Natxo MATXIN
OSASUNA

Nueva derrota, empeora la imagen

Los rojillos firmaron su partido más gris de la etapa Vasiljevic ante un rival que estaba más pendiente de Europa y de reservar fuerzas.

CELTA 3

OSASUNA 0


Balaídos sumó la enésima derrota rojilla de la temporada, con un marcador seguramente más abultado de lo que el partido transmitió, pero sin paliativos, ya que la escuadra navarra firmó la actuación más gris de la era Vasiljevic y en ningún momento mostró sensaciones y méritos como para, al menos, puntuar. Se esperaba a un Osasuna mucho más valiente de lo que se vio en tierras gallegas ante un adversario que estaba con la mente más puesta en la competición europea y con un once, el celtiña, en el que faltaron muchos de sus titulares.

A medio gas, los anfitriones fueron más eficaces, prácticos, acertados... en definitiva, mejores. Esa es la triste realidad de un conjunto navarro, cuyo nivel ayer no dio siquiera para competir. Una imagen tan pobre que resulta difícil enumerar algún lance reseñable y que obliga a tirar de libreta para recordar que en el minuto 50 Rubén Blanco se vio forzado a enviar a corner un remate de Sergio León, el único disparo rojillo que marchó a portería. Con semejante escaso bagaje, parece misión imposible sumar y qué decir ya de ganar.

Regresó a sus orígenes tácticos el preparador osasunista, retomando la línea zaguera con tres centrales y dos laterales con proyección, un dibujo que volvió a ofrecer las mismas carencias de siempre, aprovechadas con solvencia por el rival. Puso en liza, además, el técnico serbio un medio campo más talentoso que musculoso, coincidiendo con la baja de última hora de Fausto, algo que, sin embargo, no generó más fútbol.

Tirando de videoteca, los de Berizzo habían estudiado lo frágil que es Osasuna cuando se le busca la espalda a su zaga. Ahí la retaguardia rojilla sufre horrores y los Piones Sisto, Bongonda, Rossi y compañía fueron perfectos conocedores de la vía de agua por explotar. El eje defensivo navarro carece de velocidad y en demasiadas ocasiones debe medirse en unos contra uno que lo dejan en evidencia.

Más todavía, la habitual ubicación de los falsos laterales en posiciones de tierra de nadie –adelantados las más de las veces para salir rápidos por el carril– permite que las diagonales de los extremos rivales obliguen a los centrales a salir de sus dominios, lo que les hace más vulnerables para ser rebasados. En el estadio celtiña fue la banda derecha osasunista donde picó el Celta hasta encontrar la veta dorada en un lance al filo de la media hora de juego en el que hasta tres zagueros encarnados fueron incapaces de despejar una pelota que fue rodando entre sus piernas hasta acabar en las redes con un disparo a placer de Pione Sisto que se alojó por la escuadra.

La inicial presión arriba e incluso momentos de posesión del esférico duró lo que un caramelo a la puerta de un colegio. Fue una fase tan breve que ni siquiera llegó a ilusionar y la mediocridad pasó a ser la tónica dominante. Balones divididos y segundas jugadas caían casi siempre del lado local, los rojillos eran incapaces de dar tres pases seguidos y el ritmo del envite lo manejaba a su antojo el cuadro gallego.

Causic no daba a basto para contener al trío formado por Chelo Díaz, Radoja y Wass, tres futbolistas que dejaron bien patente que el sudor no está reñido con el talento, mientras que Roberto Torres y De las Cuevas se perdían en esa tela de araña sin encontrar el pase adecuado para avanzar metros y cayendo en continuas imprecisiones a la hora de combinar, que traían consigo las consabidas y peligrosas pérdidas de las que se surtía el ataque celeste.

Abuso del balón directo

La inexistente toma de decisiones adecuadas mermaba la capacidad constructiva visitante y toda la táctica ofensiva se fiaba a una genialidad de un Sergio León que tampoco tuvo su día y acabó siendo sustituido. El juego directo todavía adquirió mayor protagonismo tras el descanso, con numerosos saques de puerta de Sirigu que buscaron la peinada de Oriol Riera y las caídas del delantero cordobés.

Lógica, por otra parte, semejante dinámica si tenemos en cuenta la escasa producción de la sala de máquinas rojilla, imposibilitada para triangular con criterio y generadora de numerosas situaciones de peligro para los propios compañeros. Despropósito generalizado que dio lugar a situaciones tan infantiles, por poner dos ejemplos de lo que se vio en el césped de Balaídos, como un error de David García al poner en juego un saque de banda o desaprovechar una falta al borde del área, al intentar botarla rápido, pero de manera imprecisa.

