Mikel ZUBIMENDI

Obama excarcelará al último independentista boricua preso

En el último suspiro, Obama ha ordenado liberar al «Mandela boricua», el independentista puertorriqueño López Rivera. Tras 35 años preso, volverá a su país siguiendo la ruta de las mariposas monarca y seguirá activo en la «justa y noble» causa nacional.

Barack Obama, en sus últimos días en el cargo, ha decidido conmutar la pena del líder independentista puertorriqueño, Óscar López Rivera, que está considerado como uno de los presos políticos del mundo que más años ha pasado en prisión. Incluido en el mismo paquete de perdones presidenciales que la exsoldado de EEUU, Chelsea Manning, una de las gargantas profundas más famosas de los últimos tiempos, López Rivera, el prisionero 87651-024, saldrá en libertad a sus 74 años, tras haber pasado 35 años, lo que se dice media vida, encarcelado por luchar en favor de la independencia de Puerto Rico.

Acusado de «conspiración sediciosa» contra EEUU, ampliada su condena por un fallido intento de fuga en 1988, sin la intervención de Obama, López Rivera hubiera salido libre en junio de 2023, cinco meses después de cumplir 80 años.

López Rivera nació en 1943 en la localidad de San Sebastián (Puerto Rico), su familia emigró a Chicago cuando él tenía 14 años. Obligado a ir a la guerra de Vietnam, a su vuelta se implicó de lleno en el activismo y formó parte de la organización clandestina Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), que junto con Los Macheteros, fueron las expresiones armadas del independentismo de esa nación caribeña con un status de «territorio de EEUU»..

«Una causa justa y noble»

Los fiscales acusaron al FALN de cometer 140 atentados con bomba contra instalaciones militares, edificios gubernamentales e instituciones financieras, símbolos del «imperialismo yankee». López Rivera siempre ha defendido que su accionar era propaganda armada, «nos centrábamos en los ladrillos y el cemento, no íbamos a cobrarnos vidas humanas, era violencia selectiva para atraer la atención hacia nuestra lucha», que hoy sigue considerando una «causa justa y noble».

El independentismo boricua dejó unilateralmente su lucha clandestina en 1983 y liderados por López Rivera adoptaron vías políticas. «Creímos que eran más efectivas. Teníamos que dar ejemplo y si defendíamos un nuevo mundo había cosas que no podíamos hacer. No puedes aspirar a un nuevo mundo si te comportas de manera injusta».

El considerado como el «Mandela boricua», un estudioso de la obra del malogrado líder sudafricano, del que dice «nunca sabremos valorar suficientemente su aportación a la liberación de los pueblos», pudo haber salido antes de la cárcel. La conmutación de penas que Bill Clinton dio a 11 presos boricuas en 1999 no incluyó a dos compañeros, ante lo cuál López Rivera decidió no aceptarla. «Se me hizo difícil sabiendo que podía salir antes que ellos. Pero nunca, ni en Vietnam ni en la calle, dejé a nadie atrás».

Desmond Tutu, el gobernador de Puerto Rico Alejandro García, el caucus de legisladores hispanos del Congreso de EEUU, Jimmy Carter o Bernie Sanders han hecho una gran presión para lograr su liberación.

El caer preso se hizo esta promesa: «me tienen encerrado pero el tiempo que pase aquí es mío». Se mantuvo siempre activo, practicando gimnasia, leyendo compulsivamente, sin poder ver la que ahora es una ambición personal: trazar la ruta de las mariposas monarca. Le cautivaron desde la niñez en su Puerto Rico rural, la última vez que las vio fue en 1981. Durante 35 años López Rivera no ha podido volar, sus alas fueron cortadas. Ahora volará libre tras ellas, hasta su patria boricua, para ayudar a las nuevas generaciones de independentistas.