Gaizka AZKETA
IRUÑEA

El gaztetxe de Iruñea abrirá sus puertas el 29 de octubre «alegre y desobediente»

En diciembre del año 2015, un gaztetxe empezó a brotar en la calle Compañia dando lugar a un nuevo espacio autogestionado en el «cogollico» de Iruñea. Poco después, la asamblea del local aceptó el traslado propuesto por el Ayuntamiento a la «Playa de Caparroso» que ni tiene playa ni está en Caparroso. Esperan poder echar cuanto antes las raices que consoliden el proyecto que dará alas a las inquietudes de la juventud de Alde Zaharra.

Sergio Salinas, partícipe en el proyecto del nuevo gaztetxe, vivió su primera experiencia relacionada con la ocupación en el año 1994, impulsado por el primer intento de desalojo de Euskal Jai. Según explica, «fue un bombazo que hizo que muchos se involucraran». Subraya que el ambiente que se respiraba entonces «se podía palpar». «Era muy de acción, muy práctico, y yo creo que, a la hora de empezar en algo, eso atrae», insiste Salinas, sin olvidar las interminables asambleas diarias. Confiesa que empezaron inconscientemente, «como en el amor».

Marc Fernandez, nacido en los Països Catalans, recuerda que él y sus amigos vieron el video del último desalojo de Euskal Jai en su pueblo natal. Fue entonces cuando, sin haber tenido experiencia política alguna, empezaron a exigir locales. «Poco a poco, adquieres conciencia y compromiso», dice Fernandez, que hoy en día vive en Iruñea y participa en el proyecto.

El nuevo gaztetxe comenzó a cocerse poco antes de que el cambio institucional llegara a Iruñea, momento en el que Saioa Alonso se involucró. Vieron la necesidad de tener un espacio autogestionado que «respondiera a las necesidades de la juventud». En mayo del 2015, decidieron empezar con la dinámica que liberó en diciembre un edificio en la calle Compañia. Tras la ocupación, el Ayuntamiento les ofreció el Chalet de Caparroso y la asamblea del gaztetxe decidió aceptarlo.

Definen como «largo y tortuoso» el camino para llegar a este punto. Fernandez recalca que, «por mucha buena voluntad que tengan algunos políticos, están sujetos a una estructura superior que les limita». Por eso, para poder avanzar, ve necesario que el movimiento popular «desobedezca».

No dicen que la ocupación sea la mejor opción, sino que depende de las necesidades, las capacidades y los objetivos. Aun así, no tienen ninguna duda de que en este caso era lo más adecuado. Son gente joven que carece de recursos económicos y verse obligados a centrar su actividad en sacar el dinero para pagar un posible alquiler mensual los limitaría a la hora de desarrollar los proyectos. «Otra de las razones es que entendemos que un gaztetxe tiene que ser un espacio liberado de todo tipo de relaciones de poder, de las injustas leyes del sistema actual, etcétera», aclara Fernandez.

Preguntados por las ventajas que tiene un espacio autogestionado de un modo asambleario frente a uno controlado por las instituciones su respuesta es clara: «todas». Y, para argumentarlo, recalcan dos aspectos: «tener que actuar dentro de unos parámetros frena las aspiraciones de autoorganización; y, en segundo lugar, un espacio creado por la propia gente arraiga mucho más en las personas». Asumen que, al principio, funcionar de manera asamblearia se hace «difícil», ya que «desde txikis nos acostumbran a funcionar de una manera totalmente diferente». Por eso, Salinas resalta la función «coeducadora y enriquecedora».

Alonso sostiene que, entre los objetivos del gaztetxe, está «impulsar, activar y empoderar al movimiento juvenil». También han creado diferentes ramas de cara a construir alternativas. Por ejemplo, ya en el edificio de Compañia, comenzaron a dar clases de euskara. Por otro lado, también se ha creado un grupo de trabajo feminista. Afirman que, poco a poco, irán abriendo distintas «áreas de lucha».

