Mikel ZUBIMENDI

ARRIESGAR FAMA Y CARRERA PARA VIVIR EN COHERENCIA CON LO QUE UNO PIENSA

La estrella de fútbol americano, Colin Kaepernick, empezó a arrodillarse ante el himno para protestar ante la opresión y la brutalidad policial contra los afroamericanos. Su gesto es secundado ya por muchos deportistas y se ha situado en el centro de la conversación pública.

El quarterback de los San Francisco 49ers, Colin Kaepernick, cuando se negó a escuchar de pie el himno nacional de EEUU y optó por arrodillarse como símbolo de protesta contra un estado que «oprime a los afroamericanos y a las personas de color», era muy consciente de que su acción no pasaría inadvertida. Que era un pequeño gesto con un significado enorme, una chispa que podía desencadenar un gran incendio. Y eso mismo es lo que ha ocurrido.

Uno, sea deportista de élite o no, siempre debe vivir en coherencia con lo que piensa. En palabras de Kaepernick, como un afroamericano dignificado, que cuando algo va mal y nadie quiere verlo ni escucharlo, debe gritar libertad para hacer que sea visto. Así lo hicieron, con sus puños al aire enfundados en guantes negros, en una imagen para la historia, Tommie Smith y John Carlos en los Juegos Olímpicos de México de 1968. En ese mismo sentido va la acción de Kaepernick, que ha recibido el apoyo de Smith y Carlos y de otras leyendas del deporte como Kareem Abdul Jabbar. Su protesta ha desencadenado reacciones para todos los gustos: desde la histeria y las amenazas de muerte, hasta una ola creciente de apoyo entre los deportistas afroamericanos.

Desde que el pasado mes de agosto el quarterback de los 49ers se arrodillara por primera vez mientras sonaba el himno para protestar por la desigualdad y la injusticia racial de EEUU, la brutalidad policial contra los afroamericanos se ha cobrado diecisiete nuevas víctimas. La última, Terence Crutcher, afroamericano de 40 años abatido por la Policía en Tusla. Con su boicot silencioso, Kaepernick ha despertado muchas conciencias y ha vuelto a poner en cuestión mantras como el que deporte y política no se deben mezclar, que los deportistas solo están para dar espectáculo y participar en ceremonias de fervor patriótico.

No obstante, todo tiene un precio. Como el propio Kaepernick ha denunciado, las amenazas de muerte no se han hecho esperar, incluso Donald Trump no ha tardado en atacarle personalmente conminándole a irse a otro país. Pero, por otra parte, su ejemplo va cundiendo y cada vez más deportistas, sean de fútbol americano o de baloncesto, están empezando a seguir sus pasos. Y vista la amplitud que está cogiendo la protesta, hasta la NFL o la NBA, que hasta ahora permitían esas protestas, han anunciado que van a estudiar las medidas que tomarán.

Verdadero «espíritu de equipo»

Durante décadas, en el fútbol americano ponerse en pie ante el himno nacional ha sido una tradición en la NFL. La Liga se aseguraba que los deportistas, el público, los entrenadores y los banquillos mostraran «su respeto» hacia el país y los militares que «luchan por él». Kaepernick ha roto con esa «tradición» en una Liga en la que un 68% de los jugadores son afroamericanos y entre los propietarios de los clubes, un 0%.

Y es que no se puede cerrar los ojos ante unos datos que son reveladores y aterradores: los afroamericanos tienen 3,5 veces más posibilidades que los blancos de ser abatidos por la Policía; los propietarios blancos de viviendas son 15 veces más numerosos que los afroamericanos; uno de cada tres afroamericanos puede esperar que sus días acaben en prisión; la mortalidad infantil es tres veces mayor entre los afroamericanos que entre los blancos.

Al no cerrarlos, Colin Kaepernick ha puesto en riesgo sus privilegios, su fama y su carrera. Ha dividido a la opinión pública, ha «ofendido» a muchos que creen que el «patriotismo» es hacer lo mismo que hacen las cheerleaders con sus pompones, apoyando incondicionalmente todo lo que sea «americano», todo lo que refuerce el status quo, y que considera toda disidencia como un acto de sedición, como una provocación «antipatriótica». Por otra parte, sí, con su gesto ha dado un gran impulso al movimiento Black Lives Matter, y se ha situado, en mitad de una campaña electoral donde todo vale, en el centro de la conversación pública.

Al arrodillarse ante el himno, el quarterback de los 49ers está haciendo que muchos deportistas se levanten frente al racismo institucionalizado y la opresión sistemática, se posicionen junto con la comunidad, con sus compañeros afroamericanos a los que literalmente están matando. En otras palabras, su acción es bravura, seguramente lo más parecido al «espíritu de equipo» cuando se quitan las camisetas y las banderas.