Beñat ZALDUA
Proceso soberanista catalán

Escepticismo en Catalunya ante la supuesta oferta que Rajoy hará llegar al Govern

El independentismo acogió ayer con un escepticismo infinito el anuncio de que Rajoy ultima una oferta para Catalunya. Una propuesta que no incluirá nada parecido al referéndum y que se limitará, según lo publicado, a negociar sobre los incumplimientos del Estado. El Govern desmintió también que haya una vía de negociación abierta.

Hay días en los que el relato español de lo que ocurre en Catalunya da señales de haberse independizado de la realidad catalana. Ha ocurrido a lo largo del último fin de semana, cuando sendas declaraciones del expresident Artur Mas y del delegado del Gobierno español en Catalunya, Enric Millo, han servido de asidero para construir una tercera vía supuestamente en marcha. Las portadas de “El País” y “Nació Digital” de ayer suponen el mejor ejemplo del fenómeno: mientras los primeros abrían el periódico asegurando que «la Generalitat acepta negociar la oferta de Rajoy para Cataluña», los segundos encabezaban su edición con un «Puigdemont y Junqueras aceleran para tener a punto la maquinaria del referéndum el 1 de junio». Uno de los dos miente.

Todo empezó el jueves en la Universidad Autónoma de Madrid, donde Mas dijo que si existe alternativa a la independencia, es al Estado español a quien corresponde ponerla encima de la mesa. El tramo a transitar de ahí a anunciar que Mas prácticamente renuncia a la independencia resulta muy breve en las redacciones madrileñas. El mensaje se reforzó el domingo, cuando Millo dijo en la televisión pública catalana que las negociaciones entre ejecutivos están en marcha, aunque sea muy discretamente.

Millo adelantó también, junto a la prensa madrileña, que el Gobierno español ultima una oferta a Catalunya sobre la base de los 45 puntos de negociación trasladados por el president, Carles Puigdemont, hace un año. Se trata de puntos referidos a las inversiones pendientes del Estado en materia de infraestructuras o al traspaso de competencias que todavía permanecen bajo custodia de Madrid, entre otros. Del referéndum, por contra, ni una palabra. Escribía ayer el expresidente de Òmnium Quim Torra que la oferta viene a ser como «hacernos creer que los collares y el ron que los colonizadores tan generosamente distribuían entre los indios eran un acuerdo político de soberanías compartidas».

Incredulidad

«Créanme, nos gustaría que fuese realidad». Fue la respuesta de Puigdemont al ser preguntado sobre la vía de negociación mencionada por Millo. En tono socarrón, también comparó la «operación diálogo» pregonada por Moncloa con el espíritu santo: «Todo el mundo habla pero nadie lo ha visto». El president negó la existencia de negociaciones y recordó que «siempre» tienen la mano extendida para dialogar. Ayer por la tarde, en una entrevista ofrecida en una televisión francesa –está de visita en Occitania–, Puigdemont defendió que Madrid tiene que «abordar cómo se debe celebrar el referéndum».

También desde ERC tiraron de ironía para desacreditar la supuesta negociación. Su portavoz, Sergi Sabrià, aseguró ayer que «la ‘operación diálogo’ y la ‘operación zanahoria’ no han existido nunca», frente a lo cual recordó que de lo único que hay pruebas es de la «Operación Catalunya», nombre con que se conocen las actuaciones de las cloacas del Estado para torpedear el proceso soberanista. Sabrià también lamentó que el Estado quiera «cambiar los incumplimientos del Gobierno español por la renuncia a las urnas», en línea con el líder de su partido y vicepresidente del Govern, Oriol Junqueras, que el domingo trató de deshacer el enredo reivindicando que el referéndum «no es intercambiable».

Pero la puntilla a este segundo intento de «operación diálogo» no llegó desde el independentismo, sino de las filas del propio partido de Millo. El líder del PP en Catalunya, Xavier Garcia Albiol, aseguró que «no hay reuniones secretas con nadie».