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CACHEMIRA SE HUNDE, AÚN MÁS, EN UNA OLA DE VIOLENCIA Y REPRESIÓN

El aumento de la violencia en Cachemira, en ataques insurgentes y por la represión policial de protestas contra el Gobierno indio, ha provocado decenas de muertos en las últimas semanas en un conflicto entre dos potencias nucleares estancado durante décadas.

Desde la muerte el pasado 8 de julio de un insurgente independentista, la violencia en Cachemira no ha cesado y los muertos por enfrentamientos y ataques superan ya los 65, reavivando un conflicto que, aunque permanente desde hace décadas y que ha costado la vida a cientos de miles de personas, la mayoría civiles, permanece alejado de los focos de atención. Además, las manifestaciones de violencia habían disminuido en los últimos años. Escuelas, tiendas, bancos y oficinas permanecen cerrados en buena parte de Cachemira mientras las fuerzas paramilitares patrullan carreteras, zonas residenciales y mezquitas.

Las fuerzas de seguridad indias, en una operación conjunta de la Policía y el Ejército en la localidad cachemir de Kokernag, mataron el 8 de julio a Burhan Wani, comandante del grupo islamista Hizbul Muyahidin, con base en Pakistán, y que combate a las fuerzas indias en al región, lo que desató de inmediato una oleada de protestas y ataques armados inédita desde 2010.

Burhan Wani, de 21 años, era una de las figuras más conocidas de este grupo por su actividad en las redes sociales.

Los últimos muertos fueron dos soldados y un policía en un ataque de supuestos insurgentes a un convoy militar en la Cachemira bajo control de India –Jammu y Cachemira– el pasado miércoles, al día siguiente del ataque a una comisaría que dejó cinco policías heridos.

El 15 de agosto, día de la Independencia de India, dos supuestos insurgentes y un miembro de las fuerzas de seguridad fallecieron en otro atentado y otros dos supuestos guerrilleros murieron por disparos del Ejército indio en la denominada Línea de Control, la frontera de facto entre las dos zonas de Cachemira desde la década de 1970.

El primer ministro indio, Narendra Modi, echó más leña al fuego al acusar a su vecino Pakistán de glorificarlo por convocar protestas en todo el país por la muerte de Wani y afirmar que el país «no se plegará al terrorismo». «Pakistán continuará extendiendo su apoyo moral, político y diplomático a los cachemires en su justa lucha por su derecho a la autodeterminación. El movimiento de los cachemires es un movimiento por la libertad. La brutalidad de la India solo reforzará ese movimiento», afirmó el primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, quien además declaró «mártir» al insurgente abatido por las fuerzas de seguridad indias, al que definió como «un soldado de la libertad». Además, anunció que el Parlamento del país discutirá la brutalidad india en la Cachemira ocupada.

Fuego real contra manifestantes

El empleo de fuego real contra el lanzamiento de piedras ha provocado una cifra alarmante de muertes. El mismo día 15 de agosto murió un adolescente de 16 años por las balas disparadas por las fuerzas de seguridad contra manifestantes en el barrio Batmaloo de Srinagar, la principal ciudad de la Cachemira bajo control indio.

Y es que miles de manifestantes han desafiado el toque de queda impuesto desde julio en grandes partes de este territorio, en protestas casi diarias contra el Gobierno indio y la ocupación militar, que mantiene a casi medio millón de soldados desplegados en la región. El Gobierno bloqueó la telefonía y cerró diarios locales durante varios días, en los que también escuelas y comercios permanecieron cerrados.

Durante la jornada del 5 de agosto, otros dos manifestantes murieron y más de cien resultaron heridos cuando las fuerzas de seguridad dispararon para dispersar a la multitud en el distrito de Budagam, en incidentes que duraron toda la jornada. Dos semanas antes, hasta 20.000 personas bloquearon una carretera que une Islamabad con Muzaffarabad, en la parte de Cachemira bajo control paquistaní, y con Srinagar.

La organización estadounidense Human Rights Watch (HRW) ha criticado al Gobierno indio por el uso de violencia excesiva en las protestas. «El lanzamiento de piedras es serio pero no ofrece a la Policía mano libre para usar una fuerza excesiva contra los manifestantes», afirmó en un comunicado la directora de HRW en el sur de Asia, Meenakshi Ganguly.

Según fuentes oficiales, en lo que va de año, además de las decenas de muertos. al menos han resultado heridos 2.309 civiles en las protestas. El viceministro indio de Interior, Hansrahj Ahir, aseguró que se habían registrado más de mil protestas e incidentes violentos en el Estado de Jammu-Cachemira hasta el 25 de julio, frente a los 730 de todo 2015. Durante el año pasado murieron cinco personas en manifestaciones en la militarizada región.

