Pablo GONZÁLEZ
Periodista

LA DEMOCRACIA, EN APRIETOS EN POLONIA

El país centroeuropeo está inmerso en una deriva autoritaria desde la llegada al poder en octubre del año pasado del partido Ley y Justicia. Los escándalos del gobierno conservador populista se suceden uno tras otro, tanto a nivel interno, como internacional.

Recientemente la Comisión Europea se ha mostrado preocupada por el estado de derecho en Polonia, y no es la primera vez que instituciones y altos cargos europeos hacen declaraciones similares en los últimos meses. Todo ello se debe a varias reformas llevadas a cabo por las autoridades del país. Sin embargo, esos no son los únicos problemas que se le están acumulando a Polonia.

Desde que en octubre del año pasado las elecciones parlamentarias dieran como ganador al partido conservador Prawo i Sprawiedliwosc –Ley y Justicia en polaco– Polonia se ha sumado a la tendencia autoritaria que recorre a algunos países de Europa central y oriental. Aunque el caso polaco tiene sus propias características resultado de las tradiciones del país que lo hacen muy peculiar. Entre los principales frentes abiertos está la crisis del tribunal constitucional, la reforma de la ley del aborto, la censura de los medios de comunicación o la creciente xenofobia, animada por algunos actos y declaraciones de las autoridades.

La mayor crisis hasta el momento es la del Tribunal Constitucional. El partido Plataforma Cívica, viendo que iba a perder las elecciones de octubre de 2015, reformó antes de ellas el Tribunal, sustituyendo a cinco jueces por personas afines. El problema es que dos de los jueces todavía no habían agotado su mandato, lo cual fue utilizado por Ley y Justicia para cambiar a los cinco jueces por miembros más conservadores, y dominar así el tribunal. Abrió así la puerta a cambiar la constitución a su antojo sin necesitar de los dos tercios del parlamento.

Ello ha provocado numerosas protestas e incluso la creación de una plataforma cívica denominada KOD, abreviatura de Comité de Defensa de la Democracia. En el seno de la Unión Europea se ha llegado incluso a plantear la imposición de sanciones a Polonia, pero sin unanimidad y por tanto sin llegar a nada concreto de momento.

Si la reforma de tribunal ha movilizado a la sociedad polaca, no lo ha hecho menos la reforma de la ley del aborto que restringe enormemente este derecho a las mujeres, limitándolo a casos extremos de salud y otros supuestos. Es una de las leyes más restrictivas de Europa en este sentido. La iglesia católica junto a las autoridades conservadoras incluso han planeado implementar la prohibición total. Por otro lado, las autoridades lo justifican con la delicada situación demográfica del país, donde a raíz de la emigración y la baja natalidad la población total no para de bajar. Las autoridades conservadoras incluso han adoptado un programa que dota a las familias con más de un hijo con una ayuda de 500 zlotys (unos 115 euros al mes) por cada hijo más allá del primero. Una cantidad significativa en un país donde el salario medio ronda algo más de los 3.000 zlotys, unos 700 euros al cambio.

Control de los medios

Para llevar a cabo sus planes sin que la sociedad proteste masivamente y tener una cobertura adecuada a sus intereses en los medios de comunicación, estos se han purgado de periodistas descontentos con la nueva línea editorial. Ello, en opinión de expertos polacos, daña toda la idea de independencia de estos medios respecto a los políticos y de las grandes fortunas. Los noticiarios de la televisión pública se llegan a calificar de propaganda a favor de los intereses del partido en el poder. Hay incluso denuncias de manipulación descarada de los sucesos de otros países europeos al introducir imágenes de lo que llaman «comunistas radicales» o de «inmigrantes ilegales descontrolados», como ocurrió con las protestas de Francia de los últimos meses.

Las autoridades son especialmente sensibles a la posible llegada a Polonia de refugiados provenientes de Oriente Medio y de África. En varias declaraciones que fácilmente se pueden entender como xenófobas las autoridades polacas han utilizado la cultura y la tradición católica del país como razones para no acoger a la cuota de unos 7.000 refugiados que le tocaba al país. Tras los atentados de Bruselas y París, las autoridades han esgrimido razones de seguridad para no acoger refugiados musulmanes.

Todas estas tendencias colocan a Polonia en la categoría de los países cada vez más reacios a la Unión Europea junto a Hungría. Ello no significa que el apoyo popular a la UE sea bajo; en Polonia es uno de los más altos entre los 28 países mimebros, pero la Unión es vista cada vez con más escepticismo debido a los problemas económicos de los últimos años y a la disminución de las ayudas e inversiones en el país. Pero las autoridades sí van animando cada vez más un movimiento para no ceder soberanía a Bruselas.

A diferencia de Hungría, otro país con una deriva autoritaria similar, aunque no el único, Polonia es una nación de 38 millones de habitantes y un tamaño considerable, lo cual lo da mayor peso. Además el país representa la frontera oriental de la UE ante Rusia y su aliado bielorruso y es parte importante de la infraestructura militar de la OTAN. Por todo ello el nivel de tolerancia con la deriva conservadora y autoritaria es mayor, pero dependerá de la coyuntura internacional y la actitud de las autoridades de Varsovia que la democracia llegada con la caída del muro de Berlín siga presente o deje paso a un sistema diferente, pero desde luego menos libre.