Joseba VIVANCO
Elkarrizketa
KEPA ARRIZABALAGA
PORTERO DEL ATHLETIC

«Trabajaré para ser el futuro portero del Athletic, ojalá que sí»

Kepa Arrizabalaga (Ondarroa, 3-10-1994) tiene un prometedor futuro por delante. Su irrupción en la siempre exigente portería del Athletic era esperada con expectación desde hace tiempo y esta temporada ha sido la de su presentación ante su gente, delante de San Mamés. Ha cubierto de manera religiosa todas las categorías de Lezama, dos temporadas lejos de casa y un regreso para quedarse.

Extrovertido, maduro, con las ideas muy claras, da la impresión al escucharle, y al verle bajo palos, que su futuro será el que él quiera y que si está llamado a ser el próximo guardameta que eche el candado a la meta rojiblanca durante la siguiente década, solo cabe deducir que con apenas 22 años está preparado para el monumental reto.

«Puedes poner que el siguiente portero de Ondarroa que jugará en el Athletic es Kepa Arrizabalaga», pronosticaba en 2011 el por entonces entrenador del Basconia, tu paisano y exportero rojiblanco Peio Agirreoa. Vaya ojo...

Bueno, se la jugó y acertó, ¿no? A Peio le tuve en el Basconia, siempre hemos tenido relación y cuando dijo eso, bueno, todavía era muy pronto, no sabíamos... Pero por suerte se ha podido cumplir.

Tu anterior partido en San Mamés fue el 24 de setiembre. Tenías muchas ganas de ponerte los guantes de nuevo ante la afición.

Estaba deseándolo, es verdad que jugué fuera contra el Espanyol pero en San Mamés llevaba tiempo sin jugar y con muchas ganas de hacerlo.

¿Se hace muy largo?

Sí, al final todos queremos jugar y si es cada dos días mejor, pero el entrenador decide, así que cuando nos toque...

Jon Pascua, conocido entrenador de porteros que también pasó por Lezama, decía hace poco al hilo de vuestra situación en la portería que «la creencia de que es un único portero el que debe de jugar para coger confianza es una falsa creencia».

En el puesto de portero por tradición lo que se ha visto es que juega uno y otro no, y cuando rompes con ese molde siempre choca, al principio todos los cambios chocan, pero tampoco tendría porqué. Es un puesto más, el entrenador decide cómo usar su plantilla, cómo sacar el máximo provecho. Nosotros somos tres porteros y los tres estamos preparados por si nos necesita. Él decide.

¿Os sorprendió su decisión cuando os comunicó cómo iba a repartir los minutos a los porteros?

Hombre, al principio estaba la incertidumbre de qué pasará, qué decidirá el mister. Los tres porteros queríamos hacerlo bien, él decide que nos quedemos los tres, hemos jugado los tres y lo que te decía, cuando sales de esa rutina de que solo un portero juega sí que te choca.

¿Y cómo se sobrelleva una situación así, sabiendo que obligatoriamente durante un mes uno no va a ser titular por mucho que haya dado un buen nivel?

Te tienes que centrar en el día. Si empiezas a mirar lo que juegas o no juegas, te puedes ir por las ramas. Yo creo que si todos los días entrenas fuerte, te centras en dar lo máximo... es verdad que nunca sabes cuándo vas a jugar y en los partidos se dan muchas circunstancias, por eso siempre tienes que estar preparado por si surge la posibilidad.

Sea como fuere, Kepa es ya una realidad que tiene un pasado. «Cuando eres niño marcas goles. Luego creces, te vuelves estúpido y te haces portero», decía Gianluigi Buffon. ¿Kepa también metía goles antes de ponerse en la portería de crío o levantaba la mano para ser portero?

Pues en el colegio con los amigos nunca me ponía de portero, pero desde que empecé en el Aurrera Ondarroa, de txiki siempre lo he sido. Me gustaba y la verdad en que enseguida me pusieron ahí. Tuve una anécdota aquí en infantiles del Athletic, que por lesiones y tal éramos pocos en el equipo y jugué cuatro partidos de jugador y metí dos goles. Es una cosa que siempre se me quedará, por la sensación esa de que, aunque fuera de pequeño, haber marcado gol. Como era portero no sabía lo que era y más en esas categorías donde el Athletic siem- pre suele ganar. Es una experiencia que me quedo para mí.

Llegas a Lezama muy joven. Unos cuantos años en la residencia de Derio, lejos de casa…

Yo entré aquí con 9 años, aunque lo que nos ayudó mucho es que éramos cuatro de la cuadrilla y eso nos hacía todo más ameno. Primero tres veces a la semana en taxi desde Ondarroa, los cuatro o cinco primeros años. Luego ya nos tuvimos que quedar en la residencia y ahí fue un salto de todo, cambiábamos de colegio, de amigos, íbamos a Bilbao que por allí habíamos andado lo justito, y te cambia todo. Sales de casa, te juntas con gente nueva, al final vives como con los amigos, con tus responsabilidades también, tus momentos duros, pero se disfruta.

¿Eso moldea el carácter?

Sí, sí. Tienes que aprender cosas a la fuerza porque, al final, te ves solo y lo tienes que hacer.

¿Y qué principios le guían a Kepa en su vida personal?

Yo te diría que el del trabajo. Soy un chico que, me salgan las cosas bien o mal, me esfuerzo al máximo y por lo menos pongo todo de mi parte para que las cosas salgan bien.

A partir de ahí, has ido subiendo escalones. ¿En qué momento dice uno «mi futuro pasa por aquí»?