No estuvo Osasuna a lo que se celebraba y no solo no mejoró a medida que fue transcurriendo el tiempo, sino que la desesperación por lograr el deseado empate acabó por adelantar líneas de manera desordenada y descuidar la parte de atrás, hasta el punto de que los propietarios del terreno de juego hicieron sangre del desvalido en otro balón parado mal defendido y una contra materializada por el talentoso, pero también marrullero, Iago Aspas.

Un nuevo varapalo, el enésimo, pero con la diferencia respecto a los anteriores de que en esta ocasión los de Vasiljevic no se hicieron acreedores con su actuación al beneficio de la duda o al tradicional recurso a la mala fortuna. Su flojo rendimiento se antoja más como una consecuencia de la fragilidad mental que comienza a aflorar ante el transcurrir de las jornadas y la imposibilidad de reducir el abismo que le separa ahora mismo de los puestos de salvación.

Sin duda, Vasiljevic va a tener trabajo extra entre semana para recuperar la dañada moral de una tropa que sigue entablando batallas que finalizan irremisiblemente en derrota. Difícil papeleta para el míster balcánico cuyo crédito inicial se fraguó en el cambio de imagen a mejor de sus pupilos tras su llegada al banquillo, pero que ayer no se vio plasmada en Balaídos.

«Nos faltó hambre, agresividad y atrevimiento»

Petar Vasiljevic tuvo la difícil papeleta de analizar el que fue seguramente el peor partido de sus pupilos desde que accedió al banquillo osasunista. El técnico rojillo no garantizó resultados cuando bajó a ras de césped, ahora hace ya mes y medio, pero sí que el vestuario se iba a dejar la piel en el campo mientras hubiese opciones, aunque fuesen muy pocas, de obtener la salvación.

Sin embargo, ayer los suyos no le dejaron en muy buen lugar y, por ello, el preparador serbio no se escondió a la hora de reconocer que a la escuadra navarra le habían faltado ingredientes básicos, como actitud sobre el campo. «Nos faltó un poco de hambre, agresividad y atrevimiento –confesó–, el Celta contrarrestó nuestro juego en el primer tiempo y nos costó imponernos en las segundas jugadas».

En este sentido, Vasiljevic ahondó en la cuestión, hasta el punto de lamentar que el once navarro no entrase «más enchufado» al duelo contra los gallegos y pidió a sus jugadores no bajar los brazos «porque todavía quedan muchos partidos». «El Celta es un equipo serio que sabe a lo que juega, sabíamos lo que nos íbamos a encontrar, pero no supimos aplicarlo», amplió.

Sí que observó un ligero cambio tras el paso por vestuarios, aunque ello no se materializase en la práctica. «Después del descanso tuvimos oportunidades para marcar, pero no finalizamos. Y la sentencia nos llegó en otra jugada a balón parado», se lamentó respecto de una circunstancia que está lastrando al equipo y que es una buena muestra del paupérrimo nivel defensivo rojillo.

En todo caso, Vasiljevic consideró que el 3-0 final suponía una derrota «demasiado abultada» frente a un adversario que sabe «manejar mejor» los tiempos de los partidos. «Nos han ganado con sus armas y en los minutos finales nos echamos demasiado arriba y nos olvidamos de defender», criticó el preparador balcánico.

También tildó de «engañoso» Carlos Clerc el marcador final «porque en la segunda parte hemos estado más cerca del empate que ellos de su segundo gol. Éramos conscientes de que podíamos pagarlo en una contra, pero teníamos que arriesgar», indicó el lateral catalán. «Queda mucha liga, pero no vamos a engañarnos, van pasando las jornadas y no ganamos», explicó transmitiendo una sensación que se ha instalado en el vestuario ante la falta de victorias. N.M.

Otra vez el cuadro navarro vuelve a encajar tres goles

La sangría de goles encajados deparó un nuevo capítulo en Balaídos, donde el Celta volvió a anotar otras tres dianas, una cifra que se ha vuelto maldita para los intereses rojillos. En las últimas jornadas se ha puesto mucho énfasis en mantener la portería a cero, pero el objetivo se ha convertido en un imposible para los de Vasiljevic.

Camisetas de apoyo hacia el lesionado Tano

Los futbolistas rojillos portaron camisetas en los prolégomenos del partido en favor de su compañero lesionado con la leyenda «¡Tano nunca se rinde!». El central fue operado la pasada semana con éxito de la fractura de tibia y peroné que se produjo en el encuentro frente al Real Madrid, tras un encontronazo fortuito con Isco.