Italia votará el domingo una reforma constitucional que supone la reforma del Senado y parte con el rechazo en las encuestas de un 55% de los votantes frente al 45% a favor, aunque los indecisos siguen siendo todavía hasta una cuarta parte de los encuestados.

Estas posturas no solo reflejan la opinión sobre la reforma, sino también sobre la gestión del primer ministro, Mateo Renzi, por lo que la votación se convertirá en un plebiscito. El propio Renzi anunció su dimisión si fracasaba el referéndum y la oposición ha hecho de la campaña una batalla contra el primer ministro.

Pero ante la posibilidad de que los italianos expresen su rechazo al Gobierno por encima de la reforma, en los últimos días Renzi ha insistido en que el referéndum «no es sobre el Gobierno». Aun así, insistió en jugarse el cargo en el resultado. «Si tengo que estar en el Parlamento para hacer lo que han hecho todos aquellos que han estado antes que yo, es decir, ir tirando, mantenerme a flote, eso no va conmigo. Solo puedo ser primer ministro si puedo cambiar el país», afirmó.

Elecciones

Y la oposición se han encargado de recordarle su promesa una y otra vez. El número dos del Movimiento Cinco Estrellas (M5E), Luigi Di Maio, exigió que si gana el «no» se convoquen elecciones generales inmediatamente y rechazó la posibilidad de que se establezca un Gobierno «técnico» para acabar la legislatura y completar la reforma de la ley electoral.

La práctica totalidad del espectro político rechaza la reforma, desde Forza Italia (que en un principio la apoyaba) al M5S. Incluso dentro de la propia formación de Renzi se escuchan las voces críticas.

Así, el Ejecutivo está prácticamente solo en la defensa de la reforma. El primer ministro la ha presentado como el cambio para modernizar el país con un aumento de la estabilidad, abaratar el aparato político del Estado y agilizar el proceso legislativo, al despojar al Senado de la capacidad de tumbar gobiernos y frenar la aprobación de leyes También afirma que aumentará el peso de las administraciones locales en la política nacional.

Una eventual derrota de Renzi, además de la sacudida política que podría reforzar a la Liga Norte o al M5E, podría tener un impacto económico en un momento de incertidumbre sobre la situación de la banca del país y de tensiones entre Roma y la Unión Europea en relación a las prioridades en el presupuesto italiano para el próximo año.

Preocupa, sobre todo, el estado de la banca, en especial del Monte dei Paschi di Siena, del que los inversores podrían huir.

Un Senado territorial y básicamente consultivo

La reforma constitucional sometida a referéndum supone acabar con el «bicameralismo perfecto», que asigna las mismas competencias a la Cámara de los Diputados y al Senado. Convierte al Senado en un órgano de representación territorial y nexo entre el Estado y las regiones o la UE. Se le aparta del proceso de elaboración de leyes y se convertiría en un órgano consultivo que podría proponer reformas o enmiendas a los proyectos de ley que estudie la Cámara de los Diputados. Solo votaría en reformas de la Constitución, leyes que afecten a los entes locales o a las minorías lingüísticas o para ratificar tratados internacionales. Sus miembros pasarían de 315 a un máximo de cien, sin sueldo pero sí con inmunidad parlamentaria. La reforma también elimina las provincias y pasa al Estado una veintena de competencias desempeñadas por las administraciones locales, como cuestiones energéticas, infraestructuras estratégicas, políticas laborales, Protección Civil o gestión de puertos y aeropuertos.GARA