Amalur ARTOLA
DONOSTIA

Las «Arqueologías imaginarias» de Miquel Navarro inundan la sala Kubo

El creador valenciano Miquel Navarro recrea en el espacio Kubo-Kutxa donostiarra sus «ciudades» de barro y metal en «Arqueologías imaginarias», primera exposición que presenta en solitario en Donostia. La muestra se compone de varias piezas icónicas de su carrera, entre ellas tres «ciudades» y una pieza inédita, «Placón», obra de aluminio macizo que simboliza la vulnerabilidad del poder. La exposición estará en la sala del Kursaal hasta el 21 de mayo.

La exposición “Arqueologías imaginarias” recorre la obra del escultor Miquel Navarro mostrando algunos de sus trabajos más icónicos junto a piezas inéditas como “Placón”, escultura de más de tres metros de altura realizada en aluminio macizo. Junto a ella, la sala Kubo-Kutxa del Kursaal muestra, hasta el 21 de marzo, tres “ciudades” de gran tamaño y varios cuadernos de trabajo y piezas de pequeño formato que el autor presenta como su «laboratorio de creación y experimentación».

En la presentación de la exposición –la primera que se dedica en exclusiva a Navarro en Donostia–, la comisaria de la muestra, Dolores Durán, destacó que ofrece «un recorrido total» por la obra del creador valenciano. Recordó que Navarro nació en 1945 en Mislata, un pueblo cercano a la ciudad de Valencia, «en un ambiente rural rodeado de huertas, hierbas...». Fue en ese entorno donde, siendo aún niño, empezó a trabajar la arcilla y a realizar sus primera creaciones. Como artista, se inició en el dibujo y la pintura, y fue en la década de los 70 cuando «la necesidad de tocar y sentir la materia» lo llevaron de vuelta a trabajar la arcilla y «buscar la tridimensionalidad, la escultura». Fue entones cuando comenzó a tomar forma la idea de las ciudades.

Ciudades desiertas y vivas

Las ciudades de Navarro están compuestas por cientos de piezas, unidades que se extienden directamente en el suelo. «Están compuestas por chalets, plazas, edificios que se agrupan de un modo caótico u ordenado, alineados y alineados, como le gusta decir al autor, en el que el habitante pierde su identidad», explicó Durán. Así, Navarro crea ciudades no habitadas «pero que no transmiten desolación», pues «están habitadas por el alma del artista y del visitante, que las ve a vista de águila». Son ciudades que obligan al visitante a reflexionar sobre la relación entre las partes que la componen, sobre la relación de poder que mantienen, «una mezcla de fantasía y realidad, de emoción y razón», opinó la comisaria.

Navarro, por su parte, se mostró reticente a hablar de su obra «porque no me gusta desnudarla, disecarla, porque el arte plástico tiene que expresarse por sí mismo, la literatura sirve para lo que sirve», dijo, a la par que convidaba a los periodistas a una visita acompañada en la que el protagonismo recayera en las obras.

La sala recoge tres ciudades realizadas en distintas épocas de su carrera. “La Ciutat” (1984-1985), “Ciudad Roja” (1994-1995) y “Entre muros” (2000). Posado ante la segunda, Navarro explicó que creó la obra «en memoria del origen de la tierra. Los elementos están ordenados, alineados, pero también hay un caos; los elementos pueden ser ejércitos, aviones a punto de atacar, insectos...».

La obra ha estado «en todo el mundo» y cambia según su ubicación. «Por ejemplo –explicó Navarro–, cuando estuvo en Amán había una mezquita... Y, para mí, esto –señalando una de las piezas que componen la obra–, es el Guggenheim».

Comentó que su obsesión por las ciudades le viene de la infancia. «Vivía en un pueblo mitad agrícola y mitad industrializado, conectado al centro de Valencia por una vía de tren; alucinaba con los teatros, las pastelerías, las librerías... aquello era la síntesis de la cultura. Todo esto viene de ese juego de la infancia», explicó.

Al lado de “Ciudad Roja” se erige “Placón”, un tótem de aluminio macizo de 3,5 metros de altura rodeado de pequeños conos o pinchos de diferentes tamaños que, a simple vista, la protegen. «He querido darle un doble sentido; parece que el poder está en el centro, pero se puede volver al revés en cualquier momento».

Dibujos y proyecciones

En la sala de la entrada se presentan una serie de cuadernos de trabajo o de viaje en el que el autor «refleja sus pensamientos inmediatos», explicó Durán. Junto a ellas se muestran las «arqueologías» de Navarro, piezas de barro que representan personajes, torres, penes, vulvas, pirámides, espirales... «Amputaciones que nos remiten a cierto sentido arqueológico, retornando de nuevo a la antigüedad clásica; un juego con el que se pone de relieve el paso del tiempo, la mutilación, la pérdida como resultado de los avatares de la existencia o de la historia. A fin de cuentas, alegorías de la vida humana y la historia social», remarcan los responsables de la sala donostiarra.

Como último componente de la muestra, se proyectará en bucle una entrevista que Durán mantuvo con Navarro, grabada durante el montaje de la exposición, a excepción de los martes, día en el que la entrevista se sustituirá por la proyección de dos películas realizadas por Navarro: “Mineral” y “Fuerte como el opio”. «Creo que han quedado bastante bien», opinó el artista.

Como es habitual, también han publicado un catálogo de la muestra y habrá visitas guiadas y talleres para menores.