Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «La próxima piel»

La mecánica de una mentira

En el año 2012, Zinemaldia incluyó en su programación de Zabaltegi un sobresaliente documental dirigido por el británico Bart Layton que llevaba por título “The Imposter”. Se trataba de la reconstrucción de un caso singular protagonizado por un joven que suplantó la identidad de otro que había desaparecido y que regresó a su nuevo hogar con intención de prolongar la vida del desaparecido. Los sorprendente, y sobrecogedor, de este caso fue que a pesar de las evidencias y sospechas que se fueron acumulando progresivamente, la familia del suplantado acogió al impostor como si se tratara de su propio hijo y llegando al extremo de no permitir al FBI que realizará pruebas de ADN al sospechoso. En este punto se sitúa la nueva apuesta de un Isaki Lacuesta que parece haber dejado por el momento su estilo extremo y de constante búsqueda experimental para, junto a Isa Campo, elaborar un metódico estudio sicológico que retoma el tema tratado por Layton. Visto lo extremo que resulta esta historia, que para mucha gente puede resultar incomprensible, el dúo de cineastas ha apostado por un modelo cinematográfico en el que priman las palabras y unos encuadres en los que las miradas revelan todo lo que encierra la farsa que protagoniza el ladrón de identidades. Los diálogos son precisos y determinan hasta qué punto debe llegar una conversación que nunca debe revelar más de lo que conviene saber, dentro de una mecánica de mentiras asumidas y en la que se intuye en todo momento el dolor que ocupa la escenografía del hogar familiar perfectamente integrado en el clima de un pueblo rodeado por el frío. Al igual que esas palabras, las miradas se encargan de reforzar esa conducta que a ratos coquetea con el imaginario literario de Patricia Highsmith y que se sustenta en la magnífica labor interpretativa que comparten Emma Suárez y Álex Monner y en un guion obsesionado con la precisión.