Mikel ZUBIMENDI

El arquitecto del euro prevé la caída de su obra como un «castillo de naipes»

Las voces de alarma en torno a la situación de la eurozona y de su moneda se amplifican día sí y día también. La última, y más relevante, la de Otmar Issing, el arquitecto jefe de la unión monetaria, que anuncia el colapso del euro y critica con dureza a la eurozona por ir saltando de crisis en crisis y hacer de ello su modo de funcionamiento.

Otmar Issing es considerado como la fuerza intelectual y el arquitecto jefe de la creación de la unión monetaria europea. Primero fue economista jefe y miembro del Consejo de Administración del Deutsche Bank, para pasar luego a ser fundador del Banco Central Europeo (BCE), y servir durante ocho años –más que ningún otro miembro fundador– como economista jefe de su Comité Ejecutivo. Desarrolló la estrategia y las tácticas que pusieron en funcionamiento la idea del euro. Gran conocedor de los orígenes y la filosofía de lo que él mismo describe como «una aventura sin precedentes históricos», su opinión es muy respetada en la esfera de la gran banca europea.

En una entrevista en la revista "Central Banking", Issing ha afirmado que «el euro ha sido traicionado por los políticos» y lamenta que el experimento haya ido mal desde el principio, hasta degenerar en una «fiscalidad gratis para todos», que oculta la existencia de patologías supurantes. Para el que fuera su economista jefe, el BCE está convirtiéndose en «algo que excede peligrosamente sus atribuciones». Reconoce no saber hasta cuándo puede funcionar el conjunto de ese proyecto europeo, pero avisa de que «no puede funcionar por mucho tiempo en su forma actual». Y añade, en tono grave, que «un día, el castillo de naipes del euro colapsará».

Incoherencia estructural

Esos comentarios son un recordatorio de que la eurozona no ha superado su incoherencia estructural. La combinación de petróleo y euro barato, la impresión de más dinero en el marco de una apuesta por la expansión monetaria y una menor austeridad fiscal han aliviado, han camuflado la situación, pero sus efectos a corto plazo ya están desapareciendo.

Issing va más allá en su crítica y define a la Comisión Europea como «una criatura de furias políticas» que ha renunciado a hacer cumplir las normas de manera que tengan sentido. Y agrega que «el riesgo moral es abrumador; el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, más o menos, ha fracasado; la disciplina del mercado ha desaparecido con las intervenciones del BCE; no hay mecanismos de control fiscal desde los mercados o la política. Esto contiene todos los elementos para llevar al desastre a la unión monetaria».

La cláusula de «no más rescates» y la normativa de la UE de prohibir destinar dinero público al rescate de bancos es, según Issing, «violada todos los días». Y critica con dureza la apuesta de ir saltando de una crisis a otra como modo de funcionamiento indefinido. Además, el banquero lanza un mensaje a los políticos: «tenéis que admitir que no hay ninguna posibilidad de una unión política que dé una oportunidad a las reglas de la Unión Monetaria».

Issing critica asimismo la política de expansión monetaria de la eurozona y la compra de 1.000 trillones de euros en bonos de una rentabilidad artificialmente baja o negativa. «Ahora salirse de esa política es cada vez más y más difícil, y las consecuencias podrían ser potencialmente desastrosas».

Conocido por su rechazo al primer rescate de Grecia en 2010 por ser poco más que «un rescate de los bancos franceses y alemanes que financiaban Atenas», dijo desde el principio que hubiera sido mucho mejor expulsar a Grecia del euro y dar una lección saludable al resto: «a los griegos se les hubiera ofrecido un apoyo más generoso, pero solo después de que hubieran restablecido la viabilidad del tipo de cambio tras volver al dracma».

Tras el Brexit, bancos de Italia

Las palabras de Issing se han amplificado en la caja de resonancia de los bancos italianos. Y es que, tras el shock que ha supuesto el Brexit, la atención se dirige ahora hacia unos bancos italianos que han acumulado 360.000 millones de euros –casi una cuarta parte de su PIB– en activos tóxicos. Los «expertos» predicen que contagiará a todo el sector financiero europeo si no se revisan las normas que restringen la inyección de dinero público a los grandes bancos.

Según las nuevas regulaciones de la Unión Europea, el dinero de los contribuyentes, en teoría, no puede destinarse a rescatar bancos en quiebra. Si Italia aplicase al pie de la letra esta normativa, varios bancos nacionales, y muy particularmente el más viejo del mundo, el Monte dei Paschi, se verían abocados a la bancarrota y los clientes estarían expuestos a pérdidas gigantescas. La capitalización de estos bancos ha caído entre un 50% y un 70% desde el inicio de este año. Los expertos hablan de «bancos zombies que solo pueden vivir de la ayuda pública» y que, sin esta, colapsarían avanzando una crisis bancaria en la eurozona de consecuencias apocalípticas.

Más voces de alarma

David Folkerts-Landau, economista jefe del Deutsche Bank, además de exigir 150.000 millones de euros para una gran programa de recapitalización de los bancos europeos, afirmó recientemente al diario alemán "Welt am Sonntag" que «Europa está extremadamente enferma y debe hacer frente con urgencia a sus problemas, de lo contrario habrá un accidente serio». Sugirió que el declive en los depósitos de los bancos sería el síntoma de un problema mucho mayor: «el bajo crecimiento, la alta deuda y una peligrosa deflación».

Por su parte, Joseph Stiglitz, el mediático premio Nobel de Economía, augura la próxima salida de Italia del club e invita a Grecia y Portugal a que tomen esa decisión. Para él, la mejor solución para estimular la economía europea es «romper el euro» y crear dos monedas diferentes, una para el norte de Europa y otra para el sur.