Pablo González
Periodista (Donetsk)
CASO ZOZULYA

Zozulya, cuando la exportación de ideas políticas no funciona

El frustrado fichaje del jugador ucraniano procedente del Betis por el Rayo Vallecano ha despertado una inesperada polémica en la que se han mezclado deporte, política y relaciones internacionales. En el siguiente texto, el autor analiza algunas claves para poder comprender mejor las razones de lo sucedido.

En el periodo de fichajes de invierno de la presente temporada de fútbol, Roman Zozulya, un delantero ucraniano, debía pasar como cedido durante seis meses del Real Betis sevillano al Rayo Vallecano madrileño. Sin ser un jugador puntero, despertó una polémica inusitada al ser frenado su incorporación al Rayo por los aficionados de este equipo. La razón que esgrimían los seguidores rayistas para no desear a este jugador es que lo califican de “nazi” por su apoyo a determinadas políticas dentro de Ucrania, especialmente a las tropas ucranianas desplegadas en el Donbass.

Tras varios tiras y aflojas entre la directiva del Rayo, el jugador y su agente, los aficionados y la federación española de fútbol, el jugador decidió no jugar en el Rayo y pasar seis meses en blanco –ahora se barajan otras opciones, como la de volver a Ucrania–, ya que su ficha pertenece hasta el verano al Rayo. Los razonamientos de las dos principales partes implicadas han sido explicados hasta la saciedad.

Los aficionados del Rayo, especialmente el grupo “Bukaneros”, califican a Zozulya de nazi por sus publicaciones en redes sociales y su apoyo activo a las tropas ucranianas que luchan contra los rebeldes en el Donbass, en el este de Ucrania. Zozulya, por su parte, se califica como patriota que lucha por la unidad de su país y niega su afiliación a grupos neonazis o de extrema derecha.

¿Cuál es entonces la realidad, están los aficionados del Rayo equivocados, u oculta el jugador ucraniano su militancia política? En este caso, como en otros polémicos, la verdad se encuentra a medio camino de las dos versiones. La razón de que esto suceda es la complejidad de la situación creada en Ucrania y las interpretaciones que se hacen de ella en el exterior. Además, y este quizás es el punto importante, chocan dos maneras distintas de interpretar un mismo hecho, lo cual hace que las dos partes crean sin lugar a dudas tener toda la razón de su lado.

Roman Zozulya desde el punto de vista ucraniano no es un nazi. No colabora asiduamente con batallones de extrema derecha, aunque ha tenido trato con ellos, tampoco es miembro declarado de partidos radicales. Su devoción por las fuerzas armadas de su país, a las que ayuda de manera regular mediante un fondo creado por el propio jugador, tampoco es razón inequívoca para calificarlo como nazi, ya que Zozulya explica este apoyo mediante su patriotismo.

Sin embargo, este patriotismo ucraniano actual se basa en unos referentes históricos de los nacionalistas ucranianos que colaboraron con la Alemania nazi. Esos nacionalistas protagonizaron durante la Segunda Guerra Mundial numerosos casos de asesinatos de población judía, polaca, rusa, y de tendencias políticas de izquierdas.

El líder de estos nacionalistas ucranianos de los años 40 y 50 del siglo pasado era Stepan Bandera, personaje por el que los nacionalistas sienten gran devoción. El propio Zozulya se ha fotografiado varias veces con la imagen de este colaborador nazi a la vez que nacionalista ucraniano. Así mismo Zozulya ha apoyado campañas impulsadas por determinados sectores de extrema derecha ucraniana. Todo ello dentro de Ucrania situaría a Zozulya en el teórico centro-derecha político, una corriente predominante a día de hoy en el país, sin embargo en otros países está posición se califica, no sin razón, de extrema derecha rozando incluso el nazismo.

Las razones principales para este duro calificativo fuera de Ucrania es el carácter excluyente del nacionalismo ucraniano impulsado en su día por Bandera, asesinando en numerosas ocasiones a población judía, polaca y rusa de Ucrania. Así mismo se practicó no solo el asesinato por razones raciales, sino que también por razones políticas, siendo muchas veces víctimas los propios ucranianos comunistas. Las actuales autoridades ucranianas han seguido parcialmente este camino y han ilegalizado el partido comunista del país, y están impulsando leyes que claramente discriminan cualquier otra cultura que no sea la ucraniana, algo criticado duramente en otros países del entorno. Y no hay que olvidar que el complejo conflicto bélico que se desarrolla en el Donbass, y en el que Zozulya se ha pronunciado por uno de los bandos, tiene un importante componente nacionalista.

Por todo ello, el caso del jugador ucraniano tiene dos lecturas, por un lado es difícil realmente calificarlo de nazi en el sentido clásico y teniendo en cuenta la situación política de su país, pero por otro, sus ideas políticas y el apoyo que presta a determinadas iniciativas dentro de Ucrania no combinan bien con la de aficionados de histórica posición política de izquierdas como es el Rayo Vallecano. Es un caso en el que la exportación de ciertas ideas que son relativamente habituales y aceptadas por una sociedad, van en contra con lo que se considera normal en otra.