Alberto PRADILLA

Rajoy tiene razón

Mariano Rajoy tiene razón en una cosa: el proceso soberanista catalán es el «reto más grave» al que se enfrenta. No porque el presidente español en funciones esté preocupado por la «igualdad» entre los ciudadanos del Estado, aún más limitada tras cuatro años de brutales recortes, sino porque en el Principat se ha desarrollado un movimiento que ha sido capaz de poner en jaque el proyecto político de las élites españolas con una propuesta rupturista y democrática. La «unidad de España», ese inmenso candado que une a PP, PSOE y Ciudadanos, es la garantía de que el régimen de 1978 sigue intacto y por eso Rajoy dedicó el martes la parte final de su discurso a exigir un cierre de filas. Envolverse en la bandera rojigualda y rechazar que las naciones como Catalunya o Euskal Herria puedan votar es el mínimo común denominador para la Gran Coalición y solo quebrando ese principio puede soñarse con un escenario diferente, tanto en la periferia como en el Estado. El bloqueo al que se ha condenado la política española es el triunfo del lema «abandonen toda esperanza». Solo en naciones como la catalana o la vasca, donde sí que existe correlación de fuerzas suficiente para el cambio, es posible materializarlo.