Esperan que, cuanto antes, el espacio esté en condiciones para ponerlo en marcha. Alonso explica que, este verano, están proyectando cine los miércoles. organizan «pintxopotes» los viernes y a través del auzolan adecuan «lo que pueden».

Una de las ideas es crear un espacio diáfano que pueda albergar «un buen número de personas» para poder desarrollar actividades culturales y de ocio. «Hoy en día no existe ningún espacio con esas condiciones en Alde Zaharra», argumenta Fernandez. Otras ideas son la creación de un comedor social y un espacio que de facilidades a quien quisiera hacer deporte o teatro. Salinas, por ejemplo, está deseando ensayar teatro para «encontrarse con gente con la que crear espectáculos».

Los tres esperan que el barrio sienta suyo el gaztetxe. «Cuando alguien tenga la necesidad de un espacio tendrá las puertas abiertas de par en par», asegura el más veterano de los tres. El hecho de no tener cerca viviendas les da facilidades a la hora de organizar algún concierto. Pero preocupa a Alonso, ya que supondrá «el doble de esfuerzo» que el vecindario se involucre.

Mochila «gaztetxera»

No es la primera vez que la ciudad vive una experiencia de ocupación. A partir de la ocupación de Euskal Jai en el 1994, Iruñerriko Gazte Asanblada (IGA) empujó la lucha de un gaztetxe en cada barrio, hecho que se repitió en el desalojo de 2004.

Poco después del desalojo se ocupó durante dos días la entonces desacralizada Iglesia Jesus y Maria. Hoy en día es un albergue para peregrinos en manos de la iglesia, ya que se la apropiaron a través de una ley heredada del franquismo. También, se intentó ocupar en la Plaza de la O y, hacia el año 2007, al hilo de la dinámica Iruñerria Piztera Goaz, lo intentaron en el Palacio del Marqués de Rozalejo.

Fernandez cree que, a partir del año 2008, los intentos de ocupación tomaron un carácter distinto a causa de la «crisis». En 2011 se ocupó simbólicamente un bloque de edificios de la calle Amaia durante una huelga general, del que partió un multitudinario piquete por la tarde. Acción que hizo de pistoletazo de salida para intentar liberar poco después sin éxito una antigua fábrica textil abandonada en Errotxapea. Salinas piensa que el objetivo, en el caso de la huelga, no fue «dar uso al edificio liberándolo, sino hacer denuncias sociales señalando a este cada vez mas agresivo capital». Por último, en el año 2012 se ocupó durante pocos días en la Plaza del Castillo.

Próxima estación

El 29 de octubre el nuevo gaztetxe encajará los engranajes y echará a rodar en un día que esperan «alegre». Tendrá carácter festivo y se desarrollarán actividades de todo tipo junto al vecindario y al resto de gaztetxes de Nafarroa, para lo que intentarán colocar una carpa en el frontón Jito Alai.

Haciendo referencia a quienes esporádicamente critican el proyecto dicen que «podrían entrar al trapo»; pero que, en general, les «dan igual esas pataletas». «Si a la derecha fascista, que nos quiere disciplinados, callados y pasivos, le molesta, es que vamos por buen camino», afirman. Según Fernandez, «saben que desde los gaztetxes brota la resistencia. Por eso, intentan cortarlo de raíz y usarlo como ariete, con intereses partidistas, contra el Ayuntamiento de Iruñea».

La más joven de los tres anima a «vaciar las bajeras para, colectivamente, desarrollar proyectos, currar, relacionarse y aprender». Mandan «saludos y mucha suerte» a la juventud que esté desarrollando procesos parecidos. Y, además, les envían el mensaje de que, «aunque encuentran alguna piedra en el camino, no tengan miedo para seguir adelante dando caña, pues aunque varíe el tamaño, siempre habrá alguna».