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MADRID

Greenpeace sostiene que el apagón nuclear también creará empleo

La lucha de las organizaciones ecologistas para poner fin a las centrales nucleares destinadas a la producción de electricidad se basa en cuestiones de salud y medioambientales. No obstante, en el largo debate sobre esta cuestión también salen a la palestra otros factores, como los económicos. Por ello, Greenpeace presentó ayer un informe, centrado en el Estado español, en el que se pone de relieve el impacto positivo del desmantelamiento de las nucleares.

“El inevitable cierre de las centrales nucleares españolas: una oportunidad económica y social” es el llamativo titular del informe que presentó ayer Greenpeace en un encuentro con los medios de comunicación en Madrid. En el acto estuvieron presentes Mario Rodríguez, director de Greenpeace en el Estado español; Raquel Montón, experta en energía nuclear de esta organización; y Maribel Martínez, directora del estudio elaborado por Abay Analistas.

Tal como señaló la ONG, este análisis pone de manifiesto que el impacto económico de las actuaciones ligadas al desmantelamiento, la gestión de los residuos y la sustitución de la energía nuclear por otras fuentes supondrá en el Estado español la creación neta de unos 300.000 empleos, de los que 100.000 corresponden al desmantelamiento de las nucleares y 200.000 a la instalación de nueva potencia renovable.

Además, subrayó que ese proceso implicaría un aumento de unos 20.000 millones de euros en el PIB y un aumento de la recaudación de unos 2.800 millones de euros.

«El cierre gradual de las centrales nucleares, además de tener un claro impacto positivo en términos ambientales y de seguridad, puede suponer un importante incentivo para la economía española y la creación de empleo. El desmantelamiento nuclear es un hecho necesario e inevitable y, por su implicación en las comunidades locales, merece ser controlado por la sociedad», manifestó Raquel Montón.

En el estudio elaborado por la consultoría independiente Abay Analistas Económicos y Sociales se destacan varias conclusiones en el ámbito económico y de empleo. Así, respecto a la financiación, se asume que las inversiones vinculadas al desmantelamiento son públicas y se realizan con dinero ya recaudado. Estas inversiones (cifradas en 4.198 millones de euros) representan el 19% del total.

Si el almacenamiento temporal de los residuos se realiza en depósitos individuales (ATis) se añaden 370 millones de euros, y si es mediante uno centralizado (ATC) son 1.232 millones, lo que significa un 2% y 5%, respectivamente, de la inversión total.

Los dos sectores más beneficiados por la creación de empleo serían el de comercio y hostelería, que aglutina la mayor parte de los impactos inducidos, y el de las actividades financieras, profesionales y científicas, que concentran una parte muy significativa del impacto directo de las inversiones.

Justicia intergeneracional

Greenpeace considera imprescindible «el establecimiento de un sistema de financiación de proyectos de desmantelamiento que desarrolle un marco legal adecuado y, sobre todo, de una correcta estimación de los costes, tanto de forma previa al desmantelamiento como de forma periódica durante las sucesivas revisiones de costes».

Para asegurar que el coste no se traslada a la ciudadanía y se asegure «el principio de justicia intergeneracional». «Es imprescindible que la financiación del desmantelamiento nuclear y la gestión de residuos radiactivos no recaiga en los ciudadanos del futuro, sino en las compañías que han obtenido los beneficios. Y es deber del Gobierno planificar, comunicar e invertir en la revitalización de las comarcas donde se encuentran las nucleares», indicó Montón.

Japón sigue empujando hacia abajo el precio del uranio

El precio del mineral de uranio se encuentra en su nivel más bajo desde 2005, cotizándose a menos de 25 dólares por libra (cerca de 23 euros por 500 gramos), lo que hace cada vez menos rentable su extracción. Si hace cinco años el colapso de la central de Fukushima provocó una caída prolongada del precio de este cumbustible nuclear, ahora Japón también es el origen de uno de los factores que profundiza en esa tendencia. Pese a que el Gobierno de Shinzo Abe intenta reactivar las centrales, que fueron apagadas tras el desastre del 11 de marzo de 2011, el sentimiento antinuclear cobra cada vez más fuerza en un país que hasta hace poco ocupaba el tercer puesto mundial en generación de energía nuclear, solo por detrás de EEUU y el Estado francés. Reflejo de ello fue la elección hace unos meses de un gobernador que se posiciona a favor del apagón nuclear en la única prefectura que alberga un reactor activo. Esto, unido a la débil demanda en EEUU y a los abundantes recursos de China, mantiene bajo el precio del uranio. GARA