Dabid LAZKANOITURBURU

(Pen)última bala en la recámara de Trump

El tercer y último debate televisado ha confirmado la tendencia que apuntan las encuestas de que serán más los que votarán contra Trump (a Clinton), que contra Clinton (a Trump). Al fin y al cabo, lo que se está dirimiendo es una campaña con dos de los candidatos más impopulares de la historia de EEUU.

No obstante, y sin obviar la creciente desconfianza mundial en torno a los sondeos –referéndum sobre el Brexit, el acuerdo de paz colombiano…–, yerran los que interpretan las advertencias del magnate sobre un fraude masivo en las presidenciales de noviembre como una rabieta de mal perdedor.

Al contrario, su negativa a asumir una posible –y cada vez más anunciada– derrota es un intento por movilizar al electorado enfadado, con demasiada razón, con la política y los políticos y que les cree capaces de cualquier aberración, como la de saltarse sus propias y sagradas reglas electorales.

La movilización sin precedentes del establishment, no solo estadounidense sino prácticamente mundial, contra el outsider confirmaría, a ojos de esos votantes, la «excepcionalidad» del momento. De ahí a las teorías conspirativas («¡nos van a robar las elecciones!») no hay ni medio paso.

Trump volvió a demostrar que sabe lo que hace. Y no olvidó los guiños al electorado conservador (y evangélico) al rechazar el aborto y la inmigración y defender las armas de fuego. Su equipo de campaña trata así de unir en torno a su líder el voto protesta y la vieja pulsión del «sionismo americano».

Lo tiene difícil, pero quedan dos semanas y no se descarta la filtración de un escándalo –o algún imponderable– que pudiera hacer descarrilar la frágil candidatura de Clinton. Todo ello sin olvidar que los estadounidenses afrontan el reto de elegir a su primera presidenta. Porque Clinton es mujer –como Obama era negro– pese a que algunos hayan sostenido y sostengan lo contrario. Más allá de la misoginia abierta de Trump, ¿será esa, la apelación a lo más inconfesable del machismo, su última bala en la recámara?