Joseba VIVANCO
Athletic

El espíritu Balenziaga

El de Zumarraga encarna en este momento de dudas el ADN del que debe tirar un equipo con aspiraciones intactas en Liga y Europa.

La Copa es historia. Cierto que queda el regusto por lo que pudo haber sido y no fue, sobre todo cuando este Barça, por mucho que lo disfracemos, no es el de otros años y con el equipo rojiblanco sin tantas apreturas para confeccionar un once titularísimo es probable que el Athletic estuviese en cuartos. Contaba el escritor argentino y apasionado futbolero Eduardo Sacchieri que «por tele puteo terriblemente. En la cancha no, porque el murmullo creo que jode a tus propios jugadores. Sí tengo la precaución de no aplaudir a los burros. Un marcador de punta que se lleva por delante a tres contrarios y logra un córner, no lo aplaudo. Tampoco soy de chiflar, porque si a un perro lo silbás, va a jugar peor. No tiene sentido en la cancha ensañarte con los que no querés, en todo caso esperá el final del partido».

Inevitable que la derrota y consiguiente eliminación en el Camp Nou venga acompañado de su correspondiente resacón. La crítica vía Twitter del exjugador Fran Yeste hacia Ernesto Valverde por no poner de inicio a Aduriz y Muniain, la réplica tajante de Manu Sarabia hacia el de Basauri –«es gratuito, inoportuno e injustificado»– y la correspondiente respuesta irónica de Txingurri en sala de prensa de que «entrenador puede ser cualquiera y seguramente será mucho mejor que yo», no es más que el árbol que no deja ver el bosque. Lo cierto es que el Athletic acudió muy condicionado al partido de vuelta, demasiadas bajas; jugadores como Aduriz con un desgaste extra acumulado en pocos días; un planteamiento de presionar de inicio muy arriba con el objetivo de robar algún balón y hacer un gol, pero con jugadores apenas utilizados y que a la postre acabaron diluyéndose con el paso de los minutos; una lesión, la de Etxeita, tan inoportuna como todas, que inutilizó el recurso ulterior de uno de los cambios; que Beñat y San José en la medular tan solo vieron discurrir el partido a su alrededor; y si a todo ello le sumamos la genialidad de Messi, pues la eliminación no supone ningún fracaso, acaso decepción porque era esta vez o... a saber cuándo.

No obstante, el partido, la eliminatoria, el momento crucial del curso en el que entra de lleno el Athletic, con esas dudas aún no despejadas del juego y lastrado por el carrusel de bajas, nos deja un halo de esperanza. El del espíritu Balenziaga. «Queremos que se nos exija», decía alto y claro hace un mes cuando el fútbol del equipo era cuestionado. No cabe duda de que el de Zumarraga está siendo, cuando la mayoría del resto de compañeros todavía busca su lugar en la temporada o el equipo se ve trastocado por las ausencias, el motor de este plantel en el campo. Motor diésel, inasequible al desaliento, atrevido como nunca a la hora de subir la banda, y no ya centrar sino incluso regatear, vitalista como para ser el primero en liderar un contraaque de manos de Iraizoz, el primero en animarse y animar... «Nos vamos jodidos porque lo hemos tenido en la mano», confesó tras caer en el Camp Nou el tipo barbudo y ancho de hombros dispuesto cada encuentro a dar un paso al frente.

Este Athletic irregular y mediatizado en exceso por la salud física de muchos de sus jugadores –por latosas lesiones, estrés muscular o imprevisibles como el de Yeray– requiere justo ahora del espíritu de leones como ‘Balentzi’, de segundones con el contrato a punto de expirar que den la cara como Elustondo o Saborit, de la garra de Bóveda o la irreprochable actitud de Rico, para dar tiempo a que primeros espadas como Beñat, San José, Laporte o Aduriz le tomen de manera definitiva el pulso a la competición.

Al equipo rojiblanco le queda aún mucha vida este curso, aspira a todo en dos competiciones, y a poco que recupere hombres debería mantener intactas sus aspiraciones. Ernesto Valverde se merece todo el crédito y desde luego no es este el momento de tocarle la moral, como eufemísticamente se dice. Sobre todo por lo mucho que hay en juego, lo más inmediato, la visita a Leganés en la que el Athletic debe tirar de ADN para suplir cualquier carencia como la que viene padeciendo su retaguardia. De ahí que con la Copa ya olvidada, a lo mejor es el momento de «putear terriblemente por la tele», que diría Saccheri, pero no «chiflar» a los tuyos en el campo y aguardar acontecimientos para entonces sí, esperar al final del partido –léase temporada– y «ensañarte» si terciara. Entre tanto, espíritu Balenziaga, que aplaude los méritos pero no duda en palmear los desaciertos.

Etxeita, baja de tres a cuatro semanas

Entre tres y cuatro semanas en el dique seco es lo que le esperaría a Xabi Etxeita tras su lesión muscular en el Camp Nou. Al Athletic se diría que le ha mirado un tuerto, pero seguro que los servicios médicos rojiblancos harán sus propios análisis del porqué de tantas lesiones este curso entre la plantilla bilbaina. Así las cosas, a Ernesto Valverde le crecen los problemas, ya que a día de hoy se queda sin dos de sus centrales, el de Zornotza y Yeray, y de momento para Leganés no tiene tampoco a De Marcos y veremos cuándo Lekue empieza a entrar con el grupo. A Bóveda le toca ser el comodín en la zaga, en la que veremos si ‘Txingurri’ decide mantener en el lateral a un Elustondo que ha ido de menos a más en sus últimas apariciones, o si podría optar por retrasar a San José al eje de la zaga y dar cabida, junto a Beñat, a Iturraspe o Rico, ambos descansados, como lo estarán jugadores caso de Raúl García, Muniain, Susaeta o incluso Aduriz. J.V.