GARA
PARÍS
CRISIS POLÍTICA FRANCESA

Suspenso político a toda una década

La renuncia de François Hollande –no por esperada menos histórica al tratarse de la primera de un presidente tras solo un primer mandato en lo que va de V República– se suma a la derrota de su antecesor, Nicolas Sarkozy, en las primarias de la derecha. En dos semanas hemos asistido a la impugnación total de los líderes de toda una década.

En solo dos semanas, el Estado francés ha descabalgado a los estandartes de la derecha y el PS en la última década, una impugnación brutal de dos líderes que llegaron al Elíseo como encarnación del cambio y salieron de él convertidos en cadáveres políticos. Con su renuncia a presentarse a la reelección, el presidente François Hollande se somete de modo voluntario a la pira incendiaria antes de ser sacrificado en vida por los suyos, como le acaba de ocurrir a su predecesor Nicolas Sarkozy.

Consciente de que su destino pasaba por una salida humillante u otra peor, prefirió ahorrarse (y de paso ahorrar a su partido) una derrota en las primarias socialistas o, en el mejor de los casos, un cataclismo en la primera vuelta de las presidenciales.

Si Sarkozy fue calcinado en las urnas de las primarias de su propio partido, Hollande ha optado por el sepoku (harakiri).

Para buena parte del electorado francés, uno y otro representan lo que la ultraderechista Marine Le Pen llamó el «UMPS», al juntar las siglas del partido conservador y del socialista para dar a entender que sus políticas son fundamentalmente las mismas.

El Estado francés ha atravesado una dura década, que comenzó con la crisis financiera en la que Sarkozy prometió «refundar el capitalismo» y termina con la amenaza del yihadismo sobre el país.

Ambos factores, las turbulencias económicas y los atentados, han contribuido a desestabilizar en gran medida los quinquenios presidenciales de Sarkozy y Hollande.

Hasta el círculo más íntimo del actual inquilino del Elíseo le había puesto en alerta sobre el riesgo de disputar la reelección. Según el diario “Le Parisien”, su expareja y ministra de Ecología, Segolene Royal, le pidió que no participase en las primarias.

Pese a que el país está acostumbrado a las resurrecciones políticas, lo cierto es que el rechazo expresado por los franceses tiene que ver tanto con sus políticas como con sus propias personalidades. Histriónico y propenso a la sobreactuación Sarkozy, tibio y voluble Hollande, ninguno ha conseguido encarnar al hombre fuerte que añoran los nostálgicos del fundador de la V República, el general Charles de Gaulle.

Dice François Fillon, el candidato conservador, que «Francia nunca ha estado tan a la derecha como ahora». La más que previsible candidatura del liberal y autoritario primer ministro Manuel Valls al PS refuerza la idea de ambos sí que han escorado la política a la derecha