Alberto PRADILLA
MADRID
CRISIS POLÍTICA EN EL ESTADO ESPAÑOL

Sánchez sigue y el PSOE se quiebra

Pedro Sánchez mantiene la convocatoria del Comité Federal para mañana a pesar de que en la reunión de la Ejecutiva solo tomaron parte sus 15 afines después de las 17 dimisiones de la víspera. Su plan: primarias y congreso exprés. Susana Díaz se opone y exige que antes de que el PSOE se mire hacia dentro haya un Gobierno en el Estado.

Pedro Sánchez sigue con su hoja de ruta ante un PSOE en descomposición. El secretario general y sus afines en la Ejecutiva –16 de un total de 38 que la integraban hace dos años– no ceden a pesar de las 17 dimisiones y el asedio para que deje el cargo y mantienen su calendario: el sábado, Comité Federal, el 23 de octubre, primarias para elegir líder de Ferraz y los días 12 y 13 de noviembre, congreso para ratificarlo. Es decir, que sean los militantes los que diriman la pugna interna. La pelota está ahora en el tejado de los críticos, capitaneados por Susana Díaz. No reconocen la legitimidad de la actual dirección para convocar el cónclave de mañana y, tras los abandonos, disponen de 17 votos menos. Reivindican que quien tiene la «autoridad» en el partido es Verónica Pérez, presidenta de la Mesa del Comité Federal que ayer intentó convocar la Comisión de Garantías, pero que se fue por donde había venido sin ser atendida por ninguno de los afines a Sánchez.

Susana Díaz, la líder de los disidentes y presidenta andaluza, le enmendó por la tarde desde Sevilla. Insistió en que antes de que el PSOE desarrolle su renovación debería haber Gobierno en el Estado, aunque no aclaró si su vía sería una abstención ante Mariano Rajoy o forzar terceras elecciones y volver a tirar los dados. «Primero hay que dar un Gobierno a este país y luego abrir un debate profundo», dijo. Ambas posiciones se deberían medir en el Comité Federal de mañana, aunque la duda está en si los críticos acudirán, ya que no reconocen a la dirección.

Estamos ante una guerra de legitimidades, ante la mayor crisis en la historia reciente del partido. Una pugna en la que ni Pedro Sánchez ni los críticos están dispuestos a dar un paso atrás, porque hay heridas imposibles de cicatrizar teniendo en cuenta hasta dónde han llegado. Los de Sánchez, que confían en el favor de las bases, reiteran que son ellos los que pilotarán el congreso. Los críticos confiaban en tumbar al secretario general tras su maniobra coordinada del miércoles y que una gestora, liderada por Pérez (mano derecha de Susana Díaz en Sevilla), dirigiese la renovación.

Por ahora triunfa el que tiene las llaves de Ferraz, que no es otro que la actual dirección. A pesar de que los dimisionarios no la reconocen, siguen con su hoja de ruta.

Técnica de artes marciales

La habilidad de Pedro Sánchez en los momentos más críticos de su breve mandato se ha centrado en aplicar una técnica propia de las artes marciales: utilizar la fuerza del enemigo para neutralizarle e impulsar su propia posición.

Desde hace semanas, los críticos, encabezados por Díaz, insistían con la necesidad de celebrar un Comité Federal para analizar el rumbo del partido. Esa era la única forma que había para modificar el documento aprobado el 28 de diciembre del pasado año y que rechazaba permitir que Mariano Rajoy fuese presidente pero, a la vez, marcaba la «línea roja» de no pactar con soberanistas.

Ante la cercanía de unas terceras elecciones, «barones» como Guillermo Fernández Vara ya habían abogado abiertamente por un laissez-faire al PP y reorganizarse «desde la oposición». Tras la debacle en las elecciones de la CAV y Galiza el 25S, Sánchez concedió celebrar el cónclave, pero con el objetivo de imponer su propia hoja de ruta: unas primarias y un congreso exprés que, según sus propios cálculos, le permitirían seguir al frente del partido.

Irritados ante un líder al que apoyaron para ser hombre de paja pero que ha demostrado tener ambición y capacidad de aguante, los disidentes organizaron el «golpe de Estado». Arrancó Felipe González, siguió la dimisión de los 17 miembros de la Ejecutiva y cerró el círculo un editorial de ‘‘El País’’ que venía a decirle a Sánchez que abandonase Ferraz, que lo tenían rodeado.

Nuevo error. El secretario general volvió a aprovechar la embestida para ubicar el debate en sus parámetros. El plan de los disidentes era obligarle a dimitir, dejar el partido en manos de una gestora y convocar un congreso extraordinario para elegir nuevo líder. Él se quedó solo con esa última parte. Y replicó que sus rivales tenían razón, que era necesario llamar a un cónclave, pero que los estatutos no dicen nada de que tenga que marcharse. Así que llamó al Comité Federal que ya tenía convocado, aunque cambiando el orden del día: la convocatoria de un congreso extraordinario que elija nueva dirección. Dos fueron las modificaciones de Sánchez respecto al plan inicial: cambiar el carácter de ordinario a extraordinario y adelantar la fecha.

La clave está ahora en saber qué harán los críticos. Ayer, Verónica Pérez, presidenta de la mesa del Comité Federal, se presentó en Ferraz para registrar una solicitud de convocatoria de la Comisión de Garantías. Confían los disidentes en que les dará la razón, teniendo en cuenta que cuatro de sus cinco integrantes forman parte de su sector. El problema es que su presidenta, Isabel Celáa, es partidaria de Sánchez y se niega a convocar al equipo. Así se lo expresó a Pérez a través de un mensaje hecho público por Ferraz. La enviada de Díaz no cesó en su empeño y permaneció dos horas en la sede a la espera de que alguien le atendiese. No ocurrió y tuvo que volverse sobre sus pasos proclamando que era «la única autoridad» del PSOE. Quien no se consuela es porque no quiere. A esas horas, la dirección que no reconoce ultimaba los detalles de un Comité Federal que se celebrará mañana. Quién iba a decir que veríamos la descomposición del PSOE.

 

Díaz se ofrece a «coser, unir y restablecer la fraternidad»

&discHyphen;Susana Díaz, líder de los disidentes y presidenta andaluza, se ofreció ayer a «coser, unir y restablecer la fraternidad de todos los compañeros en el conjunto del PSOE». En medio de la encarnizada batalla que se libra en el seno del PSOE, la presidenta andaluza reunió al Comité Director de la formación andaluza, donde ensalzó las figuras de los expresidentes del Gobierno español Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, rechazó la existencia de «bandos» y reclamó una reflexión «en profundidad y sin prisas» sobre la «dura y dolorosa» situación de la formación, por lo que arremetió contra el congreso exprés convocado por Pedro Sánchez porque alguien «lo considere favorable a sus propios intereses personales». Afirmó que al PSOE le «ha pasado factura» en las urnas que haya habido «compañeros cegados por los fogonazos de los nuevos partidos y nos han hecho perder la perspectiva de lo que es el PSOE, un partido que sabe levantarse cuando está en el Gobierno y en la oposición». Urgió a reflexionar por qué estando en la oposición han perdido «aún más votos y frente a un Gobierno insensible». Tras reivindicar que en Andalucía ella «ha ganado las elecciones y bien», dijo que le ha dolido que les llamen «subalternos del PP». GARA