Natxo MATXIN
OSASUNA

Sin contundencia es imposible variar la negativa dinámica

El equipo navarro encaja la cuarta derrota consecutiva de la era Caparrós, de nuevo ante un rival directo, y no mejora sus prestaciones.

SPORTING 3

OSASUNA 1

 

A Osasuna le viene muy grande la Primera División y se hunde en la tabla. La escuadra rojilla sigue contando sus enfrentamientos por derrotas, últimamente además contra rivales directos, pero sobre todo continúa sin ofrecer una imagen que dé cierto margen a la esperanza. Lejos de variar la dinámica, el relevo en el banquillo la ha empeorado todavía más.

No fueron pocos los que, incluso entre los que consideraban que había que tomar alguna decisión respecto al cuerpo técnico, apuntaron que el cambio de entrenador podía ser prematuro. Lo cierto es que la junta directiva ha quemado un cartucho con demasiada antelación y está por ver qué nuevas decisiones adoptarán, caso de que la negativa trayectoria se prolongue varias jornadas más, y si ello no repercutirá en su propia existencia al frente del club.

Ocurra lo que ocurra, la realidad es que Joaquín Caparrós, muy a su pesar, está haciendo historia en la entidad rojilla, pero por sus malos números. En El Molinón prorrogó las nefastas cifras como técnico debutante –cuatro derrotas en otros tantos encuentros, con nueve goles encajados y solo uno anotado–, fundamentalmente porque el equipo sigue careciendo de la contundencia necesaria para manejarse al más alto nivel de la competición futbolística.

Contundencia que se echa totalmente en falta en ambas áreas, zonas donde se deciden los envites. Ni atrás ni adelante el cuadro navarro está acertado y el partido de ayer volvió a dejar buena muestra de ello. Cualquier rival de su liga le hace un siete y queda patente la fragilidad mental en cuanto encaja en propia portería.

Por ende, quienes deberían poner la templanza en los instantes más delicados y llevar el peso del conjunto –léase Oier, Roberto Torres, De las Cuevas...– no están pasando por su mejor momento y el bloque se resiente seriamente. La falta de confianza en sí mismos se transmite con meridiana claridad al verde, donde la iniciativa la llevan los adversarios, imponiendo el ritmo que más les conviene, mientras Osasuna deambula a remolque de tal circunstancia.

Y eso que los rojillos entraron con bastante mejor pie al importante envite del feudo asturiano –era bastante complicado hacerlo peor que en Butarque–, incluso intentando hacerse con la pelota, aunque ello fuese un espejismo de apenas diez minutos. Hubo cambio de tornas en cuanto a la posesión, pero tampoco es que los de Caparrós sufriesen demasiado con las acometidas locales en esos prime- ros compases del choque

Sin embargo, más por avanzar líneas ante los metros cedidos que por calidad, los anfitriones cada vez estaban más cerca de Nauzet y eso conllevaba un lógico peligro. Es verdad que Oriol Riera bien pudo variar el rumbo del partido en el minuto 25 cuando un zurdazo suyo se fue al anfiteatro, pero también que Carmona empezó a dejar retazos de lo que sería su gran tarde.

El 1-0, un puñetazo

La fragilidad defensiva volvió a ser manifiesta con el 1-0. Clerc no estuvo persuasivo en el salto de cabeza con el atacante balear, si bien al lateral catalán solo se le puede achacar tal lance, ya que instantes antes se había anticipado en un balón muy peligroso y estuvo muy participativo. Sería injusto que peligrase su titularidad por esa jugada, cuando hay otros muchos jugadores que se merecen a pulso un puesto en el banquillo.

La diana rival sentó como un puñetazo, algo ya habitual. La salida de Sergio León –inconcebible que el delantero con mayor calidad y desborde siga suplente, pese a que la ansiedad le hace ser demasiado individualista en algunas decisiones– tampoco generó la reacción esperada y un nuevo error en las marcas –De las Cuevas no siguió a Douglas– acabó por dinamitar las ilusiones rojillas.

El equipo trató de mantener la cabeza alta a la búsqueda del milagro, pero siempre dejando esa sensación de que quien está enfrente se antoja como bastante superior. El Sporting esperó a hacer de nuevo sangre. Oier no combinó bien, le pillaron la espalda en su carril y de ahí surgió otra contra mortal para subir el tercer gol gijónes al luminoso. Sin nada ya que perder, Osasuna se lanzó a tumba abierta, los de Abelardo se relajaron ante lo abultado de la diferencia y ello propició el gol de Miguel Flaño, que maquilló en parte el marcador, y el balón al travesaño de Berenguer. Quizás sea necesario medirse a un grande para invertir la dinámica, pero las perspectivas son muy pesimistas.

 

«Hemos acusado el primer gol, ha sido demasiado castigo»

Encajada la cuarta derrota de su corta etapa al frente del banquillo osasunista, Joaquín Caparrós, se quejó de que el resultado final había sido «demasiado castigo» y reconoció que los suyos habían acusado de manera importante el 1-0. «Ellos han tenido máxima eficacia, nos han llegado cuatro o cinco veces y han metido tres goles. Tenemos que evitar que nos marquen a la contra, no podemos dar esas facilidades al contrario», criticó.

Puestos a extraer alguna conclusión positiva a otro encuentro para olvidar, el técnico utrerano resaltó que «cada minuto que pasaba sin que el equipo encajase, este iba creciendo y habíamos trabajado otro tipo de acciones para la segunda parte, pero el gol casi al descanso nos ha machacado», insistió. «Los chicos han seguido peleando incluso con el 3-0 y hay que valorar que lo hemos intentado hasta el final».

Caparrós insistió en la previa en que se está construyendo un equipo, pero el tiempo apremia y los resultados no llegan. «Es verdad que con cada partido que pasa y no se gana las probabilidades se complican, pero las matemáticas están ahí y queda muchísimo».

De las Cuevas coincidió en que el primer tanto local «nos ha hecho mucho daño psicológico y solo queda trabajar para darle la vuelta». N.M.

 

Agresión a un aficionado rojillo y tres detenidos

A través de su cuenta de twitter, Osasuna informó de que un aficionado rojillo fue agredido en los prolegómenos del encuentro. A consecuencia de ello, se produjeron tres detenciones.

 

514 minutos para volver a ver un gol rojillo

Nada menos que 514 minutos han tenido que transcurrir –Liga y Copa– para volver a disfrutar de un tanto rojillo. El tiempo entre el gol de Oriol en San Mamés y el de ayer de Miguel Flaño.