Jose Manuel CASTILLO

POLÉMICA GEOPOLÍTICA EN TORNO A LA CENTRAL NUCLEAR DE HINKLEY POINT

Londres ha retrasado hasta el otoño la decisión final sobre la construcción de la central de Hinkley Point, proyecto que es fruto de la colaboración chino-francesa. En concreto, un 67% del coste lo asumiría la empresa estatal francesa EDF y un 33%, la china CGN.

Tras el Brexit y la llegada de Theresa May al número 10 de Downing Street, el Gobierno británico decidió el 28 de julio posponer la decisión final sobre la construcción de la central nuclear de Hinkley Point –ubicada en la costa oeste de Inglaterra, en el condado de Somerset– hasta principios de otoño. El proyecto inicial de construcción de dos reactores de tipo EPR (reactor de agua presurizada de tercera generación) iba ser llevado a cabo por Électricité de France (EDF), empresa francesa bajo control estatal. Debido a los múltiples sobrecostes que ha ido sufriendo el proceso, la compañía gala encontró en China General Nuclear (CGN), otra empresa estatal, el socio que asumiría el 33% del presupuesto.

El Gobierno británico y EDF suscribieron un primer amplio acuerdo sobre este proyecto nuclear en 2013. La participación china se oficializó el pasado año, durante el viaje a Gran Bretaña del presidente Xi Jinping, en un acto presidido por el entonces primer ministro británico, David Cameron. Un acuerdo que, según subrayaron ambos mandatarios, iniciaría el principio de la «era dorada» en las relaciones comerciales entre ambos estados. Relaciones que, ante las dudas del nuevo Ejecutivo británico, quedan en entredicho.

Seguridad nacional

Pese a que el Gobierno de Londres alega que solo se ha decretado una «prórroga» para aprobar un proyecto que tendrá un coste de 18.000 millones de libras (21.000 millones de euros) y que generaría un 7% de la energía necesaria en toda Gran Bretaña, desde otras fuentes del partido tory señalan razones de «seguridad nacional». En una entrevista concedida a BBC Radio y recogida por la agencia Reuters, el exsecretario de Negocios británico, Vince Cable, aseguró que la nueva premier «no se mostraba muy segura» con la aproximación que el Gobierno de Cameron estaba llevando a cabo respecto a China. «Fue un asunto abordado en general, pero también en particular, por el control de la central de Hinkley Point», comentó. Cabe recordar que según el embajador chino, Liu Xiaoming, el británico es el estado europeo en el que más invierten los empresarios chinos, incluso más que en Alemania, Francia y Italia juntos.

La respuesta del gigante asiático no se hizo esperar. En un artículo publicado el 1 de agosto por la agencia oficial Xinhua, Pekín indicó que se está poniendo en «riesgo la duramente forjada confianza mutua». Desde el Gobierno chino «entienden y respetan» la decisión británica de darse más tiempo para reflexionar, pero no «los miedos sin fundamento y con aroma a ciencia ficción» que hay en algunos sectores sobre la idea de que China pueda controlar la estructura nuclear de otro país. Por ello, animaron a los británicos a no crear un «muro de proteccionismo» y a aprobar esta oportunidad de abrir su economía. Y más tras el Brexit. «China puede esperar que un Gobierno británico razonable tome decisiones responsables, pero no puede tolerar acusaciones contra su sincera y benigna intención en favor de una cooperación de beneficio mutuo», zanjaron desde Xinhua. Los portavoces de la empresa estatal CGN se mostraron más moderados, asumiendo la necesidad del nuevo Gabinete de Theresa May de «darse un tiempo para familiarizarse con el plan».

Recelo francés

Desde París también muestran su preocupación por la decisión tomada por la primera ministra británica, pero «quitan hierro» al asunto ya que no creen que este retraso suponga «la cancelación del proyecto». EDF –que en 2009 ya se hizo con el control de la empresa británica energética más grande en aquel momento, British Energy– costeara el 67% de la central de Hinkley Point según el acuerdo firmado con el Gobierno británico.

En unas declaraciones publicadas el 31 de julio en “Le Journal du Dimanche”, el ministro francés de Economía, Emmanuel Macron, hizo hincapié en que el parque de centrales nucleares británicas actualmente en servicio debe renovarse en el horizonte de 2025 y, por lo tanto, no cree que haya un giro en la política mantenida hasta ahora porque «su ecuación energética no ha cambiado».

Macron insistió en que «el Gobierno británico ha confirmado su compromiso en favor de la energía nuclear y del proyecto de Hinkley Point» y que lo que ocurre es que se da «un plazo natural para un Gobierno nuevo que llega, y todo debería estar terminado para setiembre». El ministro de cuya supervisión depende EDF (con un 85% de control público) se negó a hablar sobre una posible cancelación del proyecto: «Ya tenemos muchos desafíos. No quiero añadir una nueva incógnita a la ecuación».

Fuentes citadas por “Le Journal du Dimanche” aseguraron que, si Londres quisiera aparcar el proyecto nuclear, el dinero que ya ha invertido EDF –estimado en más de 2.500 millones de euros–, así como los costos por prolongar las negociaciones, los tendría que asumir íntegramente la empresa. Si sale adelante, las autoridades británicas se han comprometido a garantizarle un precio rentable de venta del kilovatio.