El viceministro señaló que, a la par que las protestas, han aumentado los ataques insurgentes, con 152 incidentes y 30 miembros de las fuerzas de seguridad fallecidos hasta el 17 de julio.

Diálogo estancado

Las dos potencias nucleares han elevado el tono y se acusan mutuamente por el conflicto. India y Pakistán se disputan Cachemira desde que lograron su independencia del imperio británico en 1947, y ambos reivindican la soberanía sobre la totalidad de esta región montañosa, el único estado de India con mayoría musulmana.

A la vez, grupos rebeldes combaten contra las tropas indias para obtener la independencia o la adhesión a Pakistán. Nueva Delhi acusa a Pakistán de permitir la entrada de estos insurgentes en el territorio que controla.

También China controla parte de Cachemira, el territorio al este que denomina Aksai Chin.

Islamabad invitó a las autoridades indias una reunión para discutir la situación en Cachemira, pero el Gobierno indio rechazó el ofrecimiento y propuso hablar en cambio del paso de «terroristas» por la frontera, que según Nueva Delhi, permiten las autoridades paquistaníes para fomentar las aspiraciones separatistas cachemires. Fuentes diplomáticas indias informaron de que, en la respuesta enviada al Ejecutivo paquistaní, «el Gobierno de India rechaza en su totalidad las acusaciones interesadas (de Pakistán) sobre la situación en Jammu y Cachemira». Ese estado «es una parte integral de la India en la que Pakistán no tiene derechos», subrayó. Nueva Delhi manifestó la disposición del secretario de Exteriores indio, Subrahmanyan Jaishankar, a acudir a Islamabad, pero solo para tratar sobre el paso de «terroristas» por la denominada Línea de Control.

«Dado que los aspectos relacionados con el paso de terroristas por la frontera son centrales en la situación actual en Jammu y Cachemira, hemos propuesto que las discusiones entre los secretarios de Exteriores se enfoquen sobre ellos», indicó el Gobierno indio. El mes pasado, a lo largo de todo Pakistán se celebraron vigilias, protestas y rezos en solidaridad por la situación en Cachemira, muchos comercios cerraron y los funcionarios públicos vistieron brazaletes negros en señal de luto. Cientos de manifestantes se concentraron en Muzafrfarabad, Karachi, Lahore, Peshawar, Multan y otras ciudades, gritando lemas contra la administración india de Cachemira y las actuaciones de las fuerzas de seguridad.

«Nunca abandonaremos a los cachemires y lucharemos por su causa en todos los foros políticos, diplomáticos y de derechos humanos», afirmó el primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, en un comunicado.

«La India no tiene otra opción que aceptar su derrota ante la heroica lucha de los cachemires», agregó el mandatario.

Sharif lamentó que la consciencia de la comunidad internacional está «dormida» ante las violaciones de los derechos humanos en la región que disputa a India.

Pese a décadas de enfrentamiento, entre 2004 y 2008 India y Pakistán mantuvieron un mecanismo de «diálogo compuesto», que acabó tras los atentados en Bombay que costaron la vida a 166 personas. India acusó a Pakistán de apoyar a los perpetradores del ataque

En 2014, con la llegada al poder de Modi, Sharif y el primer ministro indio trataron de acercar posturas y, en un gesto sin precedentes, el mandatario paquistaní acudió a la toma de posesión de su homólogo indio. Más tarde se reunieron varias veces pero no llegaron a acordar un verdadero comienzo del un diálogo.

En cambio, aumentaron los enfrentamientos armados en la Linea de Control e India sufrió dos atentados de los que culpó al país vecino.

En diciembre de 2015, ambos países volvieron a intentar reanudar el diálogo, pero parece haber encallado de nuevo.

Amnistía internacional, forzada al cierre de oficinas en india

Amnistía Internacional ha cerrado de forma temporal sus oficinas y ha pospuesto varios actos en India después de que la organización fuera acusada de sedición por parte de manifestantes. Activistas políticos llevaron a cabo manifestaciones contra Amnistía Internacional, acusándolo de incitar al odio contra el Estado durante un acto que organizó sobre abusos por parte de las fuerzas indias de seguridad en Cachemira. Una organización estudiantil de extrema derecha, Akhil Bharatiya Vidyarthi Parishad, vinculada al gubernamental Bharatiya Janata Party (BJP), aseguró que en el acto se gritaron lemas contra el Gobierno. La ONG afirmó que las acusaciones no tienen ningún argumento en que sustentarse, aunque reconoció que algunas personas que acudieron al acto, en la ciudad de Bengaluru, sí cantaron lemas pidiendo la independencia de Cachemira.GARA