Josu MONTERO
Escritor y crítico

Mal

En el Egipto del siglo IV el santo Sisoes se entregó a la “santa abyección” para ser despreciado por todos. En el Japón del siglo XIV Ikkyu fundó el zen del Hilo Rojo (el reojo de la pasión) que animaba a cometer toda clase de locuras porque, decía, era fácil entrar en el reino de los budas, pero muy difícil entrar en el reino de los demonios. Lucifer significa Ángel de Luz. El Diablo no es sino el Caído. El Mal es un concepto casi omnipresente en la literatura moderna, esto es, la que inaugura la Revolución francesa y por tanto el progresivo imperio de la razón lógica, de la burguesía y del materialismo liberal capitalista. El Mal como antítesis del Bien. Y el bien es el orden, el orden moral, social, económico, estético. Baudelaire, Rimbaud, Poe, Dostoievski, Conrad, Kafka, Céline, Pasolini… han puesto el dedo en la llaga. El autor francés, y católico, Charles Péguy afirmó que las personas honradas, las gentes de bien, de moral constantemente intachable son invulnerables a la Gracia; solo los heridos, los caídos, los vencidos, los proscritos, los angustiados pueden ser curados por el amor mismo de Dios: «Esa puerta a la Gracia que es esencialmente el pecado. El que no está caído no será recogido; el que no está sucio, no será jamás limpiado». “La espalda de Parker” es un relato de Flannery O’Connor en el que un perdido, un réprobo, carcomido por una inquietud incomprensible para él, va hiriendo su piel tatuaje tras tatuaje, y esas cicatrices acabarán siendo la puerta de su impensada redención. Lean los soberbios cuentos de esta mujer de Savannah, del profundo Sur. O sus novelas: “Sangre sabia” y “El cielo de los violentos”.