Cada vez que pasas de categoría, que te acercas al primer equipo te vas dando cuenta de dónde estás. En cadete, en juvenil, disfrutas, eres consciente de dónde estás, aunque no lo ves cerca. Luego, cuando empiezas a entrenar con el primer equipo, sí que te dices ‘estoy aquí, estoy entrenando con ellos’, aunque al final lo difícil es dar ese último paso. Una cosa es entrenar y otra jugar. A mí, jugar me ha costado irme dos años fuera pero, cuando vuelves y te dan la oportunidad, contento.

Porque estamos habituados a que en el entorno del club, cada vez que un portero despunta en Lezama, hablemos de él como el futuro guardameta del Athletic. ¿Eso añade presión?

Sí, porque a mí me ha pasado. Yo he sentido eso años antes. Yo he escuchado mucho hablar de mí, pero también tenía ganas de demostrar, entre comillas, que podía jugar. Yo era consciente de eso que se decía, pero intentaba no dejarme guiar por esas palabras. Al final, yo era lo que hacía cada domingo, la realidad era que estaba en el Bilbao Athletic o en el Basconia o da igual dónde, y no estaba en el primer equipo. Por eso sabía que para llegar ahí no podía dejarme llevar por esas palabras, sino venir a trabajar y seguir jugando.

Y por si fuera poco en los útimos años asistimos a la irrupción de buenos porteros en Lezama...

Sí, sí, es que al final esto no es fácil. Llegar arriba no lo es, es verdad que se puede hablar de mucha gente, de muchos nombres, pero la realidad final es quién llega y quién no.

Elogios que no garantizan nada...

El halago debilita se dice ¿no? Si te dejas guiar por eso y dejas de trabajar no vale para nada.

Como también hay que lidiar con las dudas de si realmente uno dará el salto. Tus primeros contactos con el primer equipo datan de Joaquín Caparrós y de eso hace ya mucho hasta estar hoy aquí.

No es fácil, no es fácil. Cuando empecé a entrenar con Caparrós yo tenía 16 años y es verdad que entrenas pero eres muy joven. Tienes que quemar etapas, tienes que jugar muchos partidos, y, al final, la realidad es ésta. La realidad es que hasta este año no he jugado; la realidad es que he tenido que salir fuera, jugar, tener una competencia muy dura, ir paso a paso y sabiendo cuál era el objetivo, pero también qué pasos tenía que dar.

En tu caso, como apuntas, has vivido ya dos cesiones, Ponferradina y Valladolid. ¿Qué quiere decir eso de que fuera de Lezama hace mucho frío, al margen de que lo haga en esos dos destinos?

Sí, escogí dos sitios curiosos... Es salir del entorno llamado de confort, de lo que has vivido todo este tiempo. Entras en otro vestuario, desconocido, de diferentes nacionalidades, religiones, caracteres... que aquí al final has ido conociendo poco a poco. No es fácil adaptarse tampoco, aunque yo, por suerte, jugué allí todo desde que llegué...

¿Viene bien curtirse fuera?

Yo creo que cada jugador tiene su camino. Algunos necesitamos ir fuera porque el camino esté cerrado, porque necesitemos jugar en otra categoría, necesitemos crecer... Yo no me quejo del mío. Tenía muchas ganas de entrar en el fútbol profesional y, para mí, cada partido era una oportunidad porque no lo había vivido hasta entonces. Yo siempre digo que las categorías en el fútbol están para algo, de una a otra siempre hay un salto y tienes que demostrar que puedes jugar en esa categoría superior.

Vuelves de Valladolid este verano. ¿Tenías claro que no querías volver a salir cedido?

Lo que tenía claro es que me veía bien y que quería desde la pretemporada poder ganarme el quedarme aquí. Me veía bien, fuerte y quería demostrar que me podía quedar. Sentía que estaba ya preparado para competir por el puesto. Y así ha ido.

Y llegó el debut en San Mamés: Athletic-Valencia. ¿Qué detalles recuerdas de ese día?

Que el primer balón ya fue para dentro en el minuto uno... Madre mía, cómo empezamos. Pero bueno, recuerdo que sentía más el gusanillo en la tripa, más que en el debut en Riazor. El hecho de jugar en San Mamés, mucha gente, familia, amigos, la novia en la grada y el hecho de jugar aquí, tantas veces yendo al campo y era la primera vez que jugabas. Sentía más el nervio en la tripa que el día que debuté.

¿Cómo te defines como portero?

Diría que me gusta que el equipo sienta que hay un portero detrás. Que se sientan seguros. Me gusta transmitir seguridad. Que mis compañeros tengan esa confianza.

¿Es real eso que se dice de que el arco de San Mamés pesa mucho?

Bueno, está claro que jugar en el Athletic no es fácil. Y todo lo que no es fácil conlleva su presión y hay que asumirlo. Pero prefiero no mirar más allá.

Porque San Mamés está muy ilusionada y expectante con Kepa, pero del mismo modo que no duda en señalarte cuando tienes un error en la portería.

Es que es un examen cada quince días en casa, o fuera. Es lo que tiene jugar en el Athletic, es lo que tiene jugar en Primera, que cada fin de semana te examina mucha gente.

¿Preparado entonces para el conocido run-run de San Mamés?

Sí, sí. Lo que digo, no creerte los halagos pero tampoco hundirte cuando llegan las críticas.

¿Es Kepa el futuro del Athletic?

Yo quiero que sea, sí, y ojalá lo sea. Trabajaré para ello.