Raimundo Fitero
DE REOJO

Subrogar

Estoy pensando sobre la maternidad subrogada. Y hasta que no he escuchado en una radio un buen debate sobre el asunto no sabía con exactitud de qué se trataba. No es que ahora pueda dictar una conferencia sobre el asunto, pero al menos he mirado el significado de “subrogar”, que es delegar algún deber o derecho a alguien. Me alineo con la necesidad de no confundir lo que es un deseo y no un derecho. Uno puede tener muchas ganas de ser padre o madre, pero no existe en ninguna legislación que eso sea un derecho. Y tampoco es un deber.

La subrogación de la gestación de un embrión ajeno es algo que está en discusión porque es una práctica bastante extendida y no existe nada que la regule de manera clara. Quienes han conseguido tener un hijo en estas condiciones ha debido acudir a diversos países en donde existe legislación, pero no en todos es coincidente la protección a la mujer que se convierte en la gestadora, ni en la filiación última. Porque las posturas de los entendidos en derecho y aquellos que introducen en el discurso la variante de la ética, difieren de una manera que confunde bastante a los legos.

La duda es que si son vientres de alquiler o se trata de otro asunto donde se pueden introducir variables como altruismo o generosidad.  En algunas legislaciones existe una cláusula de renuncia hasta la sexta semana. Y ahí se producen conflictos varios porque ese embrión no es genéticamente de la madre que lo gesta. Pero después llega la hora del parto, un acto incuestionable y ahí si que existe un problema porque ese bebé sale de un cuerpo que es inmediatamente ignorado. Nueve meses comiendo y bebiendo de ese cuerpo, ¿no tiene consecuencias posteriores? No soy capaz de tomar postura definitiva. Parece que la inmensa mayoría de estas gestaciones son de pago y con contratos cerrados. Por algo será.