M.I.
TERRA FORMARS

Criaturas humanas que mutan con insectos

Lo malo de una carrera tan prolífica como la del cineasta japonés Takashi Miike, es que entre las muchas películas que realiza al año cabe de todo, desde las obras autorales a otras de los géneros más trillados, con lo que a veces se pierden esos rasgos de provocación que distinguen al iconoclasta creador de “Audition” (1999). En “Terra Formars” se atreve con la adaptación de un manga que se presta más al anime que al consabido combinado de actores y actrices de carne humana con efectos digitales. El CGI se apodera de la estética del producto de tal manera que lo desvirtúa, y el resultado final no es tan delirante como pretende, entre otras razones debido a que su desarrollo argumental está más cerca del videojuego que del guion cinematográfico.

Solo el punto de partida de la historia tiene ecos cinéfilos, ya que el método de reclutamiento de la tripulación que viaja a Marte se inspira en el clásico de Robert Aldrich, tan admirado por Tarantino, “The Dirty Dozen” (1967). Se trata de un grupo de criminales a los que se les obliga a alistarse a cambio de la redención de sus penas, y con los que se experimenta para acelerar una mutación con poderes ilimitados de distintas especies de insectos. Una vez en el planeta rojo habrán de enfrentarse a las cucarachas gigantes que allí han crecido.