Aún quedan unos meses para dilucidar el futuro final de este polémico proyecto, que trasciende de lo puramente energético, y se ha convertido en un debate de soberanía energética. Pero sobre todo, puede tener consecuencias geopolíticas en las relaciones de los tres estados que tienen la responsabilidad de llevar acabo o no la construcción de la nueva central nuclear.

El proyecto de Hinkley Point es el primero tras veinte años desde la construcción del último reactor nuclear en tierras británicas. Además, es el primer proyecto nuclear que se realiza en Europa tras el desastre de la central japonesa de Fukushima. Aunque se preveía que comenzaría a operar para 2023, finalmente no estará en marcha como mínimo hasta 2030. Se prevé que este reactor tenga una longevidad de 60 años.

Múltiples organizaciones ecologistas señalan el alto coste que la construcción de esta planta supondría a los contribuyentes, pero sobre todo el «riesgo real» de seguir basando el modelo energético en el sector nuclear, y más en este caso, ya que la central será construida en la costa, en el Canal de Bristol. En ese contexto, el ministro de Empresas y Energía, Greg Clark, afirmó que el Gobierno «valorará con cuidado» la propuesta de construcción antes de respaldarla.

Las movilizaciones paralizan un almacén de residuos chino-francés

Las autoridades de la ciudad oriental de Lianyungang anunciaron el miércoles la paralización de las obras de una planta chino-francesa de reciclaje de residuos nucleares después de varios días de protestas de los habitantes de la zona en las que participaron miles de personas.

Según confirmó en su cuenta oficial de Weibo (equivalente a Twitter) el gobierno local de esta ciudad portuaria, situada a 480 kilómetros al norte de Shanghai, se ha decidido suspender la labor de búsqueda de un emplazamiento para el proyecto, que contempla una capacidad para procesar 800 toneladas de residuos por año y que se esperaba abrir en 2020.

Las concentraciones en contra de estas obras han durado varios días y el pasado domingo intentaron ser reprimidas por policías con equipamiento antidisturbios que agredieron a algunos de los manifestantes, según informó el diario chino “The Paper”.

La planta de gestión de residuos, para la que ahora se va a buscar nuevo emplazamiento, será construida por la Corporación Nacional Nuclear de China (CNNC) con tecnología de Areva –empresa cuyo socio mayoritario es el Estado francés–, después de que ambas compañías firmaran un acuerdo en 2012 durante la visita a China del presidente francés, François Hollande.

El plan se enmarca en los planes del gigante asiático por convertirse en una potencia nuclear. Actualmente, cuenta con 35 reactores operativos y 20 más en construcción, según datos aportados por la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).

En los últimos años se han producido en diversas ciudades chinas multitudinarias protestas contra proyectos industriales que hacían temer a la ciudadanía un aumento de la contaminación local o mayores riesgos medioambientales, un hecho que muestra el aumento de la concienciación nacional por la degradación ecológica que ha sufrido el país durante las últimas décadas debido a los intensos procesos de industrialización y urbanización.GARA

Putin anuncia que rusia construirá otros ocho reactores en irán

Tras entregar en 2013 la primera instalación de ese tipo, cimentada en la planta de Bushehr, en el golfo Pérsico, Rusia construirá otros ocho reactores nucleares en Irán, según adelantó el presidente ruso, Vladimir Putin, en una entrevista difundida por la agencia azerbaiyana AzerTac.

«La primera central nuclear de Irán se ha construido con tecnología rusa. Se han consensuado planes para edificar otras ocho», subrayó Putin, que el lunes pasado viajó a Bakú para participar en una cumbre trilateral con el líder de Irán, Hasan Rohani, y el mandatario azerbaiyano, Ilham Alíev. Además, el jefe del Kremlin aprovechó el viaje a la capital azerbaiyana para mantener una reunión bilateral con su colega iraní, en la que trataron en profundidad la cooperación en el ámbito del uso pacífico de la energía nuclear.

Rusia, recalcó Putin, «seguirá con la ayuda a los socios iraníes para cumplir con su plan nuclear, incluidos el procesamiento del uranio enriquecido y la producción de isótopos estables». La corporación de energía nuclear rusa, Rosatom, ya ha iniciado los trabajos del segundo reactor en Bushehr, el cual, al igual que el primero, tendrá una potencia de mil megavatios.

El acuerdo sobre la política nuclear iraní alcanzado hace un año en Viena entre Teherán y la comunidad internacional legitimó el desarrollo de los usos pacíficos de la energía atómica en ese país y adoptó una hoja de ruta para el levantamiento de las sanciones impuestas por EEUU y la UE.

La actual central de Bushehr comenzó a construirse en la década de 1970 con ayuda alemana, pero el proyecto se interrumpió tras el triunfo de la Revolución Islámica (1979) y no se reanudó hasta febrero de 1998, tras firmarse un acuerdo con Rusia. Pese a que su construcción se prolongó durante años debido a la oposición occidental, la planta entró en funcionamiento en agosto de 2010 y alcanzó su pleno rendimiento en junio de 2013.GARA