Víctor ESQUIROL
CRÍTICA «El porvenir»

Momentos de una vida, cine francés a la enésima potencia

En el lecho de muerte, el hombre más anciano del mundo se dispuso a hacer balance general de su paso por este mundo cruel. No se percibía remordimiento alguno en su posado, todo lo contrario, solo orgullo ante una colección de vivencias que él consideró plenamente satisfactorias. Y esto que el titular que dio no parecía muy alentador: «Supongo que mi vida fue como el cine francés», dijo, «no sucedió gran cosa». Y así es como el belga Jaco Van Dormael nos hizo entender en “Mr. Nobody” el tipo de arte que sus queridos vecinos llevan produciendo casi desde que a los hermanos Lumière les dio por grabar a obreros saliendo de una fábrica.

En estas que llega a nuestra cartelera el nuevo largometraje de Mia Hansen-Love, quien a día de hoy sea seguramente la mejor guardiana de esas esencias que han caracterizado, desde siempre, el cine francés. Van Dormael tenía razón: en “El porvenir” parece que durante hora y media de metraje, no suceda gran cosa. De hecho, es así... y de hecho, ahí está gran parte del encanto porque, nos guste o no, en nuestras propias vidas tampoco es que suceda mucho. La voluntad del film es la de encadenar momentos, de forma tan aleatoria (pero coherente) como en la vida misma... y convertir así la pantalla de cine en el reflejo más fiel y nítido de nuestra propia existencia. Podría parecer que la directora nos habla de las vivencias de una profesora de filosofía que debe superar la reciente ruptura con su marido, pero en realidad no hace sino reflejar ese placer/carga que es el vivir. Como suena... y como si fuera fácil. Para todo lo demás, ahí está una Isabelle Huppert colosal, que hace tiempo dejó de ser actriz para convertirse en concepto. Uno tan universal que se amolda a cualquier situación; que hace suyo todo proyecto donde pone su nombre. El entendimiento con Hansen-Love es total, y claro, la película se eleva. Casi vuela.