Al menos 56 personas, entre ellas cinco cargos de Emiratos Árabes Unidos, murieron en una serie de atentados el pasado martes en tres ciudades afganas. Los cinco emiratíes fallecieron durante una cena en la residencia del gobernador de Kandahar, que recibía a una delegación en la que estaba presente también el emba jador de Emiratos en Afganistán, Juma Mohammed Abdullah al-Kaabim, quien resultó he rido, al igual que el gobernador.

Los explosivos, escondidos en los canapés según las autoridades, provocaron 13 muertos.

Los talibanes negaron cualquier relación con el ataque. El jefe de la Policía, Abdul Raziq –que también asistía a la cena, pero había salido en el momento de la explosión–, acusó a la agencia de inteligencia militar paquistaní, ISI, así como a la red Haqani, aliada de los talibanes y con base en Pakistán, e indicó que se habían llevado a cabo «algunas detenciones».

«Este incidente no afectará a las relaciones ni a la cooperación entre Afganistán y Emiratos», prometió el presidente afgano, Ashraf Ghani.

Junto al Parlamento

Unas horas antes, los talibanes habían reivindicado los atentados de Kabul y Lashkar Gah, capital de la provincia de Helmand.

En Kabul, un doble ataque a la salida de oficinas anexas al Parlamento afgano causó al menos 36 muertos y 78 heridos, casi todos civiles, según las autoridades, aunque los talibanes afirmaron que se trataba de «agentes de Inteligencia».

Un poco antes un atentado suicida provocó la muerte de siete personas, entre ellas varias autoridades locales y tribales en Lashkar Gah, en el feudo talibán de Helmand.