 en Jerusalén Este. Un tercio son colonos por razones ideológicas. Se estima que, con un acuerdo basado en las fronteras de 1967 con intercambio de territorios, 25.000 casas tendrían que ser evacuadas. Hasta que se dé ese acuerdo, la construcción de colonias en cualquier parte de Cisjordania es ilegítimo e ilegal a ojos de la ley internacional».

Y prosigue en denunciando que «la política de Netanhayu incluye la construcción permanente en áreas muy sensibles, asentamientos muy aislados o fuertemente contestados como los de Efrat y Ariel. Además ha renovado la política de declaración de tierras propiedad del Estado. Los datos demuestran que casi el 99% de estas tierras son asignadas a los colonos. También promueve la legalización retroactiva de los puestos avanzados, considerados ilegales por la ley israelí y grandes infraestructuras para los asentamientos. Estas dos últimas cuestiones tienen potencial para aumentar en gran número la población colona.

Colonos y el «Gran Israel»

Los cristianos fundamentalistas estadounidenses tienen estrechas relaciones con la colonización. Incluso reverendos evangélicos han dicho que la apoyan porque es «la política exterior de Dios». No perdemos la ocasión para recordárselo: «Muchos colonos ideológicos ven al ‘Gran Israel’ como algo dado por Dios. Eso sobrepasa cuestiones de soberanía o legalidad. Otros usan argumentos religiosos para fines políticos. Por ejemplo, reivindican que los judíos puedan rezar en el Monte del Templo [la Explanada de las Mezquitas para los palestinos] no por razones religiosas, sino por un tema de soberanía. Muchos evangélicos apoyan con dinero la colonización. Según tengo entendido, creen que Jesús solo resucitará tras una guerra de la que Israel saldrá soberana sobre toda la tierra entre el río [Jordán] y el mar [Mediterráneo]. Es completamente absurdo y muy peligroso».

Cuestionada sobre si apoyan los israelíes la solución de dos estados o creen que es un sueño irreal, remarca que «según las encuestas, la mayoría de israelíes aún apoya la idea de dos estados, pero también piensa que es imposible. Lejos de ser un sueño irreal es la más pragmática posibilidad para acabar con el conflicto asegurando las necesidades de los dos pueblos: el derecho de autodeterminación de los palestinos y la necesidad de seguridad de los israelíes. La idea del estado único es mucho menos práctica. La animosidad entre ambas partes es demasiado grande para crear un estado binacional. Los datos que manejamos dicen que la solución de dos estados es aún posible sobre el terreno, debemos llegar a esta fórmula antes de que sea demasiado tarde».

Guerra, la respuesta más fácil

Oriente Medio vive una situación de caos donde todo puede pasar. Quizá la primera víctima sea la esperanza, y el fatalismo se ha instalado en las conciencias. Ben Nun reflexiona al respecto: «Entre los israelíes ha cogido fuerza la indiferencia en torno a la cuestión palestina. Prefieren centrarse en temas socioeconómicos que hacer frente a los dilemas que plantea la ocupación. Además, el Gobierno utiliza a menudo la frágil situación en Oriente Medio para asustar a los israelíes con los palestinos, comparando el terrorismo global con la resistencia violenta palestina. Estoy en contra de todo tipo de violencia, pero creo que hay que diferenciar esas dos realidades. El público israelí debe entender que la resistencia palestina es el resultado de la frustración generada por la ocupación. Pero estos tiempos tan difíciles crean una doble oportunidad: permiten alianzas entre países contra el extremismo y generan un sentido de urgencia para conseguir la paz entre palestinos e israelíes».

Cuando escuchamos a Lieberman o a Netanhayu y sus palabras marciales y tóxicas, se percibe un giro radical a la derecha en una sociedad israelí cada vez más dividida. «Es cierto –asiente–, el público israelí ha girado a la derecha tras años de Gobiernos de derechas, que han implantado un sistema educativo marcadamente de derechas, que no ofrece esperanza alguna de paz. Netanyahu ha explotado el miedo, usa tácticas que asustan, incita a grupos sociales a alinearse unos contra otros, especialmente contra la población árabe de Israel. Eso afecta mucho socialmente. Hay miedo de las implicaciones que tendría salir de Cisjordania, creen que se lo ‘agradecerían’ con lanzamientos de cohetes, piensan que no hay interlocutor en la otra parte. Esta es la consecuencia de los mantras que han escuchado durante muchos años. Sin embargo, hay muchos sectores de izquierda movilizados en Israel».

Terminamos con un tema personal, preguntándole si es optimista. «La guerra es siempre la respuesta más fácil. Sigo haciendo lo que hago porque la ocupación no es sostenible, porque tiene que terminar y terminará. No ocurrirá mañana pero sí en nuestras vidas. Este conflicto no es algo tan único como piensan algunos. De hecho, la solución está sobre la mesa. Por desgracia, no será con Netanhayu. Hay que seguir trabajando desde dentro, en la opinión pública israelí».

«El boicot aumenta la noción de que quieren que no existamos»

Anat Ben Nun se ha manifestado siempre en contra del boicot a Israel. Le preguntamos el porqué, las consecuencias que percibe en el público israelí. «A través de Peace Now represento a muchos israelíes que se oponen a la ocupación y a los asentamientos. Somos activistas porque amamos nuestro país y queremos hacerlo mejor, más floreciente. Pensamos que la única forma es mediante el final de la ocupación y de sus implicaciones, tanto morales como económicas».

Y prosigue segura: «Como israelí, preferiría que la vía para terminar con la ocupación no fuera mediante el boicot y la crisis económica que, por cierto, tendría un impacto negativo en israelíes y palestinos. Por eso trabajo, como tantos otros, para cambiar las cosas desde dentro. Además, creo que la campaña por el boicot total a Israel aumenta la noción de que el mundo está contra nosotros y que muchos preferirían que no existiéramos. Aumenta mucho la intransigencia social».

No perdemos tampoco la ocasión para plantearle qué piensa del etiquetaje de los productos de las territorios colonizados y de los asentamientos para saber con exactitud su procedencia y poder retirarlos del mercado, si cree que esta medida pudiera tener un impacto positivo. «Creo –asiente– que esta es una vía más efectiva para trabajar contra la ocupación. Esas acciones ayudan a crear una clara diferenciación entre los asentamientos y la ocupación del propio Israel. Mientras que el impacto del etiquetaje es diminuto a niveles macroeconómicos, creo que en este caso lo realmente importante es el elemento simbólico».

Invitamos a Ben Nun a precisar cuál es ese elemento simbólico al que se refiere y qué mensaje porta para considerarlo como más efectivo contra la ocupación que el boicot. «Sencillamente, porque dice esto a los israelíes: creemos que tenéis el derecho a existir, pero no el derecho a ocupar otro pueblo», manifiesta.M. Z.