Amaia U. LASAGABASTER
Selección

Un lunar de fondo y forma

La selección encajó su primera derrota en una década ante una Irlanda que se mostró superior en líneas generales.

IRLANDA 2

EUSKAL HERRIA 1


Una década después, la selección cayó derrotada. Fueron precisamente los dos primeros partidos de su historia, ambos ante Argentina, los únicos que se le habían resistido a un equipo que, desde entonces, no había hecho más que propiciar satisfacciones a la afición vasca, con sus victorias ante Chile, Eslovaquia, Irlanda y Estonia y los dos empates con Catalunya. Hasta ayer, cuando mordió el polvo en el Tallaght Stadium de Dublín.

Un lunar en la trayectoria de la selección que no se limitó al marcador. Irlanda se hizo con la victoria porque fue superior, muy claramente durante algunas fases, al equipo de Juanjo Arregi, que solo en los minutos previos al descanso, tras el gol de Yulema Corres, pareció capaz de añadir una alegría más a su trayectoria.

Pero no pudo ser. Y tuvo mucho que ver, indudablemente, el escaso rodaje conjunto de las vascas. Más aún en comparación a un contrincante bastante más acostumbrado a disputar, no ya partidos oficiales, sino en muchas ocasiones encuentros de altísima exigencia competitiva y que, de hecho, ha concluído hace escasas semanas la disputa de la fase de clasificación para la próxima Eurocopa, que no ha podido culminar con éxito. Además, Sue Ronan –que ayer se despedía del banquillo irlandés tras seis años al frente del equipo– pudo contar con su elenco habitual, incluyendo a sus estrellas Stephanie Roche y Denise O’Sullivan, ausentes en el último compromiso de su selección. No puede decir lo mismo Juanjo Arregi, al que las lesiones –incluso la de última hora de Itxaso Uriarte le obligó a viajar con solo 17 jugadoras– y el Mundial sub-20 privaron de poder contar con un buen número de futbolistas. Qué decir de la frecuencia con la que trabaja la selección, que apenas pudo realizar un entrenamiento previo al partido... once meses después de su último encuentro. Y con un plantel muy renovado respecto a aquel partido de Barcelona –nueve jugadoras–. Todo eso, lógicamente, se dejó notar en la ciudad de Dublín.

No lo hizo tanto de inicio, gracias a una selección más voluntariosa que efectiva pero que al menos pudo tener el partido igualado, sin que Irlanda pudiera hacerse con el mando.

La tricolor –ayer de rojo– incluso creaba peligro de forma esporádica, sobre todo por medio de Manu Lareo, que se entendió bien con sus compañeras de equipo Beristain y Ramajo para percutir por la izquierda. Tampoco demasiado, en un primer tramo soso, sin demasiada profundidad por parte de ambas escuadras, pero equilibrado.

Con más empuje que estilo, rascando metros podía, el cuadro local fue acercando el balón a Ainhoa conforme transcurrían los minutos y, poco antes de cumplirse la media hora, lo trasladó al marcador. Fue Stephanie Roche, con un golazo de falta directa desde la frontal, la encargada de deshacer las tablas.

Euskal Herria reaccionó de inmediato. Y con otro golazo. Lo firmó Yulema Corres, tras controlar un gran pase de Marta Unzue en la frontal para batir a Byrne a la media vuelta. Llegaron entonces los mejores minutos de las vascas, en un tramo final del primer tiempo animado, de toma y daca, en el que, sin embargo, no hubo más movimiento en el marcador.

A la vuelta de vestuarios, el partido entró en una tercera fase. No tanto por la habitual avalancha de cambios, enemiga evidente del espectáculo, sino porque Irlanda fue sintiéndose cada vez más cómoda ante un rival impotente. Sobre todo desde que la jovencísima Leanne Kiernan aprovechara el despiste de Arranz y el servicio de O’Gornan para batir a Eli Sarasola por bajo, firmando el 2-1.

Solo en los ultimísimos minutos volvió a animarse el partido, con una ocasión clara por bando, pero el marcador ya no se movió más.