Joseba VIVANCO
Athletic

Meléndez, el suplente indiscutible

Eterno sustituto de los leones Iribar, Agirreoa, Cedrún o Zubizarreta, y los pericos N´Kono o Biurrun, el guardameta cumplió 60 años.

«Para ser suplente también hay que valer», sostiene Mario García, autor del blog ‘‘Porteros vascos de leyenda’’. Y Carlos Meléndez valía. Trece años de carrera profesional y apenas 11 partidos en Primera, de ellos, seis temporadas en el primer equipo del Athletic, donde tan solo se puso los guantes en otros tantos encuentros de Liga, tres más de Copa y cuatro de la extinta Copa de la Liga. Siempre a la sombra de Iribar, Agirreoa, Cedrún o Zubizarreta, esa alargada suplencia le persiguió luego en el Espanyol durante seis campañas más, escudero fiel del camerunés Thomas N´Kono o el navarro Biurrun. Meléndez, el segundón que más ha calado en la memoria colectiva rojiblanca, cumplió ayer 60 años. Y durante más de una década se ganó la simpatía y aprecio no solo de leones, sino de pericos.

Es la figura del portero interino por antonomasia pero en cuyo currículum figuran algunos títulos y también alguna noche de gloria personal. «Un metro y 80 centímetros de resignación», que escribía Santiago Segurola. Siempre de la mano de Javier Clemente, ya fuera en el Arenas en el que se forjó primero, Basconia después, Athletic y luego Espanyol, Meléndez tiene reservado un hueco en el corazoncito de rojiblancos y blanquiazules.

Arribó al club bilbaino en 1979 –junto a Santi Urkiaga– con Iribar aún calzando guantes, en la sonrojante etapa de Helmut Senekowitsch como técnico. Al Chopo le sucede en la titularidad Peio Agirreoa y Meléndez debe aguardar su oportunidad, que le llega entre las jornadas tercera y octava de la temporada 80-81, pero ya con Iñaki Sáez en el banquillo.

Carlos debutó ‘con los mayores’ un 16 de enero de 1980 en Copa contra el Mungia, con victoria rojiblanca 8-0. Por delante de él, casi nada: Urkiaga, Goikoetxea, Gisasola, Núñez, Churruca, Rojo I, Sarabia, Argote, Dani y Carlos; por cierto, en el once mungiarra jugaba un tal Ismael Urtubi. Pero su estreno oficial llegó tras la sentencia de otro compañero, Peio Agirregoa y aquel indigno 7-1 del Bernabéu. Seis partidos de titular, derrota 5-4 en Murcia... y aquel gol el 27 de octubre de 1980. Meléndez falló en su salida y el espanyolista Urbano cabeceó al fondo de la red: 1-2 y los rojiblancos con tres negativos de los de entonces en su casillero. «La prensa se ensañó conmigo. Un solo fallo me apartó para siempre de la portería del Athletic», lamentaría tiempo después. Andoni Cedrún fue el relevo. Sus últimos minutos como león fueron ante la Real Sociedad en San Mamés en la Copa de la Liga, en 1986, hasta que a final de temporada –al mismo tiempo que Andoni Zubizarreta hacía las maletas hacia Can Barça– recibe la llamada de su amigo Clemente para ir al Espanyol y competir con otra alargada sombra, tanto como la del ciprés de Miguel Delibes, la del camerunés Thomas N'Kono. Una inoportuna hepatitis contraida mientras asistía al Mundial de México lastró la nueva singladura del portero nacido en Areeta.

Carlos no volvería a vestirse de corto hasta febrero de 1987, cuando en el viejo Sarriá N´Kono vio la cuarta amarilla y se quedó sin jugar. Y ganaron. Ese día se ganó la confianza que hasta entonces no había podido demostrar. Solo jugaría una docena de partidos, escaso bagaje que, no obstante, le dejaría para el recuerdo dos citas en las que se erigió en protagonista y conquistó el corazón de la grada.

Aquella UEFA

En la UEFA, una baja por lesión del guardameta africano le permite disputar la vuelta de cuartos de final en la antigua Checoslovaquia. Con 2-0 de renta, deja su portería a cero en la visita al Vitkovice en una gran actuación personal. En la ida de semifinales, repite, pero a pesar de su buen hacer, caen 2-0 en Brujas. El Espanyol remontaría y caería luego ante el Leverkusen en la tan recordada final a doble partido, pero ya con N'Kono.

Su otro gran día, y por el que muchos ‘pericos’ recuerdan a ‘Macario’, como cariñosamente le apodaban por su parecido con el muñeco de José Luis Moreno, fue en la eliminatoria de ascenso ante el Málaga, en 1990, que se dirimió a penaltis; en la muerte súbita, le detuvo al malaguista Villa su disparo, a pesar de la fisura en una costilla con la que jugó aquel día. Ese día se llevó la gloria, pero sus palabras dan fe de quién era y cómo entendía su situación bajo palos: «No he roto la leyenda de N´Kono, porque, como todas, es indestructible», declaró el héroe anónimo. Y añadía en su defenso: «El ‘otro’, en este caso yo, ha logrado demostrar su capacidad a muchos que igual ni tan siquiera me conocían. Y debe hacer que en adelante se tenga menos miedo cuando N´Kono no pueda actuar».

«No lo tuve fácil cada vez que me tocó jugar, pero siempre actué con profesionalidad», resumió su trayectoria. «No me sentí inferior a ningún compañero de demarcación que tuve y no hablo del Chopo», dijo. Colgó los guantes con 36 años. Ayer cumplió 60. El suplente más indiscutible que nunca hubo.

Aduriz llama a ser optimistas

«Soy optimista. Creo que el equipo no ha dado muestras de otra cosa como para no serlo. El equipo da la cara y no porque tengamos rivales más fuertes no voy a serlo. Podemos plantarle cara a cualquier equipo y creo que vamos a hacer una buena segunda vuelta», defendió ayer en sala de prensa Aritz Aduriz, que insistió en su mensaje positivo. «Somos un equipo que solemos ir progresando, en los últimos años hacemos buenas segundas vueltas y la intención es hacer lo mismo», añadió, sabedor de que en la primera vuelta no han «estado igual fuera que en casa. Fuera tenemos que mejorar mucho». Reveló que desde Navidades arrastra problemas de cadera y que en breve estará «al cien por cien», disponible ante el Sporting. Sobre la labor arbitral, terció: «Es verdad que en algunas circunstancias no hemos tenido la mejor de las actitudes, pero este equipo, en general, es muy noble. Siempre intenta jugar e intenta ayudar al árbitro».J.V.