Janina PÉREZ
BERLIN
Elkarrizketa
ANDRÉ TÉCHINÉ
DIRECTOR DE CINE

«Vivimos en sociedades programadas para las relaciones heterosexuales»

“Cuando tienes 17 años” es la nueva cinta de reconocido cineasta francés, quien junto a Céline Sciamma desarrolló esta historia que trata sobre el despertar sexual de dos adolescentes. «17 fue más bien una decisión aleatoria», trata de explicar Céline Sciamma la edad en el título, «pensamos que era un número mágico y poético».

André Téchiné (Valence d’Agen, 1943) está sentado frente a un café solo que toma con azúcar. Lo sorbe mientras escucha las preguntas sobre su más reciente película “Cuando tienes 17 años”, escrita a cuatro manos con uno de los nuevos talentos del cine francés, Céline Sciamma.

Y precisamente esa unión en este filme de dos generaciones, constituye una de las cosas que llama la atención. “Cuando tienes 17 años” trata sobre el despertar de la sexualidad de dos adolescentes, Damien y Thomas, y su crecimiento personal, una historia que colinda con la obra de Téchiné y Sciamma. Ambos se han metido de lleno en esa fase de búsqueda personal y sexual, por su parte Sciamma con “Tomboy” (2011) y “Girlhood” (2014), por otro lado Téchiné con “Los Juncos Salvajes” (1994), uno de sus largometrajes más exitosos.

A sus 73 años André Téchiné atesora cinco décadas de carrera artística. Iniciándose en lo que parecía ser un mal momento, ya que figuras como Jean-Luc Godard o François Truffaut ocupaban en Francia el espacio cinematográfico de aquel tiempo. Osado fue el jovenzuelo Téchiné, un espíritu que le ha acompañado en su trayectoria.

El café solo se acaba. Durante el Festival Internacional de Cine de Berlín, donde “Cuando tienes 17 años” optó por el Oso de Oro, la crítica alabó este conmovedor drama que evade todo tipo de sensiblerías. «17 fue más bien una decisión aleatoria», trata de explicar Céline Sciamma la edad en el título, «pensamos que era un número mágico y poético». Cierto es que se trata de una época significativa, cuando se está a un paso de la edad adulta, y cuando se intenta deshacerse (para bien o para mal) de la infancia de una vez por todas. El director y guionista parece complacido, mira a través de sus gafas semi oscuras, sonríe, manotea para darle énfasis a sus palabras, y hasta se aventura a escarbar en sus recuerdos para esbozar al André que fue, cuando tenía 17 años.

¿Cómo era usted de adolescente?

(Resopla y se ríe) Al tener que hablar sobre mi adolescencia, tengo la sensación de que tendría que remontar a mis ancestros (ríe). Es que es fue hace tanto pero tanto tiempo que no me creo capaz de describirme a mí mismo en esos años. Sí puedo decir que era muy solitario, y tenía la tendencia de aislarme. Es difícil recordarme de una forma más precisa (reflexiona). Puedo decir también que estaba en la búsqueda de un compañero, un amigo, sin importarme si fuera mujer u hombre, con quien pudiera compartir mis impresiones artísticas y filosóficas, tal vez buscaba una relación intelectual un poco narcisista (se sonríe).

¿Cómo se planteó narrar el descubrimiento de la sexualidad entre dos chicos?

Entre una chico y un chico esta historia hubiera sido radicalmente diferente, y hasta hubiera sido lo opuesto en cierto modo. Vivimos en sociedades programadas para las relaciones heterosexuales, y en esta película esos dos chicos dispuestos a “desprogramarse”, lo cual no es tan fácil de hacer, y que supone una lucha sobre todo personal para vencer los obstáculos interiores. La situación entre un chico y una chica hubiera sido diferente porque no hay una necesidad de lucha, de escapar, de esa “desprogramación”. Entonces hubiera sido una historia ordinaria, y en este caso no lo es, ya que implica muchas luchas incluyendo la que va contra las reglas sociales que se nos han dado.

Usted también proviene de los Pirineos, que es el escenario de la película. ¿Hay algo de autobiográfico en esta historia?

La decisión de centrar la historia en las montañas la tomamos mucho antes de desarrollar el guion y de darle la estructura final. Me interesaba tener como un efecto visual que la magnificencia física de las montañas contrastara con la pequeña estatura de los chicos. En cuanto a los elementos autobiográficos, además de las referencial locales que me son muy familiares, solamente puedo decir que tuve parientes que pertenecieron al ejército, recordaba que en aquellos años los oficiales y sus familias vivían en los cuarteles, y de hecho cuando escribí la primera versión del guion, había situado la casa de Damien (Kacey Mottet Klein) en el área limitada donde solían vivir los militares. Hoy en día ya no es así, y cuando me enteré de eso tuve que cambiarlo. Son personajes enteramente ficticios, aunque me inspiré en doctores rurales que he conocido para la construcción de Marianne (la madre de Damien, encarnada por Sandrine Kiberlain). Para Thomas (Corentine Fila) tenía en mente a Heathcliff, de “Cumbres Borrascosas”, así que fue como una inspiración y en cierto modo es un elemento autobiográfico ya que de adolescente me pasé mucho tiempo en compañía de esa novela de Emily Brontë, por la que siento una gran pasión.

No es la primera vez que usted explora la adolescencia, pero ¿cuánto cree usted que ha cambiado el «ser adolescente»?

No puedo hablar en general de cómo ha cambiado la adolescencia, pero sí puedo decir que el mundo y la sociedad han cambiado mucho. Sí que veo el esfuerzo de los adolescentes para sentirse parte de la sociedad y del mundo tiene características diferentes a las que existían en el pasado. Eso es lo que trato de mostrar en mis películas sobre adolescentes, de cómo ellos tienen que aprender a acercarse más a ese mundo, donde suponen que tendrán cabida cuando se conviertan en adultos.

¿Por qué decidió trabajar con Céline Sciamma?

Pienso que Céline le ha aportado nuevos aires al cine francés y en particular al cine que toca el tema de los adolescentes. Sentí que artísticamente es muy personal, que compartíamos la misma visión en relación a la narración cinematográfica; siempre he tratado de contar historias sostenidas con interesantes subtramas, y me gusta involucrarme con historias que me envuelvan. Al ver las películas de Céline me di cuenta que tanto desde el punto de vista formal como estético, es muy buena, que posee una gran capacidad para lograr una unidad en su estilo. Estaba seguro y convencido de que sería una experiencia fructífera y enriquecedora, y así lo fue.

¿Cómo ve usted la generación de cineasta a la que pertenece Céline?

Siempre he querido establecer un diálogo con las nuevas generaciones de realizadores. Es muy necesario y vital establecer lazos con las nuevas generaciones antes que construir muros, porque eso impediría el intercambio, lo cual no sería nada sano ni a nivel personal ni para la industria cinematográfica. Además hay que tener presente que la existencia de las generaciones de relevo es parte de la vida.